Faithfull the brand: qué hay detrás del vestido de flores que Kate Middleton agotó en horas
Fundada en Bali en 2012, la firma no ha dejado de ganar propularidad gracias a sus diseños a precios razonables que evocan un verano perpetuo.
Apenas unas horas después de que Kate Middleton apareciera hace unas semanas luciendo un vestido de flores en tonos pastel, el modelo ya estaba agotado en la web de la marca detrás del diseño, Faithfull the brand. Así lo confesaban las creadoras de la etiqueta, Helle Them-Enger y Sarah-Jane Abrahams, a la edición australiana de Vogue aún perplejas al descubrir que la duquesa de Cambridge era fanática de sus diseños. «Durante la primera hora después de su aparición vendimos 50 unidades y hacia el mediodía el vestido ya se había agotado en todo el mundo», explicaron añadiendo su intención de hacer una pequeña reposición para aquellas que se hubieran quedado sin el suyo.
El éxito de ventas confirma dos cosas: la primera, que el ‘efecto Kate’ sigue imparable y la duquesa está en plena forma en esto de agotar todo lo que se pone (según un estudio publicado en 2016, el 29% de las británicas quieren vestirse como ella). La segunda, que Faithfull the brand es una de las marcas a las que no deberíamos perder la pista. Desde su nacimiento en 2012 muchas han sido las celebrities, de Katy Perry a Sofia Vergara pasando por Sienna Miller, Irina Shayk o Hailey Bieber, que han contribuido a aumentar su popularidad en todo el globo, pero los últimos tiempos sus diseños que evocan un verano eterno han logrado especial atención gracias a su defensa de los vestidos y prendas de tendencia y una cuidada estética que se traduce en cientos de miles de seguidores en su cuenta de Instagram.
La firma, que debe su nombre a uno de los iconos de estilo que inspiran sus creaciones, la cantante y actriz Marianne Faithfull, transmite el espíritu indonesio –sus fundadoras se conocieron en Bali y allí se asentaron para crear el proyecto– los 365 días del año. Da igual la temporada, de sus perchas no colgarán jamás abrigos ni pantalones largos: su ADN se conforma a base de minivestidos repletos de flores retro, faldas midi con idénticos estampados o tops que se atan a la altura del ombligo reivindicando la despreocupación estival. Bebiendo del imaginario de los años 60 y 70, pero fieles a las tendencias más actuales –este año, por ejemplo, en su catálogo abundan los vestidos de escote cuadrado y manga abullonada– la firma ha logrado hacerse un notable hueco en el armario de prescriptoras de moda como Lucy Williams o las españolas María Bernad y las hermanas Cuesta, que protagonizaron una de sus cuidadas campañas hace unos meses.
También han encontrado su lugar en templos del lujo como Net-a-Porter o Selfridges, así como en gigantes de la moda online para todos los bolsillos como Asos, Revolve o la española Alo Nui. Sus precios razonables, que van desde los 200 euros de un vestido a los 90 de un top han tenido mucho que ver en ese posicionamiento. Prendas confeccionadas por artesanos indonesios enarbolando la bandera de la sostenibilidad y un universo aspiracional hacen de ella una firma cool, al tiempo que los contados ceros de sus etiquetas la convierten en una de las pocas marcas que el común de los mortales puede copiarle a Kate Middleton. Un equilibrio difícil de conseguir que cada vez intentan lograr más firmas. La danesa Ganni, la estadounidense Reformation o la francesa Rouje son tres buenos ejemplos de este fenómeno.
El sugerente universo que rodea a la marca también es responsable de su notoriedad. Sus imágenes, disparadas en destinos tan variopintos como Ibiza, Marruecos, Acapulco, Palm Springs o Mallorca apelan al viaje estival como otra de sus señas de identidad. «Quisimos crear piezas que nuestras clientas pudieran usar fuera de la oficina y durante sus viajes, para que se sintieran cómodas y guapas al mismo tiempo», explicaban las fundadoras a la edición británica de Harper’s Bazaar. De ahí que los trajes de baño con pareo y sombrero de pescador a juego o los bolsos de cuentas o lona formen también parte de este verano sin caducidad que ha conquistado a la mismísima Kate Middleton.
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