En busca de la orgía perdida
Rodeados de secretismo, sus partidarios aseguran que el sexo en grupo amplifica los beneficios de la relación sexual y la hace más intensa. Barcelona prepara su bacanal para el próximo julio.
Cuando Stanley Kubrick imaginó una sociedad secreta que celebraba fiestas sexuales en suntuosas mansiones, como eje central del guión de su película Eyes Wide Shut (1999), no estaba fantaseando tanto como pudiera parecer. Las orgías son tan viejas como la humanidad y su mayor o menor transparencia ha ido adaptándose a la permisividad de los tiempos. Lo que sí hizo Kubrick fue proporcionar un nombre y una estética a las celebraciones que organizan ya muchos clubs de swingers, partidarios de compartirlo todo, hasta la pareja y el sexo.
La empresa suiza Castelevents diseña este tipo de fiestas para gente pudiente, que se desmelena en castillos de diversas partes de Europa. Damas y caballeros elegantes, decorados barrocos, camas redondas, bandas de música que tocan en directo, deliciosos manjares, ambiente exclusivo… Son algunas de las promesas que esta compañía, que se creó en el 2012 para reemplazar a una que había nacido en el 2009, garantiza en sus eventos. A cambio, uno solo tiene que tener dinero de sobra para poder entrar, además de un vestuario a la altura de la ocasión. Para ellos, smoking o traje de chaqueta; mientras el dress code para las mujeres exige vestido largo o de cóctel, tacones altos y lencería fina –en algunas citas se recomienda el uso de ligueros- . Ambos sexos deben llevar máscaras venecianas para cubrir sus rostros, algo en lo que la empresa hace especial hincapié y que supervisa en todo momento. La discreción es un elemento esencial ya que muchos de los invitados que acuden a estos actos son gente influyente.
En su web, Castelevents anuncia ya las próximas bacanales del 2014. El 15 de marzo en Ginebra, coincidiendo con el International Motor Show, en un castillo con vistas al Mont Blanc (la entrada más barata para dos personas es de 790 €), o si no se quiere salir del país, se puede esperar al 'Eye Wide Shut Party', que se celebrará en Barcelona, el 26 de julio (desde 890 € para dos).
Adán y Eva es otro exclusivo club de swingers sueco que celebra orgías con temática también inspirada en la película del director norteamericano. El año pasado saltó a los titulares de los periódicos por la incomprensión de los vecinos de una localidad donde se iba a celebrar una de sus fiestas salvajes. Mientras el club pretendía establecer un nuevo récord de participación, organizando la bacanal más grande de la historia de Suecia, los habitantes de la localidad de Norrköping protestaban, ya que el teatro Arbis, donde tendría lugar el fiestón, estaba situado en un barrio residencial. Hombres y mujeres teniendo sexo e intercambio de parejas -aunque es legal-, no parecía lo más indicado para una urbanización repleta de familias y niños pequeños, comentaban los preocupados vecinos. Mientras, el dueño del teatro se justificaba recordando los beneficios económicos que el evento traería a la comarca, ya que la gran mayoría de los participantes vendrían de fuera. Por si fuera poco, la orgía además de sexo incluía, para parecerse aún más a la mítica película, rituales mágicos para los asistentes.
Aunque la tolerancia sexual ha avanzado mucho en los últimos tiempos, el sexo en grupo y el intercambio de parejas –ambos conceptos van estrechamente unidos– son todavía algo que muchos no puede digerir. David, más conocido como Dirty David en la escena swinger, es un inglés que empezó a frecuentar este mundo a la temprana edad de 18 años, en la capital británica. Hoy, a los 55, supervisa con su mujer, Joanne, 100 webs de esta temática para Reino Unido, EEUU, Canadá, Australia, España y México, y cuenta con más de tres millones de miembros en todo el mundo. Su primera página, dirty-david.com, nació en 1998. La versión española, fiestasliberales.es, crece cada día e informa sobre eventos, orgías, pubs u hoteles liberales, y todo lo relacionado con este estilo de vida. David vive ahora en una localidad de la provincia de Albacete, donde organiza cada mes una fiesta de sexo en grupo. “No entendemos por qué muchos pueblos en España aceptan un burdel pero no un club de swingers. Un prostíbulo emplea gente y, a menudo, explota a mujeres, mientras que en un club liberal nadie paga por sexo y todo el que está allí es por voluntad propia”.
Cordon Press
La alternativa low cost a las suntuosas orgías en castillos la ofrecen los pubs liberales, donde el sexo en grupo es habitual y donde se celebran fiestas temáticas o las webs de swingers, que publicitan en la red encuentros y citas periódicas. Claro que el propietario del primer club de este tipo, en la historia de la humanidad, se cree que fue Arístipo, en la antigua Grecia. Este hombre observó la tensión que padecían algunos matrimonios de su época y, para aliviarles de la misma, organizaba con cierta regularidad bacanales al aire libre que, si se practicaban de acuerdo a ciertas reglas, proporcionaban beneficios a las parejas que acudían a sus reuniones en Cirene.
Los griegos tenían varias fiestas del sexo llamadas afrodísias, dionisias y leneas, algunas propiciadas por el estado. Primero ayunaban, después tenían grandes banquetes y al caer la noche, vestidos de ninfas y sátiros, se encaminaban hacia los bosques de las afueras, donde se practicaba el coito a la vista de todos.
“Podíamos haber tenido más sexo, pero no había gente suficiente” dijo una vez Woody Allen, que en otro momento añadió “el sexo entre dos es algo hermoso, pero entre cinco es fantástico”. Teoría que corroboran los adictos a la sexualidad comunitaria, como Fernando, que empezó a asistir a orgías en la España de Franco, cuando todo era clandestino. “A mi mujer y a mi nos dieron una dirección en la Gran Vía de Madrid, un edificio de oficinas en donde nos proporcionarían contactos de otras personas que organizaban fiestas de sexo en grupo o intercambio de parejas. Allí fuimos, contestamos un montón de preguntas y pagamos 5.000 pesetas. Al salir pensamos que nos habían timado, pero a la noche ya teníamos una llamada de una pareja interesada en conocernos. Luego llegaron los clubs liberales y ahora lo que hacemos es montar fiestas entre amigos en casas privadas. El sexo en grupo es como un amplificador de todas las sensaciones y placeres que tienes cuando estás solo con otra persona. Las experiencias más satisfactorias que he tenido en mi vida han sido en el terreno erótico y me han aportado un enorme conocimiento de mi mismo y de mi pareja. Me han dado complicidad y tolerancia”.
Cordon Press
La explicación más generalizada a la pregunta de por qué la gente empieza a pensar que uno o dos en la cama no son suficientes, es que la pareja se aburre –una gran mayoría de los que acuden a orgías es en compañía de su media naranja– y busca nuevas sensaciones. Pero según Santiago Frago, sexólogo y codirector del Instituto Amaltea, centro especializado en sexología, en Zaragoza, “tiene que haber muy buena relación de pareja para que ésta decida embarcarse en nuevas aventuras. Yo diría que el perfil de la gente que practica sexo en grupo es mas bien el de una persona madura –es raro que se de en jóvenes de 20 años porque se requiere una cierta trayectoria y experiencia–, que tiene una buena y satisfactoria relación de pareja pero que quiere explorar otras alternativas. Son individuos que saben separar conceptos como cuerpo y mente o sexo y amor y, según dicen las pocas estadísticas al respecto, pertenecen a la clase media-alta y son profesionales liberales. Generalmente, a mayor nivel cultural, mayor amplitud de miras”.
David apunta como además “a los más jóvenes les proporciona la posibilidad de aprender de amantes más experimentados, además de ser el lugar ideal para poner en practica un amplio abanico de fantasías sexuales. Siempre desde el punto de vista del respeto. En una orgía nunca pasa nada que no quieras que pase y entre las normas más visibles del código de conducta está la de respetar un “no” como la cosa más sagrada, sea en el momento que sea de la relación sexual. Además del uso del preservativo como medida de prevención, cuando se están teniendo relaciones con desconocidos”.
El secretismo todavía envuelve estas practicas, consideradas aún por muchos como una aberración. El sexólogo Santiago Frago reconoce como a su consulta llegan a veces parejas o personas que, tras meditar durante mucho tiempo, se plantean la posibilidad de asistir a una orgía, una de las fantasías sexuales más comunes de la mayoría. “Al principio da un poco de miedo y las parejas se preguntan sobre las consecuencias que esto puede traer a su relación, aunque entre los habituales de este estilo de vida hay un dicho que apunta: el sexo en grupo nunca ha hecho que un mal matrimonio sea bueno, pero si ha hecho que un buen matrimonio sea mejor. Todo depende del grado de complicidad y madurez de los integrantes”.
Fotograma de ‘Eyes wide shut’.
Cordon Press
La primera vez que Fernando fue a una orgía, como él recuerda, “mi mujer y yo íbamos llenos de contraseñas y códigos para marcharnos o hacer determinadas cosas sin ofender a nadie. Por ejemplo, si me rascaba la oreja significaba que esa persona me gustaba o si me tocaba la nariz que era hora de irse. Con el tiempo uno se va relajando, pero mi afición se la cuento a muy poca gente. He tenido amigos que yo creía muy progresistas y que al sincerarme con ellos me han empezado a ver como a un sádico; otros a los que me gustaría contárselo y no lo hago, por temor a su reacción y algunos pocos cuya tolerancia me ha sorprendido gratamente. Pero yo creo que todavía puede traer graves consecuencias salir del armario en este ámbito”.
En las vidas de David y Joanne no hay lugar para el secretismo, ya que ellos aparecen en muchas de las fotos sobre fiestas liberales que publican en sus webs. David solo encontró apoyó familiar en dos parientes, mientras su mujer descubrió, sorprendida, que sus padres también eran aficionados al sexo en grupo. La prueba de fuego vino cuando debieron explicarle a su hijo que mami y papi se ganan la vida organizando orgías. “En la escuela le dijeron a que se dedicaban sus padres”, cuenta David, “ya que otros niños habían visto en Internet nuestras páginas –desgraciadamente muchos padres y escuelas no instalan el software de protección de contenidos eróticos–. Tuvimos que explicarle nuestra ocupación, pero es un chico maduro y acepta que tenemos el derecho de vivir nuestras vidas como mejor nos guste, siempre que esto no dañe a terceros”.
Como se cuenta en el libro The Lifestyle: A look at the Erotic Rites of Swingers, de Terry Gould, (Random House) la psicóloga y superviviente de Auschwitz, Edith Eger, reveló en una convención de swingers que hubo en California, en 1996, que incluso en los campos de concentración, en medio del infierno, la gente practicaba esta modalidad sexual.
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