Mansur Gavriel: así se fabricó la marca de los bolsos básicos con lista de espera
Charlamos con las diseñadoras Rachel Mansur y Floriana Gavriel sobre cómo lograron convertir sus accesorios minimalistas y sencillos en éxito de ventas gracias a una estrategia basada en Instagram.
Simplificar ha sido el gran acierto de Mansur Gavriel. La marca fundada por Rachel Mansur y Floriana Gavriel en la primavera de 2012 logró pronto hacerse un hueco en la caprichosa industria de la moda apostando por lo seguro: bolsos de calidad y diseño sencillo a precios asumibles. Su bucket bag, una minimalista bandolera tipo saco, irrumpió en el mercado acompañado por largas listas de espera y mucho ruido mediático. No tenía nada fuera de lo común, pero se convirtió en objeto de deseo. ¿El motivo? Una estética pensada para disparar los ‘me gusta’ y una estrategia de comunicación centrada en Instagram.
«Al principio nos autofinanciábamos con nuestros ahorros. Por eso no podíamos producir más unidades de las que nos permitía nuestra infraestructura», explican al ser preguntadas sobre si la escasez inicial formaba parte de un plan. Fuera o no intencionada, terminó jugando a su favor: su posicionamiento como etiqueta exclusiva se fue consolidando al ritmo que se agotaban los bolsos en cada reposición. Las clientas debían tener la sensación de estar comprando un Birkin de Hermès por una ínfima parte. Sobre todo, después de ver sus bandoleras y totes colgando del brazo de celebridades como Kirsten Dunst o Karlie Kloss, o exhibidos en las estanterías de la exclusiva tienda de culto Opening Ceremony.
Siete años después de que su éxito viral mereciera ser calificado por The Business of Fashion como el primer it bag tras la crisis económica, su catálogo también contempla calzado y prêt-à-porter, manteniendo intacto el santo grial de la casa: la calidad y funcionalidad priman por encima de un diseño rompedor. «Pensamos en lo que nos gusta y damos importancia a los materiales, pero también a los colores y las formas. Nos interesa la belleza, pero sobre todo hacer piezas que sienten bien y no resulten incómodas», detallan desde su estudio en el Soho neoyorquino.
Los colores pastel se han convertido en la seña más reconocible de la firma, con predilección por lo que Pantone bautizó como «rosa millennial». Teñir del color de una generación no solo muchos de sus bolsos y zapatos, sino las paredes de sus tiendas y hasta los canapés que sirven en sus presentaciones no es baladí. La herramienta cromática, compartida por otras firmas como Glossier, & Other Stories o Everlane, resultó idónea para conquistar a un público concreto: «Mujeres de 25 a 40 años, con cierto poder adquisitivo y gusto por lo artístico», según explicó la periodista Véronique Hyland en The Cut, revista femenina de The New York Magazine.
«Pensamos cada detalle. Lo más importante para nosotras es crear un universo, una marca más allá del producto o de seguir las tendencias», repiten a lo largo de la entrevista. Y han elegido construir una en consonancia con la dictadura del like y los tiempos de Instagram, red social a la que le deben gran parte de su notoriedad y en la que sus fans se cuentan por cientos de miles. Allí publican preciosistas editoriales (una de las más virales fue disparada en La Muralla Roja de Calpe, el fotogénico edificio de Ricardo Bofill), una extensión digital del criterio estético que las creadoras compartían incluso antes de conocerse en un concierto de The XX hace 10 años. En aquella época, Rachel compaginaba varios trabajos de dirección de arte y Floriana había diseñado para firmas como Lanvin. «Nos obsesionaba la curtición vegetal y nos dimos cuenta de que no había muchos bolsos interesantes por un precio razonable. Así que nos lanzamos», explican.
El planteamiento ha funcionado: en 2016 se hicieron con el premio CFDA al mejor diseño de accesorios y un año después volvieron a convencer con su primera línea de ropa. «Crear prendas es muy distinto. Siempre quisimos ir más allá de un solo producto, pero ya es difícil hacer bien una única categoría, así que nos tomamos tiempo. Empezamos de la forma que podíamos hacerlo: nos centramos en una sola cosa y a la gente le encantó».
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