Cabezas de cartel con mucho estilo
Franz Ferdinand vs Vampire Weekend. El dandi británico y el pijo estadounidense se batirán este sábado en duelo en el Dcode con dos formas de ver la moda que han marcado a una época.
Los dos tienen un sonido reconocible a la primera escucha, lideran las listas del indie más comercial y acaban de lanzar nuevo álbum tras varios años de ausencia: Franz Ferdinand vienen a presentar Right Thoughts, Right Words, Right Actions, su vuelta a los escenarios después del merecido parón en 2010. Vampire Weekend han convencido a crítica y público con Modern Vampires of the City, que ha supuesto su consolidación definitiva. Ambos, además, son dos de los grupos más aclamados por su estética. La banda de Alex Kapranos encabezó la invasión indie de los primeros 2000 y representa la esencia de la elegancia british. La de Ezra Koenig, una de las formaciones más mimadas de los últimos años, ocupa páginas en revistas de moda por abanderar sin prejuicios el look del pijo norteamericano. Por eso, aparte de rivalizar por el protagonismo de la jornada, sus actuaciones el sábado en el festival Dcode simbolizarán la lucha de dos estilos opuestos pero igualmente influyentes:
Corría 2004 cuando la banda de Alex Kapranos alcanzó el éxito mundial. Fueron de los últimos en apuntarse a un movimiento, el de las nuevas bandas de pop alternativo, que revolucionó el estilo en el recién estrenado siglo XXI. The Strokes, desde Nueva York, devolvieron a la actualidad las Converse, los jeans pitillo y las chupas de cuero desgastadas; una especie de estética ramoniana en clave sofisticada que puso de moda el look descuidado estudiado. Su respuesta, musical e indumentaria, llegó de Inglaterra a manos de grupos como The Libertines y después Franz Ferdinand. Ellos optaron por redefinir la mejor invención británica en términos de estilo: el dandismo. Y a golpe de trajes impecables, cortes ajustados, corbatas estrechas y guiños al movimiento mod, a las casacas de los Beatles y a los uniformes militares del XIX, las nuevas bandas inglesas reivindicaron su celebrada tradición estética.
Hedi Slimane, por entonces en Dior Homme, contribuyó a refrendar el estilo de Franz Ferdinand, The Libertines, The Kills o Razorlight subiéndolo a la pasarela, y lo que en principio fue una estética imitada por melómanos modernos, acabó convirtiéndose en el arquetipos masculino más exitoso de la última década: el hombre delgado, pálido uniformado y rebelde. Un nuevo gentleman que viste corbata y sombrero pero no oculta su procedencia obrera, que lleva zapatos brillantes y trajes negros impecablemente ceñidos pero muestra su fragilidad en cada paso.
Franz Ferdinand fieles a su estilo de auténticos dandis británicos.
Getty
Y aunque Pete Doherty fue el muso indiscutible del diseñador, Alex Kapranos, mucho más moderado en las formas, cumple, uno a uno, los requisitos necesarios de aquel icono de los primeros 2000: escocés, pluriempleado en su juventud, lector empedernido y aficionado a las marcas de sastería británica. Si tiene que elegir sus esenciales, como lo hizo hace algunos en la revista GQ, opta por unas adidas setenteras, unas gafas de aviador y una bicicleta. Reivindica a Ian Curtis vistiéndose de riguroso negro, a Paul Weller combinando chaqueta y zapatos y al propio archiduque Franz Ferdinand con casacas condecoradas. Ha escrito columnas culinarias y colaborado con Pringle of Scotland, una marca que reformula el legado británico. Por eso, las imágenes inmediatas que nos vienen de su banda tienen que ver con trajes negros ajustados o sofisticadas camisas de cuadros.
Si Franz Ferdinand representaban la cara mas moderada del indie de entonces, Vampire Weekend son directamente el contrapunto de las barbas, las camisas de leñador y el look neorrural al que nos tienen acostumbrados las bandas actuales. Los dos introducen referencias literarias en sus letras, pero los últimos no tienen reparos en alternarlas con alusiones a Vuitton o a Benetton (Cape Cod Kwassa Kwassa) o a barrios acomodados de Nueva York; ambos son aclamados por su forma de vestir, que les ha llevado a ocupar páginas en revistas de moda, pero mientras los escoceses abanderan el nuevo dandismo, los neoyorquinos se atreven a retomar un modelo denostado durante años y que tiene poco que ver, a priori, con la estética que se espera de una banda que mezcla el pop con los sonidos africanos.
Ezra Koening con todas las claves de estilo típicas del pijo estadounidense.
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A Vampire Weekend les encanta ser pijos, o preppies, que es como apodan los norteamericanos a los chicos que estudian en universidades elitistas, pertencen a hermandades y veranean en lugares como los Hamptons, jóvenes que cultivan un aspecto aniñado, se anudan el jersey a la espalda y llevan pantalones chinos y zapatos naúticos. Se conocieron en la universidad de Columbia, se retiran a escribir a Martha's Vineyard (una isla cercana conocida por ser el punto de encuentro de los hijos de familias acaudaladas durante el verano) y referencian en sus canciones los ambientes universitarios y los lugares más modernos de la ciudad de Nueva York. Son algo así como el yuppie de los ochenta reconvertido en músico indie. Pero, al parecer, sólo en la forma.
Porque, cansados de ser descritos como “pijos”, “niños bien” o “banda de blancos para blancos”, los componentes de Vampire Weekend han tenido que reconocer en múltiples entrevistas que estudiaron en la universidad gracias a una beca, que proceden de distintas nacionalidades o incluso que su teclista es gay e iraní. Algo totalmente innecesario si no fuera porque su estética tradicional supone un desafío en un ámbito poblado por pantalones rotos, pelos cuidadosamente despeinados y camisetas desgastadas a propósito.
Y el no tener reparos en reconocer que Ralph Lauren y Band of Outsiders (marca abandaderada del preppster, el encuentro entre el pijo y el hipster) se encuentran entre sus marcas favoritas, les ha llevado a protagonizar editoriales de moda, a entrar en la lista de los 25 neoyorkinos mejor vestidos o a poner música a la campaña de Tommy Hilfiger, la otra gran firma de los “niños ricos” estadounidenses.
Sea una estrategia deliberada para ganar atención mediática, una moda pasajera o realmente una afición por un estilo de vida desprestigiado durante años, la ropa tradicional de Vampire Weekend se ha convertido en el último objeto de deseo de los más modernos. Como ocurrió en su momento con las piezas de sastre que lucen los Franz Ferdinand. No hace falta decir por enésima vez que moda y música van de la mano, pero resulta curioso observar cómo, en cuestión de seis años, el modelo de hombre moderno ha cambiado casi tan rápido como sus influencias musicales. Lo del sábado en el Dcode, aparte de un duelo de bandas de éxito, es un ejercicio de historia de la moda reciente.
Los chicos de Vampire Weekend, la antítesis del aspecto desaliñado.
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El líder de Franz Ferdinand retratado por Hedi Slimane en 2004.
Erza Koening, un pijo sin complejos.
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