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Esa camiseta vieja y gastada de Nirvana puedes venderla por 1.000 euros

El furor por el merchandising nostálgico de giras musicales dispara los precios en las tiendas de culto. Kanye West, Rihanna o Guns N’Roses ven el filón y sacan sus prendas de los estadios para venderlas en tiendas efímeras.

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Chapel NYC

Es la plaga del verano. Pasearse por cualquier tienda low cost durante esta temporada lo certifica: Mango o Zara han homenajeado a Bowie, Topshop a Metallica y la fiebre melómana también llegaba a H&M con camisetas de ACDC o Led Zeppelin. La apabullante invasión de camisetas de grupos se ha visto en los comercios y en la calle. No ha habido instamodelo o famosa a la que persiguen los papparazzi que haya desaprovechado la oportunidad de lucir su diseño particular y podríamos decir que todo esto tiene hasta su propio género, bajo el paraguas de galería online con el título Famosas luciendo camisetas ‘cool’ de bandas rock: Selena Gomez (Guns N’Roses), Alessandra Ambrosio (Pink Floyd), Kendall Jenner (ACDC, T. Rex), Jessica Stam (Anthrax) u Olivia Wilde con un modelo gastado de Springsteen hasta en la alfombra roja. Y así un largo etcétera rendido a la prenda del verano. La camiseta rockera nostálgica (con aspecto deslucido y si está agujereada, mejor) está por todas partes.

http://instagr.am/p/BAnsBp-w91r

Hay quien ha visto el filón y ha decidido sacar rédito de ello. Lo sabe Alessandra Brown, copropietaria de Chapel, una tienda online con base en Nueva York de la que son clientes Kanye West o Rihanna y que se especializa en eso: en vender camisetas y sudaderas antiguas de rock y hip hop a precio de sangre de unicornio (la camiseta agujereada de Nirvana que encabeza este artículo se puede comprar en su web por 900 euros –1.000 dólares– y esta de los Rolling Stones, por ejemplo, se comercializa a unos 500 dólares). Brown trabajaba de relaciones públicas de la firma lencera de lujo Kiki de Montparnasse, cuando a principios de año se le encendió la bombilla y vio que el negocio de camisetas rockeras era más que un hecho. Convenció a su marido (John Neidich, RRPP de varios clubs nocturnos de la ciudad) de aliarse con su ‘camello’ de camisetas, Patrick Matamoros, el tío que vendía camisetas retro en una esquina del Soho (y que por vender modelos difíciles de encontrar de Grateful Dead o Sex Pistols en plena calle había sido arrestado un par de veces) para montar un showroom en su apartamento. En pocos meses, ya ha conseguido que Kim Kardashian o A$AP Rocky se sumen a su lista de clientes. Su última campaña, en una especie de guiño acorde a su catálogo, la protagoniza Alexandra Richards, hija de Keith Richards, guitarrista de los Rolling Stones.

http://instagr.am/p/BC_BJPYQ92_

«Tengo una regla: si vas a vestir una camiseta, al menos deberías saber tres canciones de la banda», ha explicado la copropietaria de Chapel recientemente a Vogue USA, con una aclaración que enervaría a los fans fatales de estas bandas emblemáticas: Brown primero se interesa por el modelo de camiseta y, si le gusta el dibujo y la tipografía, se estudia parte de su repertorio para no quedar mal si alguien le pregunta en su showroom. «A ver, no soy una fan de Iron Maiden, pero me dije: ‘vale, vas tener que escuchar toda su música, leerte su página de Wikipedia e informarte de todo porque si alguien te pregunta, tienes que estar lista'».

El furor por el merchandising que se salga de la norma y alternativo a todas esas camisetas que han invadido el low cost no se queda solo en esta tienda online. Los grandes artistas han comprendido que el negocio también está fuera de los estadios y están empezando a montar tiendas efímeras donde vender el material relacionado con sus discos durante unos días. Kanye West sembró la locura en marzo en Nueva York poco después de lanzar The life of Pablo (había cola para acceder al local en Brookyln desde horas antes de su apertura). La gente dejó los percheros vacíos en cuestión de horas y prodigaron las fotos de personas saliendo con bolsas llenas de camisetas). Meses después la estampa se repitió en París, cuando volvió a montar una pop up relacionada con su disco: la cola para acceder daba la vuelta a la manzana en el local que alquiló durante varios días cerca del Palacio Real y en el que sus sudaderas duraron un respiro. Rihanna, la mujer capaz de agotar en horas una sandalias con pelo, también se sube al carro y vendió durante la semana pasada en ese templo del moderneo parisino que es Colette su anti-merch, es decir, el merchandising de su gira. ¿El resultado? Colas para hacerse con alguno de los productos de su gira o de sus colaboraciones con Puma o Manolo Blahnik.

Pero Nueva York, sin duda, es la capital en esto de mercadear con el merchandising por un tiempo limitado. Drake montó una tienda efímera en abril y Justin Bieber se alió con V-Files para hacerlo durante dos días… y la policía tuvo que acabar custodiando la cola en el Soho (desde Racked indicaron, además, que los primeros en la cola no eran believers precisamante, sino especuladores que después vendieron las sudaderas por el doble del precio de salida en VFiles). Los últimos en sumarse ha esta nueva tendencia han sido los Guns N’Roses, que han vendido en el antiguo local del CBGB durante varios días camisetas, bombers y chaquetas de piel, diseñadas en exclusiva para el local de John Varvatos. Es el momento de hacerse con alguna, en 15 años igual se venderá por 1.000 euros.

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