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El retorno del Hervé Léger, el incómodo y sexual vestido fetiche de las celebridades de los ochenta y los dosmil

El revival de los dos mil ha alcanzado el mundo de la noche, y la noche de este periodo llevaba la firma de Hervé Léger: analizamos el regreso del vestido bandage a nuestros armarios.

El diseñador Hervé Léger presentaba su colección en 1992.
El diseñador Hervé Léger presentaba su colección en 1992.Pool ARNAL/GARCIA (Gamma-Rapho via Getty Images)

El Museo Madame Tussaud de Londres presentó en 2015 la primera figura de cera con la que podías hacerte un selfie. Era, como no podía de ser de otra forma, la figura de cera de Kim Kardashian, vestida con una réplica exacta del minivestido blanco perlado de Balmain que la celebridad lució en su despedida de soltera, celebrada en París en 2014. El matrimonio conformado por Kanye West y Kim Kardashian inició una nueva era en el estilo de esta, que dejó a un lado sus conjuntos de party girl para rendirse a las siluetas ajustadas, el nude y el minimalismo a la Kim y, el Balmain escogido por el museo de cera de Londres representaba a la perfección aquella transición. Cinco años antes el Museo Madame Tussaud de Nueva York había escogido otro vestido para inmortalizar el espíritu de 2010 a través de la figura de cera de Kim Kardashian: un ajustado vestido de bandas en rosa chicle firmado por Hervé Léger.

Lindsay Lohan en un evento luciendo un Hervé Léger en blanco y negro. Un look 2×1 con el que después podía irse de fiesta. FOTO: Getty Images
Lindsay Lohan en un evento luciendo un Hervé Léger en blanco y negro. Un look 2×1 con el que después podía irse de fiesta. FOTO: Getty ImagesLawrence Lucier (FilmMagic)

Hervé Léger fue la marca fetiche de las famosas hacia el final de los 2000: Lindsay Lohan se ponía sus vestidos tanto para asistir a alfombras rojas como para salir de fiesta, también Paris Hilton los lució en más de una juerga nocturna. Victoria Beckham, Mischa Barton, Gisele Bündchen, Rihanna, Miranda Kerr o Jennifer Lopez se enfundaron en sus Hervé Léger para pisar cócteles, presentaciones y estrenos. La marca alcanzó un pico de popularidad en 2009, cuando Serena Van Der Woodsen, el personaje interpretado por Blake Lively, lo llevó en varios capítulos de Gossip Girl. Kim Kardashian fue quien más veces lució la marca en sus apariciones públicas al tiempo que su fama iba en aumento y quizás Hervé Léger fuese precisamente la chispa que alumbró la idea de la marca Skims. Hervé Léger se convirtió, de la noche a la mañana, en el uniforme favorito de las chicas populares que salían de fiesta. Y luego desapareció.

La marca nació en 1985, fundada por el diseñador Hervé Peugnet, quien había comenzado su carrera en el mundo de la moda con Karl Lagerfeld, para quien trabajó como ayudante tanto en Fendi como en Chanel. Fue precisamente Lagerfeld quien le recomendó cambiar su apellido de cara a construir su propia firma y que buscase algo «más ligero». Y de ‘ligereza’ en francés (légèreté), se inventó Léger. Desde sus inicios, Hervé Léger apostó por el tipo de vestido que terminaría convirtiéndose en icono: bandas elásticas de tela que se ajustaban a la piel y marcaban la silueta femenina. Así se creó el vestido bandana o bandage que a finales de los ochenta y principios de los noventa lucieron arriba y abajo de las pasarelas supermodelos de la talla de Cindy Crawford, Eva Herzigova o Carla Bruni. Los precios del vestido estrella de la firma oscilaban entre los 500 y los 2.000 dólares.

En 1989, el cantante Robert Palmer lanzó el videoclip de su tema Simply Irresistible e, inmediatamente, convirtió los vestidos bandage en sinónimo de sensualidad y objetos de deseo. En el videoclip, Palmer aparecía rodeado de las modelos Julie Pankhurst, Patty Kelly, Kathy Davies, Mak Gilchrist y Julia Bolino, quienes bailaban enfundadas en vestidos bandage en rosa, naranja y morado. La hipersexualización femenina del videoclip de Palmer convirtió este tipo de vestidos en un auténtico fetiche erótico. Tras el boom de inicios de los noventa, en 1998 la firma fue adquirida por el grupo BCBG Max Azria y Hervé Léger volvió a su apellido original para lanzar una nueva marca. Entonces llegaron los dos mil.

«El vestido bandage es un it dress arquetípico porque muy pocas mujeres se ven bien con él, que es el punto central de un it dress», escribía la periodista británica Tanya Gold en el año 2008 en una ácida crítica en el diario Daily Mail, después de que famosas como Cheryl Cole, Lindsay Lohan o Kate Winslet empezaran a llevarlo en las alfombras rojas. «Me encanta cómo lucen, pero parecen un poco incómodos», escribió la periodista Elle Fowler en 2010 sobre su colección primavera-verano en la edición estadounidense de la revista Marie Claire, «parecen demasiado rígidos y probablemente sea difícil sentarse con ellos… pero la moda no siempre es cómoda». Aquella incomodidad, así como un diseño que, ciñéndose tanto a la silueta, también marcaba cualquier defecto y lo hacía apto solo para aquellas mujeres muy seguras de sí mismas, eran lo que convertían los vestidos de Hervé Legér en iconos improbables y, sin embargo, acompañaron a las famosas en el periodo de los dos mil caracterizado por las salidas nocturnas y las fiestas.

En 2015, la marca pasó por una polémica que terminó en despido: el director general en Inglaterra de BCBG Max Azria, Patrick Courderc, declaró al Daily Mail que las mujeres «voluptuosas» y aquellas con «caderas muy prominentes y un pecho muy plano» deberían evitar los Hervé Léger, también declaró que «si eres una lesbiana comprometida y has llevado pantalones toda tu vida, desde luego no querrás comprar un vestido de Léger». La polémica, unida a que los vestidos de la firma se habían vuelto tan populares que los grandes outlets de moda ya los habían imitado en todas sus posibles variaciones y colores, hizo que las celebridades poco a poco comenzasen a olvidar sus Hervé Legér en el fondo de sus armarios.

Britney Spears en el año 2007 con un Hervé Léger en rojo, combinado con unos tacones negros. FOTO: Getty Images
Britney Spears en el año 2007 con un Hervé Léger en rojo, combinado con unos tacones negros. FOTO: Getty ImagesMarc Andrew Deley (WireImage)

En 2022 están regresando muchas de las tendencias de los dos mil: desde el chándal de terciopelo de Juicy Couture que puso de moda Paris Hilton a las gorras Von Dutch, pasando por los controvertidos y poco populares vaqueros de tiro bajo o los zapatos de plataforma. Y también el vestido bandage de Hervé Léger ha hecho su reaparición. Tal y como teorizaba la periodista Liana Satenstein en un artículo para la edición estadounidense de Vogue, la vuelta de este vestido puede estar relacionada con la vuelta de la noche a nuestras vidas: «Tengo la hipótesis de que el regreso del vestido se puede atribuir al regreso de la vida nocturna. Si las personas tienen la oportunidad de salir, quieren que las vean, quieren vestirse bien y llevar cosas que no han usado antes. Cuando te pones un Hervé Léger, realmente hace maravillas». La periodista reconocía haberse vuelto a enamorar de la firma tras llevar un vestido a un evento. Hacia esa misma teoría apuntaban en un artículo de The Cut titulado Vuelve la tiranía del vestido ‘bandage’, donde explicaban cómo la búsqueda de vestidos Hervé Legér había ido en aumento en páginas de ropa de segunda mano especialmente en 2022: «La gente se está rebelando contra la vestimenta práctica y cómoda que ha sido su uniforme durante los últimos años. Ahora se visten y salen, optando tanto por estilos que muestran la piel como por el cuerpo». Parece que en 2022 las mujeres están deseando salir de fiesta, y no hay mayor inspiración para las salidas nocturnas que el vestido de party girl por excelencia.

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