Chaquetas plegables para llevar en el bolso: la historia de Vardier, la marca del «por si acaso»
Dos jóvenes valencianos están detrás de esta empresa nativa digital que logró cerrar el año de la pandemia con beneficios y planea ampliar su catálogo de prendas plegables.
“¿Cojo una chaqueta por si acaso luego refresca?”. “Mejor llevo paraguas por si acaso al final llueve”. “Espera que busco una bolsa por si acaso nos da tiempo a ir al súper”. Las anteriores situaciones cotidianas en las que quién más, quién menos, todo el mundo se ve identificado, son las que inspiraron el nacimiento de Vardier, también conocida como “la marca del por si acaso”. Fundado por los ingenieros industriales María Martí y Arturo Gómez-Lechón, un matrimonio valenciano de 30 años, el proyecto vio la luz a principios del año pasado con la misión de crear prendas plegables del tamaño de un móvil que puedan guardarse en el bolso para subsanar los imprevistos meteorológicos –y de todo tipo– que puedan surgir.
“La idea se nos ocurrió una noche de verano en la que estábamos tomando algo con amigos en una terraza, empezó a correr fresco y necesitábamos una capa más sobre los hombros”, cuenta el dúo creativo. “La pregunta automática fue: ¿por qué no llevar siempre una chaquetita en el bolso por si acaso?” La respuesta, en formato plegable, la materializaron ellos mismos poco después. Con una inversión inicial de 10.000 euros, los valencianos empezaron a fabricar chaquetas básicas utilizando tejidos técnicos y elásticos que garantizaran que podían doblarse sin arrugas ocupando poco espacio. Pronto se dieron cuenta de que el concepto de «por si acaso» podía aplacarse a muchas otras prendas y que ninguna marca de ropa estaba posicionada en ese nicho. Así fue como idearon jerséis, vestidos, chubasqueros, pañuelos y hasta mascarillas o ropa interior plegables, todos fáciles de combinar y a precios asequibles (ninguno supera los 30 euros).
Su producto estrella, sin embargo, sigue siendo la chaqueta genuina. “La que mejor funciona es la negra porque es un color elegante y básico que combina con cualquier look, pero también hemos sacado variedad de tonos y materiales creando incluso algunas brillantes o con flecos pensadas para fiesta”, explican. Sus clientas se han convertido en sus mejores comerciales y gracias al boca a boca la marca ya ha vendido cerca de 5.000 porsiacasos en menos de dos años de vida y con una pandemia de por medio.
“Desde el principio hemos querido tener una relación estrecha con ellas y por eso atendemos sus dudas a través de WhatsApp. Muchas nos escriben para decirnos que están encantadas con el producto e incluso nos cuentan algunas anécdotas que nos han marcado. Nos llegó bastante la de una enfermera que le regaló una chaqueta Vardier a cada una de sus compañeras por el esfuerzo desempeñado luchando contra la covid en la primera línea. Y también nos encantó la de una clienta que compró varios productos plegables para recorrer Estados Unidos en moto y poder guardar toda su ropa en el pequeño maletero”, detallan sobre las historias que los motivan a seguir desarrollando nuevos productos. “Lo próximo será la línea de hombres y niños”.
A pesar del éxito de una idea poco explotada en la industria –existen bailarinas o chubasqueros plegables, pero no marcas centradas por completo en el concepto–, los comienzos no fueron fáciles. Vardier echó a andar en enero de 2020, justo antes de que la pandemia les obligara a guardar todo el stock que ya tenían fabricado. “Aunque lanzamos la marca como un e-commerce, la incertidumbre y el miedo iniciales hicieron que las ventas se desplomaran también en el canal online. Las primeras semanas de confinamiento pensábamos que posiblemente tendríamos que cerrar antes incluso de haber empezado”, recuerdan.
Pero supieron hacer lo que la crisis sanitaria ha exigido a todos: adaptarse. Aprovecharon para generar contenido y comunidad en redes sociales, mejorar la web e incluso diseñar mascarillas fáciles de plegar y guardar cuando no se están usando. “Supimos aguantar los meses críticos y a medida que la situación se normalizaba, las ventas empezaban a acompañar. Al final logramos cerrar el año con beneficio”, afirman. Sus porsiacasos han tenido muy buena acogida en toda la península, aunque destacan Madrid, Barcelona o Valencia y algunas provincias del norte como Navarra, Vizcaya o Guipúzcoa, donde el clima los convierte en imprescindibles. “Prácticamente el 100% de las ventas se concentra en España pues es dónde hemos enfocado hasta el día de hoy, pero ya hemos recibido algún pedido de Estados Unidos, Bélgica o Francia”.
Aunque por el momento son María y Arturo los que gestionan toda la marca, cuentan con colaboradores para cubrir las tareas de diseño, producción o logística y producen todos sus porsiacasos en fábricas y talleres de confección situados en Castellón, Valencia y Alicante. “Es complicado encontrar producción nacional, sobre todo, si quieres hacer un producto que aún no existe y que requiere de tejidos especiales, pero fabricar en España es una de nuestras propuestas de valor y queremos mantenernos fiel a ella”, aseguran. ¿Su mayor logro hasta la fecha? “Nos encanta poder decir que por ahí hay unos 5.000 bolsos con porsiacasos Vardier dentro”.
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