A Coruña más allá de la filosofía Inditex
En esta ciudad gallega se concentran algunas de las marcas de moda más interesantes del panorama español. Y no hablamos de Zara y Uterqüe.
En términos de moda, hablar de A Coruña es hablar del imperio de Amancio Ortega. Inditex ha sido fundamental para posicionar a la ciudad gallega, nadie lo niega, pero no es la única marca coruñesa que llega a un público internacional. La ciudad ha incubado una escena slow fashion que se abre paso sin tener que inaugurar tienda en la Quinta Avenida. A orillas del Atlántico prosperan un puñado de empresas pequeñas con grandes miras. Masscob triunfa con sus diseños boho chic en Nueva York, Milán, Londres y París y mantiene showrooms en Francia, Italia y los Países Bajos. Las delicadas joyas de Sansoeurs han aparecido en el blog de Garance Doré y en portadas de Vogue. Los minimalistas bolsos de Castor Polux cuentan con fans en Japón. La firma de punto artesano Knitbrary, con más de 10 puntos de venta internacionales, presenta colecciones en París y Florencia . Y las prendas de POE, de la diseñadora Leticia Garnelo, se vende en la cadena estadounidense Anthropologie. “Desde el primer momento tuvimos muy claro que queríamos centrarnos en el mercado internacional. Es posible hacerlo desde una ciudad como A Coruña”, explican Yolanda Estévez y Pedro Castellanos, de Knitbrary.
La tranquilidad, la calidad de vida entre el campo y el mar, la tradición textil o alquileres asequibles que facilitan montárselo por cuenta propia son algunos de los factores que contribuyen a que esta ciudad de unos 250.000 habitantes sea cuna de varias de las propuestas más interesantes de la moda española. Y, a César lo que es del César, nadie niega que Inditex ha contribuido a que los coruñeses sean más receptivos con la moda. Son dos maneras opuestas de ver la moda que sin embargo conviven pacíficamente. El gigante de Ortega es un importante motor económico para la ciudad y también un catalizador estético y social. Los turistas y visitantes no pueden evitar sorprenderse con los looks que se ven por las calles, de una sofisticación que rivaliza con los de cualquier capital de la moda. De hecho, en cuestión de moda, la ciudad ejerce de ensayo de las tendencias masivas. Dando vuelta por los locales que frecuentan los empleados de Inditex es posible hacerse una idea de lo que se llevará de manera multitudinaria la temporada siguiente.
“Gracias a Inditex la gente tiene más sensibilidad hacia la moda y el diseño, lo que nos beneficia” opina Cristina Sánchez, que creó Sansoeurs junto a su hermana Estefanía. “Reciben mercancía nueva cada semana, lo que favorece el consumo y han traído a profesionales de todo el mundo. Se está convirtiendo en una ciudad más despierta, sensible y activa. El único inconveniente es que los alquileres han subido”.
Una foto publicada por S a n s o e u r s (@sansoeurs) el
Rosa Corredoira, de Castor Polux. considera que Inditex proporciona formación práctica a jóvenes profesionales además de “educar” a la población la hora de vestir o decorar la casa: “Las tendencias están más a mano y eso se nota, aunque también diría que los coruñeses son bastante tradicionales”. Corredoira estudió diseño en Madrid y trabajó para otras empresas de moda gallegas como Antonio Pernas y Bimba & Lola. Tras cuatro años en esta última montó marca, que produce en Ubrique, como los grandes. Este tipo de lujo silencioso y atemporal es una constante en los diseñadores de la tierra. En Knitbrary, por ejemplo, trabajan con alpaca traída directamente desde Perú, donde también producen de manera artesanal. Su objetivo es hacer un archivo en donde encontrar las fibras naturales más exquisitas del mundo .
Los norteños comparten además una estética similar. “Es un estilo minimalista, sobrio, detallista y preocupado por la calidad”, afirma Rosa Corredoira. Cristina Sánchez, coincide con ella :”Tenemos en común la feminidad, un toque austero y la influencia de lo nórdico y lo japonés. ¡Será por el clima y la naturaleza!”
La crisis se cebó con el pequeño comercio y algunas vías del centro han sufrido una epidemia de cierres de la que la ciudad aún se recupera. Pese a todo, las cosas se van moviendo. El menú de las tascas se reinventa, las tiendas apuestan por los diseñadores locales, y cada vez es más habitual ver empresas como los helados gourmet Bico de Xeado o la ginebra artesana Vánagandr Gin que parten de la tradición y de los recursos de la tierra para darle nuevos aires: “ Últimamente han surgido proyectos muy bonitos”, asegura Cristina de Sansoeurs. «Cada vez hay más diseñadores, más restaurantes y negocios. Más ideas».
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