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En su fiesta me colé

S Moda entra en exclusiva en la ceremonia de entrega del premio Mujeres en el cine, organizado por Gucci. Salma Hayek improvisó el discurso y la fiesta continuó en el pop-up de Bungalow 8.

Salma Hayek

Tras la premier de El caso Mattei durante el festival de Venecia, gracias a la restauración de la cinta que ha hecho la Film Foundation de Martin Scorsese, Gucci entregó el premio Mujeres en el cine. Salma Hayek fue la maestra de ceremonias. Pero, curiosamente, fue incapaz de memorizar el guion. El discurso que le habían preparado le gustaba: hablaba sobre el papel de las mujeres en el mundo del celuloide. Pero nada, no hubo manera de retenerlo. Cuando llegó el momento –entre el tartar de atún y la langosta– Salma Hayek se levantó, se acercó al estrado e improvisó: «El único lugar dentro del cine donde una mujer hace más dinero que un hombre es en el porno». Pese a lo trágico de la declaración, Salma consiguió con su especial sentido del humor arrancar la risa a su variopinta audiencia: desde Carlota Casiraghi hasta el jugador de fútbol japonés Nakata, Alberto Barbera, director del festival, y los hijos del milmillonario Peter Brant.

El discurso continuó destacando que difícilmente se encuentran técnicas de sonido, iluminadoras o mujeres en otros oficios del cine, detrás de las cámaras. De ahí el premio que Gucci entrega en colaboración con la Bienal de Venecia a la mujer más destacada del año en el cine. En esta segunda edición estuvieron nominadas la diseñadora de vestuario Colleen Atwood, las directoras Nadine Labaki y Sharmeen Obaid-Chinoy, la actriz y guionista Brit Marling y la montadora de las películas de Martin Scorsese, Thelma Schoonmaker, a quien el jurado, encabezado por la directora creativa de Gucci, Frida Giannini, otorgó el galardón.

Tras los dulces, el café y la copa, Salma Hayek, contenta con la buena respuesta que había obtenido con su discurso, salió a fumar sin su equipo de seguridad. «Venecia no es Cannes, es mucho más familiar y acogedor»,comentó distendida a S Moda. Y, por fortuna, para las estrellas que viajan desde Hollywood, no hay un enjambre de paparazis retratando cada bostezo.

A la una de la madrugada, los invitados se trasladaron al pop-up que Bungalow 8 abrió durante el festival de Venecia y donde Gucci había reservado mesa. La noche no había hecho más que empezar.

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