Suspenso en salud bucal: los trucos de experto que debes seguir para tener unos dientes limpios y sanos

Suspendemos en higiene dental. Según los datos del último Libro Blanco de Salud Oral, elaborado por el Consejo General de dentistas y la Fundación Dental Española, el 56 % de los españoles confiesa tener algún problema bucodental: dientes sensibles, caries sin tratar, piezas que se mueven, visitas al dentista que se olvidan… “Todavía es una asignatura pendiente. Tanto la duración del cepillado, como los movimientos que se deben realizar, los productos a utilizar o el orden en que se deben de usar es algo que cuesta mucho entender”, enumera el Doctor Juan Casado Adán, Odontólogo de la Clínica Adán y Casado.

Las consecuencias de una mala práctica bucal van más allá de la estética. Algo que a menudo ignoramos es que la salud de nuestra boca está muy vinculada con nuestro estado general: puede derivar en enfermedades cardiovasculares o renales, dificultades en el control de la diabetes e incluso riesgo de infarto de miocardio… De la mano del experto y la parafarmacia Welnia hemos elaborado este decálogo de buenas prácticas para tener una sonrisa bonita y sana.

Movimientos verticales

El cepillado no es tanto una cuestión de tiempo como de ejecución. “La mayor parte de las personas lo realiza de manera incorrecta. No se debe realizar el movimiento de forma horizontal, sino que el cepillo debe moverse desde las encías hacia la parte inferior del diente”, explica el Odontólogo Casado Adán, que recomienda además hacerlo con movimientos suaves, sin ejercer demasiada presión para no dañar las encías. Esos tres minutos de los que tanto hemos oído hablar es un tiempo estimado a los que, en palabras del experto, llegamos sin darnos cuenta cuando se realizan los movimientos de forma adecuada, acordándonos de cepillar todos los rincones de la boca. 

¿Cuándo debemos cepillarnos los dientes?

«No es necesario salir corriendo según se termina de comer para cepillarse los dientes. Es más, si se espacia un poco, mucho mejor. Por ejemplo, si nos cepillamos los dientes justo después de haber ingerido alimentos ácidos, como el zumo de naranja, aderezos con vinagre, limón, etc. podemos potenciar con el cepillo el efecto de erosión del ácido sobre los dientes y las encías. En cambio, si esperamos un poco, bebemos o nos enjuagamos con agua antes de cepillar, reducimos ese riesgo», apunta el Doctor Juan Casado Adán. Lo importante es que eso no sea una excusa para olvidarnos: debe realizarse mínimo tres veces al día, después del desayuno, la comida y la cena. 

El orden correcto

Cuando se trata de belleza, no importa la cantidad de productos que se acumulan en nuestro neceser, nos conocemos todos los pasos al dedillo y rara vez nos saltamos uno. No ocurre lo mismo cuando se trata de nuestros dientes. De hecho, una buena higiene bucal no se reduce al cepillo. “El orden correcto para la limpieza es: cepillado, seda dental (o irrigador o cepillos interdentales) y, por último, el enjuague. Si queremos ser estrictos, pueden utilizarse también cepillos linguales, ya que la lengua es una parte que no se suele tener en cuenta a la hora del cepillado”, resuelve Casado Adán.

A la hora de escoger el cepillo, sí que debe cumplir con una condición: unas cerdas suaves que limpien los dientes y cuiden las encías. “No por ser un cepillo de mayor dureza va a limpiar mejor”, aclara el experto. ¿Eléctrico o manual? “El cepillo eléctrico tiene muchas más ventajas: es más cómodo, permite controlar el tiempo del cepillado y, si no se tiene una buena técnica de cepillado, es mucho más eficaz para eliminar la placa dental. Los más modernos, además, ayudan a controlar la presión ejercida, con lo que ayudan a cuidar las encías”, resuelve. Eso no significa que el cabezal, al igual que los cepillos convencionales, no esté exento de cambiarlo cada tres meses. La vida útil de un cepillo está en los 90 días. 

Además de los cepillos clásicos, los interdentales son un gran aliado para llegar a los rincones más olvidados de la boca. Sí, esos cepillos con forma de escobilla, que seguro que más de una vez nos llamaron la atención en la farmacia. “Realizan una función similar a la seda dental. Ayudan a eliminar restos de comida y placa que se acumulan en los espacios interdentales y a los que no se puede llegar mediante el uso del cepillo convencional”, explica Casado Adán. Para elegir el adecuado —cada color corresponde a un tamaño de diámetro—, lo mejor es dejarlo en manos del dentista. “Se utilizan introduciéndolos en el espacio y cepillando suavemente con movimiento horizontal de fuera hacia dentro. No debe haber dolor en el momento de introducirlo. Si lo hay, es que no se está utilizando el tamaño adecuado”.

Un dentífrico para cada necesidad

La selección de dentífrico también puede ser abrumadora. Lo importante es elegir uno adecuado siempre a nuestras condiciones. “Si somos propensos a tener caries, hay que escoger dentífricos que contengan flúor en una cantidad de más de 1200 ppm. Para ayudar a reducir la sensibilidad dental, las pastas de dientes que contienen flúor y otros activos como nitrato potásico, ayudan a cerrar los túbulos dentinarios reduciendo la sensibilidad dental”, apunta el Odontólogo. Tampoco debemos dejarnos llevar por aquellos que prometen resultados en tiempo récord. “El diente es un tejido y, como todo, tiene su tiempo para regenerarse”, insiste el experto. 

¿Qué ocurre con aquellas pastas que nos prometen unos dientes tan blancos que podrían brillar en la oscuridad? “Para poder blanquear el diente se utilizan productos ácidos, que van eliminando las capas “manchadas” del esmalte dejando a la vista las más limpias. Si de verdad hiciesen el efecto que prometen los dentífricos blanqueadores, serían tan ácidos que dañarían sin remedio el esmalte provocando sensibilidad dental, y estarían erosionando el diente hasta que se dejaran de utilizar”, resuelve el Doctor Casado Adán. En los casos en los que hay una gran decoloración del esmalte, el experto recomienda ponerse en manos de profesionales. «Si se requiere un blanqueamiento por manchas muy llamativas, lo mejor es acudir a una clínica dental donde se realiza un blanqueamiento controlado y seguro que no daña ni esmalte ni encías y con el que se ayuda a cerrar los canales dentinarios que quedan expuestos con los blanqueamientos, evitando la sensibilidad».

No abuses del hilo dental

Es el mejor remedio para esos restos que quieren acampar entre nuestros dientes, pero también puede ser la peor pesadilla de nuestras encías si no lo usamos correctamente. Lo explica el experto: “Hay que pasar el hilo diente a diente por el punto de contacto entre ambos, teniendo cuidado de no ejercer demasiada fuerza al introducirlo que pueda provocar que la seda se clave en la encía y provoque el sangrado. Si esto ocurre de forma muy habitual, lo mejor es utilizar irrigadores dentales, que realizan la misma función, reduciendo el riesgo de provocar daño en las encías”. 

El colutorio no es opcional

Confesémoslo: nos acordamos del enjuague bucal cuando notamos nuestras encías sensibles, cuando de algún modo sentimos que nos están mandando un mensaje de socorro. Una limpieza bucal, sin embargo, acaba con el enjuague, es imprescindible para combatir el resto de bacterias y gérmenes que han burlado al cepillado. “Realmente un colutorio es un complemento al dentífrico, por lo que en su composición hay que buscar los mismos activos que los que tenemos en la pasta que se utilice según la afección: para pacientes con gingivitis o infecciones bucales, un colutorio con clorhexidina al 0,12% sería lo más útil. Para uso diario, un colutorio con flúor es lo ideal, y para la sensibilidad habría que buscar en la fórmula nitrato potásico. Pero, sin duda, lo más importante es que no contenga alcohol, ya que es un ingrediente que se utiliza solo para dar una falsa sensación de frescor”, resuelve el experto. Bastan entren 20 o 30 segundos de enjuague para acabar con buen sabor de boca. 

Una dosis de calcio y fibra

Los dientes también son un delator de nuestra alimentación. Lo llevamos escuchando desde niños: que las golosinas y el chocolate provocan caries. La lista si queremos mantener las encías y dientes sanos es un poco más amplia. “Debemos evitar todos los alimentos ultraprocesados y ricos en azúcares, que van a favorecer la aparición de placa bacteriana, caries y gingivitis; colorantes, que van a manchar el esmalte; y alimentos con contenido ácido, que erosionan el esmalte y favorecen el desgaste de los dientes”, enumera el Odontólogo Casado Adán, que recomienda apostar por una dieta equilibrada, en la que no pueden faltar frutas, verduras y leche que aporten fibra y calcio. “Todos estos alimentos naturales van a aportar nutrientes que ayudan a mantener unos dientes y encías sanos porque intervienen en la formación del esmalte y el mantenimiento de la estructura de dientes y encías”.