El caso Kendall Jenner: así le quitó el puesto a Gisele Bündchen como modelo mejor pagada
La revista Forbes publicaba su lista de modelos mejor pagadas del mundo y, para sorpresa de nadie, Kendall Jenner le ha arrebatado el primer puesto a Gisele Bündchen. ¿Qué significa esto para el mundo de la moda?
OPINIÓN. La revista Forbes ha publicado su lista de modelos mejor pagadas del mundo y, para sorpresa de nadie, Kendall Jenner le ha arrebatado el primer puesto a Gisele Bündchen… La pregunta es urgente: ¿Qué significa esto para el mundo de la moda?
Es oficial: Kendall Jenner le acaba de robar el puesto de “modelo mejor pagada del mundo” a Gisele Bündchen. Y cualquiera pensará: bueno, vale, es que Gisele se lo estaba buscando. Primero, porque estaba cantado que su decisión de abandonar las pasarelas en el año 2015 le acabaría pasando factura. Y no solo eso: por mucho que se quiera a la Bündchen, y mira que se la quiere, hay que reconocer que lleva un par de añitos dando una serie de palos de ciego que no se entienden.
Que si ahora lanza un coffee table book, que si se mete como corresponsal en un programa de National Geographic… Este tinglado suena a cuando tu padre se jubila y ves que no sabe qué hacer con su existencia, así que acaba metido en mil embolados que ni él mismo entiende pero que, oye, es que algo tiene que hacer con su vida y con su tiempo, ¿no? ¡Respect!
Sea como sea, la trampa de todo esto es la siguiente: ¿cómo se mantiene Gisele Bündchen como la modelo mejor pagada durante dos años viviendo al completo de espaldas a la pasarela? ¿Cómo puede ser que no le arrebataran el cetro antes? Para dar respuesta a esto, como siempre, hace falta un poco de perspectiva histórica.
Al fin y al cabo, cuando Gisele fue coronada como modelo mejor pagada del mundo en el lejano 2002 (lo que, por cierto, arroja una nada desdeñable suma de quince años como reina en su trono de oro y alabastro), muchas fueron las voces que empezaron a señalar un cambio generacional que puede resumirse con esa máxima que odias pero que a veces, admítelo, se te acaba escapando: es que las cosas ya no son lo que eran. En 2002, el advenimiento de Bündchen implicaba que “las cosas ya no son lo que eran” porque, de repente, la modelo mejor pagada lo es no solo en base a su trabajo en pasarela, sino en base también a todo un conjunto de conceptos que empiezan a orbitar alrededor del oficio de modelo: exclusivas con marcas, colaboraciones creativas, lanzamiento de productos propios…
¿Te suena? Claro que sí: el hecho de que Kendall Jenner le haya arrebatado la corona a Gisele Bündchen es un caso patológico de “matar a la madre” (ya sabes: ese delicado momento en el que superas a tu mentor y, por mucho que duela, has de “matarlo” figurada y freudianamente). No es que Gisele le diera ningún tipo de clase a Kendall porque ahí está la madre de las Kardashian para reclamar la autoría de todas las clases de su hija. Estoy diciendo que la Bündchen, más que una tipología de modelo en sí misma, ha sido una especie de puente entre dos tipologías si no antitéticas, sí considerablemente diferentes.
Porque en la Jenner no queda (casi) nada de la icónica generación de modelos de los 90 epitomizada en aquella mítica frase en la que Linda Evangelista hablaba de ella y de su amigui Christy Turlington: “No nos levantamos de la cama por menos de 10.000 dólares al día”. Y, ojo, porque con 10.000 dólares al día se refería al dinero que cobraban por desfilar, no por el que hicieran con portadas y exclusivas y sex tapes y líneas de maquillaje y todas esas mandangas que, a día de hoy, y en parte gracias a Jenner y periferias, entendemos como intrínsecas al oficio de modelo.
Puede que cualquier tiempo pasado fuera mejor. O puede que no. Pero está claro que el paradigma de súpermodelo que muchos ligan a la mítica portada de Peter Lindbergh protagonizada por Naomi Campbell, Linda Evangelista, Tatjana Patitz, Christy Turlington y Cindy Crawford fue algo que brilló con fulgor en la década de los 90… También algo que empezó a disolverse con la aparición de modelos como Gisele Bündchen (que, pese a todo, conserva muchísimo de súpermodelo) y de lo que ya prácticamente no queda nada.
Las cosas ya no son como eran. Y, ahora, Kendall Jenner es la modelo mejor pagada del mundo porque, fundamentalmente, ha amasado ni más ni menos que 22 millones de dólares en el último año. Gisele pasa al segundo puesto con un sueldo nada desdeñable de 17.5 millones de dólares (sin pisar una pasarela, recuerda). La cuestión es que, en el caso de Jenner, hay que tener en cuenta que sus ganancias vienen de acuerdos con marcas como Estée Lauder, La Perla o adidas. Luego está el reality con su familia, del que seguro que saca algunas perras, y también la línea de ropa Kendall + Kylie junto a su hermana menor. Y, por mucho que sea una práctica cada vez más perseguida por el fisco, está claro que tener más de 85 millones de followers en Instagram es algo que la modelo ha de rentabilizar de alguna forma u otra.
Entonces llega el momento de leer la letra pequeña: ¿qué significa realmente que Kendall le haya arrebatado la corona a Gisele? Más allá del necesario debate de la edad, en el que no hace falta entrar porque Bündchen solo tiene 37 años (y, por suerte, la inclusividad de modelos de todas las edades empieza a ser algo cada vez más extendido… o eso nos chifla pensar), la principal diferencia está ahí, en la superficie. Y es tan vistosa como dolorosa: la modelo mejor pagada del mundo ya no lo es por poner su trabajo al servicio de otros y trabajar junto a ellos para engrandecer el concepto de la moda, sino más bien por poner el trabajo de los demás al servicio del engrandecimiento de su propia persona pública.
Todo está ligado: el de las modelos siempre ha sido un oficio aspiracional, ya fuera como espejo del concepto de belleza y estética y estilo y savoir faire en cada época o, a partir del momento en el que empezamos a poner lo de “súper” delante de lo de “modelo”, también como vida a la que aspirar, como fiesta 24/7 rodeada de ricos y famosos. Lo segundo, sin embargo, ha ido ganando terreno a lo primero conforme han ido avanzando los años: claro que molaba ser Linda Evangelista, pero molaba más todavía ser Kate Moss y todas las que vendrían detrás.
En un momento histórico en el que el culto al yo ha alcanzado nuevas cotas de locura “gracias” a las redes sociales y a esas burbujas virtuales que nos hacen pensar que somos alguien (y, sobre todo, que “podemos” ser alguien), tiene sentido que Kendall Jenner sea la modelo mejor pagada del mundo. Ha sido una ruta natural: las súpermodelos siempre necesitaron al mundillo de la moda para construir su fama; Gisele Bündchen abrió brecha hacia la tipología de modelo como marca personal propia; y, finalmente, Jenner ha acabado por demostrar que no necesita a otros para nada, porque bien podría seguir siendo la mejor pagada del mundo aunque solo conservara al mínimo común denominador que se le pide a una modelo (qué se yo: hacer una portada para Vogue, encabezar un desfile al año… Que cada uno ponga aquí lo que considere que es básico para que alguien pueda ser llamado modelo).
Ya no es el mundo de la moda el que ayuda a la modelo a escribir la narrativa de su propia carrera, sino que su carrera está escrita por ella misma en sus propios términos. Y, a veces, como quien no quiere la cosa, los diseñadores (y el mundo de la moda en general) son meros invitados pasajeros en un mundo más amplio, el del show business y las celebrities y las influencers, dentro del que la moda es solo un pedacito minúsculo del gran pastel.
Habrá quien vea aquí un interesante caso de empoderamiento, habrá quien celebre la reinvención de las reglas del “juego” de las modelos, pero también habrá quien lamente el hecho de que todo esto viene a significar, al fin y al cabo, el canto del cisne de un concepto de modelo en vías de extinción. La lista de las modelos mejor pagadas del mundo (siempre según Forbes) todavía conserva grandes nombres de la Generación Bündchen entre los diez primeros puestos: ahí están Chrissy Teigen y Adriana Lima, por ejemplo. Pero pisándole los talones vienen las Hadid, Karlie Kloss y Rosie Huntington-Whiteley, entre otras que ya están currando en la definición del término “modelo” como profesión / puerta de acceso a un mundo más amplio, más allá de la moda, cada vez más enquistado en el culto al yo de la era de Instagram.
Los tiempos cambian. Y, de hecho, está bien que los tiempos cambien porque, sinceramente, aquí y ahora es más entretenido seguir a Kendall Jenner que a Gisele Bündchen. Pero eso no quita que no podamos permitirnos un desliz de melancolía al mirar atrás y ver que lo que se aleja en el tiempo molaba. Y molaba muchísimo. Porque todo esto ya lo hemos vivido y, sí, claro, Cindy Crawford no solo vivía de la moda y ya hizo un anuncio para Pepsi en el año 1992 (un anuncio que se acabaría convirtiendo en icono capaz de explicar su propio tiempo). Pero… Vaya diferencia entre aquel anuncio de Pepsi y el de Kendall Jenner, ¿eh?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.