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Las firmas españolas blindan su marca

El 84% de las firmas españolas están registradas para protegerse contra eventuales copias. Pero no vale con el nombre, también se inscriben tejidos, frases y posibles confusiones ortográficas o fonéticas.

Patentes españolas

El 16% de las firmas que desfilan en la semana de la moda de Madrid no tienen registrada su marca. El precio del proceso parte de 119,28 euros para España (incrementa en 77,27 euros por cada clase de productos para la que se quiera inscribir) y de 900 euros para la Unión Europea y, en tiempos de recortes, muchas dudan de la necesidad de invertir en blindar su nombre e insignias. Pero quizá la experiencia de Francis Montesinos les haga replantearse esta política. El 20 de abril de 1999 la empresa holandesa Sarvord Holding B.V. solicitó el registro de la firma Francis Montesinos para «prendas confeccionadas de uso externo e interno, calzados y sombrerería». El proceso duró varios meses, en los que la Oficina de Armonización del Mercado Interno (OAMI), la versión europea de la Oficina de Patentes y Marcas, se puso en contacto con el diseñador valenciano, que tuvo que defenderse de forma oficial. Él había registrado su nombre hacía menos de un año, en septiembre de 1998, y la OAMI canceló la intentona holandesa por «probabilidad de confusión, injusta ventaja y perjuicio» de una marca previamente registrada. Como él, el 84% de las empresas de moda españolas tienen muy claro la importancia de proteger su marca frente a aquellos que quieran aprovecharse de la fama ajena para colocar sus productos en el mercado. Tanto es así que ya no solo registran su nombre o su logo. Adolfo Domínguez inscribió el eslogan «la arruga es bella», quizá su frase publicitaria más famosa, que se remonta a los años 80.

Roberto Verino ha patentado también sus perfumes y hasta su vino Terra do Gargalo. «Nunca habríamos invertido en una marca que no estuviese protegida legalmente al máximo», sentencia el diseñador. «En algunos casos, incluso, nos hemos anticipado a posibles competidores». Esta protección, admite, los ha defendido de terceros que, intencionadamente o no, pudiesen aprovecharse de su firma por proximidad fonética o gráfica.

El caso más representativo del blindaje fonético es el de Ágatha Ruiz de la Prada, quien registró su perfume Holala! Ágatha Ruiz de la Prada para España y Oh la la! Ágatha Ruiz de la Prada a nivel comunitario. Considerar las opciones ortográficas y fonéticas es especialmente importante cuando se trata de una firma con vocación internacional. Como Roberto Torretta. El diseñador de origen bonaerense señala que, ante la crisis en España, los mercados internacionales son más receptivos a marcas relacionadas con la moda española. «Por eso, la tendencia es que cada vez se registren más productos».

Aunque sin pasarse. Cortefiel, una de las firmas españolas con más solera –nació en Madrid en 1880 y se registró por primera vez a nivel nacional en 1953– reconoce que no inscribe las submarcas que vayan a durar una temporada: «Con la crisis se ajustan más los presupuestos y se intenta registrar solo las marcas que van a tener un futuro». Frente a esta tendencia, hay quienes protegen también sus creaciones, lo que permite litigar contra las copias. Francis Montesinos ha patentado muebles; Société Anonyme Balenciaga, 31 diseños, entre los cuales se incluyen 26 formas de bolsos, detalles de artículos de cuero e identidad corporativa; Loewe ha registrado 67 diseños de bolsos, entre ellos, el Loewe Amazona, dibujos, símbolos gráficos y hasta tejidos. Como los estampados de sus emblemáticos pañuelos. La casa española ha patentado, entre otros, los dibujos de su serie mantón de manila.

Los registros ofrecen toda clase de historias. La primera firma española en patentar su nombre fue Balenciaga, el 16 de octubre de 1945. Don Cristóbal Balenciaga Eizaguirre, domiciliado en el número 2 de la Avenida de España (San Sebastián), inscribió su nombre «para distinguir jabones de todas clases, sustitutivos del jabón y aceites y grasas lubrificantes» y para «productos de perfumería, esencias, lociones, dentífricos en pasta, polvo o líquido, tintes para el cabello, polvos de tocados, compactos, lápices para los labios, cosméticos, esmaltes y lacas para uñas, masajes, cremas y productos de belleza». Cualquiera diría que el maestro quería montar una botica.

Pero la valoración de lo que es o no copia es algo subjetivo. En octubre se leerá sentencia en la Corte Europea de Justicia en el caso de El Niño contra el Grupo Baena por la utilización de una imagen con un gran parecido al emblema surfero. El caso se encuentra en recurso de casación porque el tribunal de Luxemburgo falló a favor del Grupo Baena. «Es muy posible que nos den la razón», avanza José Manuel Baena, presidente de la compañía. «Las multinacionales actúan con cierta prepotencia», se defiende. Parece que la justicia puede poner a prueba la creatividad de la firma de Tarifa.

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