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Miguel Bosé: «Habría que cuestionar cómo pagamos impuestos»

Miguel Bosé regresa a la cita con sus fans acérrimos el 4 de noviembre, cuando publique su úlltimo álbum, Amo, en el que incluye su primera canción protesta.

Miguel Bosé
Almudena Ávalos (Redacción) y Francesca Rinciari (Realización)

A sus casi 40 años de carrera hay que sumarle cuatro hijos y un proceso creativo «cada vez más caótico» que le lleva a sumirse en la duda constante. Aun así, él siempre tiene ganas de más y regresa, cada vez que se lo pide el cuerpo (y la mente), a la cita con sus fans acérrimos. La próxima será el 4 de noviembre, cuando publique su último álbum, Amo, en el que incluye su primera canción protesta. Por si tenía pocos pelos en la lengua… aquí llega Bosé en estado puro.

Bosé puede tener un mal día. De hecho, estos suelen ser sonados. Por eso, cuando entra en el estudio de fotografía, mira la ropa seleccionada para él y expresa que le gusta mucho, comienzan los guiños cómplices entre la gente de su equipo. «Va a ir bien la cosa», dicen los que le acompañan. Se respira entonces tranquilidad, pero nadie baja la guardia. En cualquier momento la calma se puede romper. Se cambia de prenda como un huracán, se planta delante del fotógrafo y dice con disposición: «¿Qué queréis hacer?». Posa con la seguridad de un avezado modelo mientras parece que hasta se imita a sí mismo. Pero es que si no se gusta Miguel Bosé, ¿quién puede hacerlo? Al hablar, sus ojos miel atrapan mirando fijamente al interlocutor y su voz, seductora, queda sellada en el aire.

Publica su nuevo disco, Amo. Tiene fama de ser buen amo de casa, ¿va por ahí la cosa?

No. Así se llama la primera canción que nace. Un tema dedicado al saber. Desde pequeño, uno de los rasgos más distintivos de mi personalidad es la insaciable curiosidad. Me metía debajo de la sábana con una linterna a leer lo que fuera: cuentos, diccionarios, prospectos… El viajar con el dedo por los atlas y recorrer el Yangtsé con la yema del índice me definen.

Sergi Pons

Era un niño solitario.

Absolutamente. Tenía dos hermanas a las que yo preguntaba si querían jugar conmigo al Scalextric o al Mecano y la respuesta siempre era: «¡No!». Así que me salvó la lectura. No había televisión, pero mi madre leía muchísimo y tenía una nutrida biblioteca. Yo iba a hurtadillas al salón, donde cuando éramos pequeños nadie podía entrar si no estaban nuestros padres. Solo podía bajar cuando venían invitados. Entonces nos peinaban, nos mostraban y nos volvían a subir. Pero cuando el salón estaba cerrado, entraba, me subía a la estantería, cogía un libro y juntaba los contiguos para que no notaran su ausencia. No hay nada que me guste más que descubrir algo nuevo, investigar, profundizar. En los momentos más desoladores de mi vida, aprender algo que no sabía me ha hecho olvidar la tristeza. Mi hijo Tadeo lo ha heredado multiplicado por 10. Lo observo y me fascina.

Las letras de este disco son más directas que nunca.

Es el fruto de 12 años de escribir SMS. Ya no dices: «Voy a llegar un poco tarde porque estoy en un atasco». Sino que pones: «En 5». Y el resto se sobreentiende. Eso es economizar el lenguaje. Y estas cosas tan sencillas, cuando rozan lo poético, se transforman en verdaderas bellezas de frases.

¿Cómo ha sido este proceso creativo?

Con los años es más lento y caótico. Vivo en el infierno de la duda. Todo lo que hago me parece una mierda y al día siguiente digo: «Bueno, igual salvo algo». A los dos días me parece una genialidad y a los cinco, una gilipollez. En ese tiempo me abandono, me siento solo, me desvelo y las ideas aparecen como una urgencia, como un pis. Hace cinco años que no paro en ningún momento de dibujar, escribir, hacer fotos, componer, etc. Es algo huracanado que no me ayuda para nada porque me crea confusión. Va cada vez a más y sé que habrá un momento en el que me volveré loco y así se acabará todo.

¿Y no sigue una disciplina concreta? Cuénteme cómo es estar un día en su piel.

Lo tengo muy bien agendado. Me levanto a las 5:30 de la mañana sin necesidad de despertador. Y a partir de ahí empiezo las labores cotidianas: los niños, la familia, la oficina, la compra… y hasta las 22 horas no paro. Si la semana tiene siete días, entrego cinco o seis a Bosé. Pero hay un día que lo reservo solo para mí. Para Miguel. Ha sido una regla sagrada que he seguido siempre y, gracias a ella, me he salvado. Si a esta carrera de 40 años de profesión, por error, le hubiera entregado mi vida entera, ahora tú y yo no estaríamos hablando. Lo habría mandado todo a tomar por culo.

Camisa desestructurada de Jaime Mesa para 44 Store.

Sergi Pons

Entonces, ¿es difícil ser Miguel y Bosé?

Es que ambos se odian a muerte. No comparten absolutamente nada más que un cuerpo. Y tienen que cohabitar. Bosé es pura creatividad, le gusta saltar al vacío y volar, pero es el que paga las facturas. Y Miguel tiene que tragar.

Con esta doble personalidad, ¿no te vuelves loco?

En cuanto entro por la puerta de mi casa todo lo que pueda pasar fuera me da exactamente igual y me dedico a recuperarme. Entonces me vuelvo un hombre aburrido, gris, que está con su familia, sus niños, su jardín, sus perros, su cocina y sus amigos. En mi casa no se habla del trabajo. Pero cuando llega la hora de salir, cabreadísimo porque me tengo que ir, al pasar la cancela exclamo: ¡Vamos!. Y soy también feliz. Me he educado a que sea así y me funciona bien.

¿Y con quién estoy hablando ahora?

Uf, no sé.

Si escucha una canción suya, ¿la identifica rápidamente con el momento vital en el que la compuso?

No todas. Un día un amigo tenía un CD puesto en el coche y le pregunté que de quién era el tema. ¡Y era mía! Pertenecía a mi primer álbum y no recordaba ni la melodía. A partir de Bandido, que es cuando surge el Bosé que llega hasta hoy, más o menos recuerdo todas, algunas con mucha dificultad y otras ni te las puedo cantar. Son muchos años, mucho volumen de obra.

En sus conciertos sigue cantando los temas de siempre, ¿no es frustrante para un creador?

¡Es un privilegio! Todo artista aspira a eso, a tener 76 números unos a las espaldas. He hecho la banda sonora de muchas generaciones y por eso todo el mundo quiere que le cante el tema de su época en los conciertos. Pero para hacerlo tendría que pasar un día entero al mes dando un show. Bendigo esta encerrona que me ha hecho mi público al hacer suyos mis temas.

Americana de pana de Comme des Garçons Shirt para Mini y gafas de Paul Smith.

Sergi Pons

¿Y se sigue obligando a hacer discos?

Tengo la necesidad de hacer cosas nuevas, sacarlas del cajón de casa y compartirlas. Pero podría dejar de hacer discos y dedicarme a dar conciertos toda mi vida, porque es lo que la gente quiere de mí. Antes de cantarle Encanto o Tú mi salvación, que son los primeros singles de este disco, les tengo que cantar las 35 otras que la gente quiere escuchar y de las que no puedo escapar. En un concierto no puedo no cantar Bandido, Sevilla, Te amaré, Si tú no vuelves, Nena, Morena Mía, etc. Porque la gente me mata. Y casi literal.

Explique eso.

Cuando presenté Velventina estaba hasta la polla de Bandido y la quité de la lista del show. Al terminar el primer concierto el público rodeó a los técnicos para exigir que o la cantaba o les devolviera el dinero.

¿Qué duran sus giras?

Aunque Papito la empecé con 49 y la acabé con 54 años, no es lo habitual. En cada álbum, atender la promoción de un continente como América, más España e Italia, se tarda aproximadamente un año y medio. Hago 30 conciertos en EE UU, 30 en México no me los quita nadie, Chile también tiene muchas plazas importantes y así en cada país hasta Argentina. En Latinoamérica, la gente tiene la música en directo dentro de la cesta de la compra, junto al pan, la leche y los huevos. Una maravilla.

Su ropa define las etapas de su carrera.

Me gusta y sigo la moda. Es una forma de expresión que te cuenta muchas cosas y algunas, de repente, son afines a mi estado de ánimo. Cuando hice Bandido, fue el comienzo del auge de toda la información que venía de Japón. A través de la lectura de cómics, de los primeros manga, más toda la cultura samurái que me encantaba, empecé a fabricarme un vestuario con faldas largas. La gente flipaba, pero es que mis pijamas eran falda pantalón. Luego con Salamandra me pasé a los zajones y a lo español. Una cosa me llevaba a otra y evolucionaba. Así vestía en el escenario y en la calle.

¿Y ahora?

Mi estilo es muy diferente al hombre español, que es más conservador. Me encanta Ann Demeulemeester, todo el diseño belga y los Etxebarrías españoles que crean cosas que son como de La Guerra de las Galaxias. Y como me identifico con ellas, y me valen, me las pongo. No me enfundo un Dolce & Gabbana ni muerta. Con esa manía de ajustar todo, tienes que ser muy estrecho, y mira la caja torácica que tengo de cantar y hacer inmersión. Vamos, que no entro ni en Prada.

¿Cómo lleva que le paren, constantemente, por la calle para hacerse fotos con usted?

¡Que dure muchos años! Si estoy mosqueado o cansado no salgo de casa ese día. Pero si lo hago tengo que estar al 100% porque éstos son los que han hecho grandes mis canciones y me harán pasar a la historia. No son los medios, ni mi padre, ni mi madre. Es mi público.

Sergi Pons

¿Qué opina de la educación musical en España?

Deberían prestarle mucha más atención en el colegio como al deporte. La educación musical es vital porque la música desarrolla lo matemático, lo emocional y es un lenguaje universal. Cada nota te despierta una emoción diferente. El la menor te lleva a la melancolía, un fa te planta en la tierra y un do mayor es luminoso por naturaleza. El deporte es el contacto psicológico, la estrategia, desarrolla un poder mental si estás en solitario o en equipo. Es importante aprender a ser general o a ser soldado. Hoy en día en muchas escuelas no se entiende así. Ni en la industria que antes te educaba a perseguir la música a través de los artistas. Los artistas van a desaparecer. Hoy se buscan canciones. Si un autor tiene la suerte de escribir canciones y sumar siete en el tiempo se le dará más atención que a los otros. En el momento que falle o no tenga temas desaparecerá. Por el “dame una canción que te vendo un CD” desapareció la inversión en un artista. Ya no hay dinero. Y en las escuelas parece que la religión es más importante.

¿Ha hecho casting para el colegio de sus hijos?

Desde prekínder van a una escuela bilingüe donde hacen hincapié en el deporte y una vez a la semana tienen música y danza. Les enseñan a moverse, a ensayar coreografías con canciones para luego hacer los espectáculos de fin de curso. Tienen unos principios muy sólidos. El primer día les planteé la posibilidad de continuar en la escuela la educación que yo les daba. Nos hemos puesto de acuerdo para que, si se les castiga en casa por algo, tengan el mismo castigo allí y sientan que el mismo concepto de error está aquí y allá. Cuando yo iba al colegio los profesores imponían disciplina. Como hoy te pases un poco con el castigo de un niño, no digo los reglazos o tirones de orejas que nos daban, sino con que escriba 300 veces “no tengo que pegar al compañero”, te llega la madre y te dice que quién eres para hacerle eso a su hijo. Y luego se quejan de que llegan asilvestrados del colegio…

¿Y se planta en cuatro vástagos? Porque con todo niños, le faltaría una niña, ¿no?

Noooo, ya está. Son cuatro colegios, serán cuatro carreras y hay que trabajar mucho para hacer un buena economía. ¡No sabes lo que comen! Mientras estaba dando los últimos conciertos pensaba: «Estos dos shows van para una temporada de pañales y potitos». Pero ya ha pasado esa época y ahora que han empezado a comer de verdad, no sabes lo que tragan.

¿Y cocina usted para todos?

En mi casa soy yo quien va al mercado a hacer la compra. Cocino para todos que, fijos, somos 10, más cuatro niños y algún amigo que siempre se apunta. Además mientras otros se relajan con el golf yo tengo un huerto del que nos alimentamos.

En el disco hay un tema protesta que se titula Sí se puede. ¿Habla de la situación actual?

Sí. Es una canción de protesta dance. La he hecho bailable, porque para cagarme en los muertos de todos lo primero que hay que hacer es sudarlo bailando y luego volver a hablarlo en frío. Aquí explico cómo nos tratan. Nunca antes había sido tan explícito ni había hecho una canción denuncia. Pero ahí está, porque somos de quejarnos en la barra del bar y luego, al día siguiente, votar solo un 52% para las europeas. ¡En mayo hay que votar! Porque un país cambia a partir de las alcaldías… y que aparezcan los podemos y los ciudadants.

Maxiabrigo de lana de Dior Homme.

Sergi Pons

Pues su alcaldía, Pozuelo de Alarcón, muy de izquierdas no es…

¡Es el feudo! Y no te puedes ni imaginar. Creo que soy el único que no… [se santigua] y que no voto a la derecha. Cuando aparezco en el colegio electoral, con los de mi casa, que somos todos del mismo gremio, nos gusta exhibir la papeleta y decir en voz alta: «¿Me das una como esta?». [Se ríe a carcajadas mientras lo escenifica].

¿Cómo ve España?

¿Y tú?

Prefiero su opinión.

Esta España no es la que yo quiero. Me lleva a los demonios. Con todos los impuestos que he pagado, que son muchísimos. Teníamos una Sanidad Pública en la que se fijó hasta Obama y ahora dicen que es insostenible. Una enseñanza con titulaciones de nivel alto y una escuela preparatoria media con una cantidad de becas importantes. Esto lo hemos financiado todos. También un retiro para la gente mayor. Ellos han hecho posible esta democracia que vivimos, quitándose de encima sus recuerdos de dolor para que esto fuera para adelante. ¡Y tienen derecho a disfrutar! Luego está el tema de la vivienda. En un año y medio han privatizado todo lo que un ciudadano ha de tener para conservar su mínima dignidad.

¿Y a usted, particularmente, le afecta?

A nivel musical nunca ha habido democracia. Hay ayuntamientos que son del PP y, como he hecho campañas socialistas, no me contratan. Pero dejando esto a parte, un ciudadano que nazca bajo este cielo, sobre esta tierra y al lado de esta bandera ha de poseer la garantía de no tener que pedirle nada a nadie. Ahí reside la dignidad. Los que tenemos privilegios, como yo, y vemos que con nuestros impuestos se está ayudando a quien no tiene, se crean infraestructuras y demás.. te metes en la cama diciendo: “¡si señor!”. Pero, de repente, llegan unos mangantes y, en muy poco tiempo, te quitan los derechos y se dedican a robar. Esto hay que pararlo. Basta ya. Y encima van de patriotas. [El tono va subiendo y se va encendiendo]. No te puedes hacer llamar patriota desahuciando a tus compatriotas. Haya de por medio una crisis o no. Esos 20.000 millones de euros que se fueron a Defensa tendrían que haber ido destinados a dar de comer a los niños. ¡Nunca me hubiera imaginado que en mi país uno de cada 4 niños no tuviera para comer ni que el veintitantos por cien de las familias estuvieran en el umbral de la pobreza!. Habría que cuestionar pagar impuestos. Yo, para que no los roben otros, prefiero autopignorármelos y cuando vea que la cosa ha cambiado, devolverlos con intereses y con IVA. [Se levanta y, mientras abre la puerta para irse, dice] ¡Y que se renueve la Constitución! El primer encabezado debería decir: «el Dinero Público es sagrado. Quien lo toque o se lo lleve, lo devuelva con multa, cárcel y exclusión de profesión». ¡Y no me tires más de la lengua!

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