Alerta tendencia: llevarás el logo de una marca que no vistes
Las grandes firmas se apropian de los emblemas de otras marcas e ironizan con la logomanía. Todo vale menos el minimalismo del lujo discreto.
Después de repasar las principales colecciones presentadas en las semanas de la moda, podemos citar más de una decena de marcas que apuestan por estampar su logo, aumentado y bien visible, en las prendas que llevaremos el próximo invierno. Y lo mismo ocurre si echamos un ojo a lo que viene de cara a la inminente primavera: Loewe, Lanvin, Vetements o Louis Vuitton muestran sin complejos logotipos y anagramas en forma de bolsos, sudaderas, vestidos y hasta pantalones. La logomanía, que lleva años debatiéndose entre el éxito más rotundo y la desaparición definitiva, vuelve a marearnos una vez más: una temporada la tendencia pasa por plasmar (y lucir) el nombre de la firma y, la siguiente, el minimalismo más absoluto vuelve a invadirlo todo para recordarnos que el verdadero lujo es discreto y no precisa de apellidos.
Pero lo más novedoso de todo este asunto recae en las marcas que apuestan por apropiarse de logos que no son suyos. Moschino lleva unas cuantas temporadas haciéndolo (McDonalds, Barbie o el limpiacristales Ajax se suceden reversionados y transformados en su imaginario pop) y la diseñadora británica especialista en complementos, Anya Hindmarch, también ha adoptado en sus colecciones el emblema de varias marcas de cereales o de los supermercados Carrefour. Como era de esperar, todas estas creaciones encontraron su sitio en el street style, demostrando que no existe mejor lugar para ironizar con la moda que la calle. Ahora son las firmas que llevan el streetwear en su ADN (y que están adueñándose del cotarro) las que se apuntan a la tendencia.
Vetements, la marca que triunfa en París a pesar de su dudoso gusto estético, es la gran especialista. Lo mismo estampa su nombre utilizando la misma tipografía que la firma deportiva Champion que se marca una camiseta amarilla con letras rojas en las que puede leerse las siglas DHL en referencia a la empresa de mensajería. Hood by Hair hace lo propio dándole la vuelta al anagrama de The North Face, Au jour le jour transforma sus vestidos y bolsos en cajas de detergente y Opening Ceremony convierte sus propuestas en una oda a Kodak, icono por excelencia de la era predigital de la fotografía. Si en los 90 las falsificaciones que alteraban los nombres de las marcas reinaban en los mercadillos y hace unos años triunfaron las parodias de las grandes firmas (¿quién no recuerda COMME des FUCKDOWN o el lema infinitamente repetido Ain’t Laurent Without Yves?), parece que ahora ha llegado el turno de los diseños que, a medio camino entre la caricatura y la rebeldía, no tienen miedo a hacerle publicidad gratuita a firmas mainstream. Un gesto que, en cierto modo, desafía a la industria –distanciándola del propio mundo de la moda y acercándola a la realidad– al tiempo que apoya el mensaje de la reutilización y el reciclaje. Metamoda lista para satisfacer a aquellos que se cansaron de las sudaderas de Kenzo con logo XL pero que no comulgan con lo austero.
La apropiación logomaniaca ha llegado a tal punto que una nueva firma, Vetememes, está arrasando con sus chubasqueros que parodian la tipografía y el nombre de la exitosa Vetements. Por 59 dólares (precio irrisorio comparado con lo que cuestan las prendas originales de la marca francesa), la firma pre-vende los impermeables-meme en su web anunciando una espera aproximada de un mes para llevar a cabo la producción. Así la enseña experta en tomar prestados logos de otras marcas prueba ahora de su propia medicina.
En la otra cara de la moneda, están las marcas que insisten en hacer visible su logo (sin artificios ni dobles lecturas) a pesar de que hasta los consumidores asiáticos –que en el pasado adoraron estas prendas– parezcan cansados de ellas. Emilio Pucci, Rag & Bone, Fenty x Puma, Lacoste o la española ManéMané se trasladan a los 90 para recuperar las sudaderas lisas acaparadas por la tipografía. Incluso Alessandro Michele, epítome de la vanguardia con un toque nerd, ha recuperado la idea para Gucci. Además de faldas y cinturones estampados a base de ‘ges’, el director creativo contó en su última colección con el talento del artista callejero GucciGhost –también conocido como Trouble Andrew– para grafitear el nombre de la maison en bolsos y abrigos. Andrew, que soñaba con poder comprarse algo de la firma y empezó a simular su logo en todo tipo de objetos cotidianos, acabó fichado por la casa a la que había homenajeado y plagiado a partes iguales. La enésima e irónica vuelta de tuerca para demostrar la alianza entre la moda y la calle y probar que incluso las grandes casas van perdiendo el miedo a reírse de sí mismas.
Es precisamente en la línea de la (auto)parodia en la que se mueven estos dos últimos ejemplos. Lacoste, conocida por jugar con el tamaño de su cocodrilo u honrar a su fundador en forma de lemas virales como “René did it first”, ironiza con su esencia estampado las palabras “Un crocodile” o “Une crocoelle” en lugar de su icónica mascota. DKNY cierra el círculo con la prueba definitiva de que la logomanía, en sus diversas variantes, ha regresado. El dúo creativo formado por Dao-Yi Chow y Maxwell Osborne adornó sus piezas con acrósticos que satirizaban con las letras DKNY (“Don’t Knock New York”) y frases como “Insert logo here” (“Inserte el logo aquí»). Todo vale en la anarquía logomaniaca que nos invade.
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