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Circularidad y ‘upcycling’: cómo el reciclaje puede salvar el futuro de la moda

La industria reivindica nuevas formas de producir y consumir moda para enfrentar la crisis climática y reducir su huella de carbono a cero

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En la carrera hacia la sostenibilidad, se necesitan nuevas formas de hacer moda. Los datos son alarmantes y reflejan que el paradigma actual, basado en ese usar y tirar compulsivo, carece de sentido. Cada año se consumen en el mundo cerca de 70 millones de toneladas de ropa y tan sólo en España, según la Asociación Ibérica de Reciclaje Textil, se generan cerca de 800.000 toneladas de residuos textiles anuales. La buena noticia es que la crisis climática ha despertado la conciencia tanto de consumidores como de las firmas, que han empezado a revisar toda su cadena de producción, desde las materias primas al uso que hacen de los recursos, para abrazar prácticas más ecológicas.

«Necesitamos revisar el marco regulatorio actual para reconocer el capital natural como un activo valioso. De hecho, la mejor inversión a largo plazo que podemos hacer es en la naturaleza, porque la estabilidad climática y la biodiversidad son dos caras de la misma moneda», defendía la política francesa Brune Poirson en una tribuna de Project Sindicate. Ante el desafío de convertir la industria de la moda –si bien no es la segunda más contaminante, es posible que ocupe un puesto importante–, en una aliada más del planeta, la secretaria de Estado de Medio Ambiente de Francia ha impulsado en los últimos años acuerdos como el Proyecto de ley contra el gasto y por la Economía circular, mediante el cuál las firmas deben donar, reciclar o reutilizar los productos sobrantes. 

Las nuevas equipaciones de fútbol de Nike están hechas con poliéster reciclado, un tejido con el que la firma evita que 1 billón de botellas de plástico acabe cada año en la basura.
Las nuevas equipaciones de fútbol de Nike están hechas con poliéster reciclado, un tejido con el que la firma evita que 1 billón de botellas de plástico acabe cada año en la basura.

Son muchas las marcas que están adoptando este tipo de prácticas de forma voluntaria, conscientes de que el modo de producción actual explota nuestros recursos de forma devastadora. El agua es uno de los más afectados. Se necesitan entre 5.400 y 16.000 litros para producir 1 kilo de algodón; y el uso de productos químicos utilizados en el proceso perjudica la biodiversidad. De hecho, la industria de la moda actualmente genera el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. ¿Cómo invertir las cifras? Términos como ‘upcycling‘ o ‘circularidad’ empiezan a formar parte de nuestro vocabulario cotidiano. Son prácticas alternativas que muchos expertos señalan como el futuro, e incluso la salvación, de la moda, con las que se puede alargar la vida útil de las prendas, reduciendo su huella de carbono y el derroche enérgico.

La importancia de los materiales

“La elección de materiales es algo más que una selección de materiales. Está en un micro-nivel. Se trata del método de fabricación. Se puede utilizar el mismo hilo, por ejemplo, ¿pero estoy diseñando de una manera que minimiza el desperdicio? Hay muchas consideraciones en la manufactura a tener en cuenta: ¿Qué tipo de colas estás utilizando? ¿Qué tipo de puntada estás dando? ¿Cómo podemos reciclar los residuos para crear nuevos materiales?”, se pregunta Golnaz Armin, Directora senior de diseño de materiales de Nike, en Circularidad: Guiando el Futuro del Diseño, el libro blanco que ha publicado recientemente la marca deportiva como parte de su compromiso sostenible, en el que establece nuevas pautas de diseño para tener un impacto más positivo en el entorno. Porque sin Planeta, tampoco hay deporte.

El camino hacia la sostenibilidad empieza en la elección de materiales, un pequeño gesto con el que muchas firmas están logrando reducir sus residuos y emisiones.
El camino hacia la sostenibilidad empieza en la elección de materiales, un pequeño gesto con el que muchas firmas están logrando reducir sus residuos y emisiones.

Basta con revisar las etiquetas de nuestra ropa –poliamida reciclada, fibras Tencel Lyocell, algodón Better Cotton– para confirmar esa tendencia hacia un uso responsable de los tejidos. Un gesto inteligente con el que las firmas responden a las nuevas exigencias del consumidor, logrando reducir costes de producción y residuos. «Nuestro nylon reciclado se obtiene a partir de una amplia variedad de materiales, como alfombras y redes de pesca usadas. Se limpia, se clasifica y se desmenuza en virutas antes de someterse a los procesos de reciclado mecánicos o químicos. Este nuevo hilo de nylon reciclado nos permite reducir nuestras emisiones de carbono hasta un 50 % en comparación con el nylon virgen», apuntan desde el equipo de diseño de Nike. A su vez, la utilización de poliéster reciclado rebaja las emisiones de carbono hasta un 30% y evita que 1 billón de botellas de plástico acabe cada año en la basura; mientras que con el algodón sostenible, certificado mediante la iniciativa Better Cotton, se reciclan 1,5 millones de libras al año y se aseguran la salud de los campos de cultivo así como los derechos de los agricultores.

Reutilizar sin renunciar al diseño

Esta nueva cultura del aprovechamiento demuestra además que la sostenibilidad no está reñida con el diseño. Este año, muchos diseñadores, obligados por las restricciones de la pandemia, han tirado de «fondo de armario» para configurar sus colecciones SS21 y convertir el upcycling en la tendencia estética de la temporada. Todas las prendas patchwork de la colección de Marni se crearon a partir de prendas ya existentes, la colección de Gabriella Hearst contenía un 60% de piezas recicladas de su taller, mientras que Miu Miu anunció el lanzamiento de Upcycled, una colección cápsula compuesta de 80 vestidos, remodelados a partir de prendas antiguas y piezas conseguidas en tiendas vintage.

Pero las posibilidades del upcycling van más allá de la estética patchworkFirmas como Nike, que mediante el proyecto Move to Zero se ha comprometido a reducir a cero los desperdicios, han logrado convertir sus propios deshechos en auténticos objetos de deseo. Zapatillas como las futuristas Space Hippie –inspiradas en la en la vida en Marte y, en consecuencia, en la escasez de recursos– son ejemplo de ello.

La colección Space Hippie demuestra que se puede hacer objetos de deseo a partir de restos de producción.
La colección Space Hippie demuestra que se puede hacer objetos de deseo a partir de restos de producción.

Cada detalle de su diseño implica una nueva vida de los materiales: el tejido Flyknit procede en un 85% de elementos reciclados, como botellas, camisetas o restos de producción; el sistema de amortiguación es un combinado de restos y espuma de las zapatillas Vaporfly 4%; y las suelas, creadas con Crater Foam, están hechas de una mezcla de espumas con un 12% de goma Nike Grind. «La reducción de materiales vírgenes reduce nuestra huella de carbono y los gránulos de la goma Nike Grind crean una textura y una mezcla de colores única en cada modelo», defienden desde la firma. Un ejemplo más de que se puede practicar la sostenibilidad a gran escala.

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