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La fiebre por los glúteos grandes y el porqué de su reputación como operación estética muy peligrosa

Una de las técnicas para esta intervención estética, el llamado ‘brazilian butt lift’, tiene una complicación que puede provocar la muerte.

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En 1992, un rapero llamada Anthony L. Ray, conocido solo en la entonces todavía muy especializada comunidad hip-hop como Sir Mix-a-Lot, se hizo famoso por una canción titulada Baby Got Back, que por primera vez en la historia de la música pop le daba connotaciones positivas y enormemente halagüeñas al hecho de tener unas nalgas grandes. Aunque la canción fue inicialmente controvertida por sus alusiones sexuales explícitas, esa característica física distintiva de un grupo racial concreto y de un género específico, quedó legitimada de pronto de forma pública. La canción estuvo cinco semanas en el Top 100 del Billboard y ganó un Grammy en 1993 a la mejor actuación de un rapero en solitario. Después, el canal de videoclips VH1 la incluyó en la lista de las mejores canciones de los noventa. Treinta años después, las nalgas grandes son una cuestión estética y su presencia en la cultura popular han hecho una elipsis tan grande que no solo son ya un objeto de deseo, reivindicado sucesivamente por grandes divas: desde Jennifer Lopez, pasando Janet Jackson y Nicki Minaj, hasta llegar a Kim Kardashian, cuyo trasero es tan célebre que, en una ocasión, cuando decidió dejarlo totalmente al descubierto para la revista Paper, estuvo a punto de hacer explotar Internet. Precisamente Kardashian se ha ocupado de desmentir repetidas veces que haya pasado por el quirófano para aumentar el volumen de sus nalgas, operación que arquetipos físicos como el suyo y el de las demás divas mencionadas han contribuido a convertir en nuevo canon. Tanto, que las gluteoplastias son cada vez más comunes: Isabel Moreno, presidenta de la Asociación Española de Cirugía Estética Plástica (AECEP), calcula que “seguramente nos estemos acercando a un aumento que ronde el 50% de demanda, también en España”. 

En un episodio de la última temporada de la serie de 2021 The Resident, llega a urgencias una chica casi inconsciente. Tras hacerle una serie de pruebas e investigar algo sus redes sociales, descubren que esa misma mañana se había hecho un brazilian butt lift o BBL (levantamiento brasileño de glúteos), la forma popular en la que se conoce a este tipo de intervención. La chica, a la que presentaron con todos los estereotipos que rodean a las influencers, estaba sufriendo un embolismo de grasa, una de las complicaciones más conocidas de esta intervención, que puede tener un desenlace fatal.

Las series médicas, como los videoclips de los años noventa, no suelen ser un lugar muy fiable del que extraer conclusiones, pero no es raro que sus subtramas tengan cierta base real. En este caso, una rápida búsqueda en Google enseguida devuelve titulares que alertan sobre los riesgos de esta intervención que se ha convertido en un auténtico fenómeno global y a la que muchos ya ven como la operación de cirugía estética más peligrosa. Pero, ¿cuánto hay de verdad en esta etiqueta? 

La mayor parte de las noticias que alertaban sobre los peligros de la operación, que consiste en obtener grasa de otra parte del cuerpo del paciente y utilizarla para ese aumento o remodelación de los glúteos, hacen referencia a un informe que publicó en 2017 en la revista Aesthetic Surgery Journal la Fundación para la Educación e Investigación en Cirugía Estética (ASERF por sus siglas en inglés). Como esta intervención estaba ganando mucha popularidad, y de vez en cuando llegaban noticias de muertes asociadas a ella, llevaron a cabo un estudio exhaustivo para poder tener datos de los riesgos reales y ofrecer recomendaciones.

“El riesgo publicado en ese estudio fue que de casi 199.000 procedimientos de injerto glúteo, 32 pacientes fallecieron por embolismo graso”, explica la doctora especialista en Cirugía Plástica Eloísa Villaverde. Es un riesgo “relativamente pequeño”, pero superior al resto de operaciones estéticas, en las que “el riesgo de muerte es mucho más bajo y prácticamente inexistente en muchas de ellas”.

Esa complicación potencialmente fatal, la embolia grasa, se producía porque “tradicionalmente la técnica de injertos de grasa en glúteos infiltraba la grasa dentro del músculo y también a nivel subcutáneo [debajo de la piel]”, explica la cirujana plástica. “El riesgo viene si se infiltra la grasa dentro del músculo glúteo mayor y se embolizan arterias o venas que se localizan en su interior, sobre todo en su parte más medial y profunda. En esta zona, los vasos tienen un calibre considerable, de 2-3 mm, y si se produce una embolización, la grasa se puede desplazar por la sangre hasta los pulmones y puede tener consecuencias fatales. En otras zonas donde se realizan injertos de grasa, como las mamas, este riesgo es prácticamente inexistente”, señala. A raíz de esa y otras publicaciones con recomendaciones para los cirujanos, “la técnica de injerto graso en glúteo es más segura”, asegura Isabel Moreno. “Ya no se infiltra en planos tan profundos, donde es mayor el riesgo de embolia grasa (se infiltra a nivel de glúteo más superficial y nivel subcutáneo) y con cánulas de mayor calibre”, explica.

De hecho, la presidenta de la AECEP puntualiza también que, dentro de las tres cirugías utilizadas frecuentemente para un aumento de glúteo (implante, colgajo e injerto de grasa), esta última es “la que menos tasas de complicaciones tiene [un 6,8%], con un gran salto de diferencia con respecto a las prótesis [un 31,4%] y al colgajo [23,1 %]”. Se trata de resultados de un análisis publicado en 2019, si bien la cirugía con injertos de grasa es la única con la embolia como riesgo.

¿Por qué salen tan mal?

Los aumentos de glúteos eran algo “anecdótico” hace unos años, explica la doctora Villaverde, pero ahora son cada vez más frecuentes y hay mucha más demanda. Este aumento de popularidad también lo ha notado Carmen Flores, presidenta y portavoz del Defensor del Paciente. Además, como a la organización solo llegan los casos fallidos (“no llega ninguna que diga ‘me han dejado estupenda’”), tiene una idea muy clara de dónde está casi siempre el problema, tanto para glúteos como para cualquier otro tipo de cirugía estética. “Hay un vacío legal que es muy importante llenar. No se puede permitir que un médico de cabecera haga un cursillo y se ponga a intervenir, pero ese vacío se lo permite: no está haciendo nada ilegal”, denuncia.

Casos como los de las embolias grasas en las gluteoplastias o el de Sara Gómez Sánchez, la mujer que murió en enero tras someterse a una operación de cirugía estética en una clínica privada en Cartagena, dejan clara la importancia de ponerse en manos de alguien que cuente con la especialidad en Cirugía plástica, estética y reparadora, para la que —como en el resto de las especialidades médicas— son necesarios cinco años. Ni siquiera ser cirujano en otras especialidades debería ser suficiente. “Es como si yo me pongo a hacer cirugía cardíaca”, denuncia la doctora Isabel Moreno, presidenta de la AECEP. Legalmente, podría hacerlo. Esta misma semana, la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE) denunciaba en un congreso en Santiago de Compostela que el 80% de las operaciones estéticas que se realizan en España no las hacen cirujanos especialistas.

Moreno tiene claro que en cirugía estética hay mucho intrusismo porque se trata de “algo goloso, con mucha demanda”. Las personas perjudicadas suelen ser los pacientes con menos recursos, como ve Carmen Flores en los casos que atienden desde el Defensor del Paciente. “A la hora de denunciar también se encuentran con muchísimas trabas: han gastado el dinero en la operación o han pedido un préstamo y luego no tienen para pagar a una pericial, que es imprescindible en estos casos. O a veces las dejan mal y necesitan otra operación y la clínica les quiere volver a cobrar cualquier arreglo. Yo creo que tenían que ir un poquito más arropadas por la ley las personas que quieran hacerse una cirugía estética por la razón que sea. Porque es lo de siempre: quien tiene, pues no pasa nada; quien no tiene es quien acaba con problemas”, reflexiona.

“Yo no opero a todo el mundo, y creo que somos así la mayoría de los cirujanos estéticos. Opero a quien me pide una cosa que es lógica y que yo creo que va a mejorar”, explica Isabel Moreno. Además, no siempre es posible o recomendable hacerse una intervención en particular, como recuerda la doctora Villaverde. “En ocasiones algunas cirugías están contraindicadas en pacientes que nos las demandan, y esto hay que transmitírselo al paciente para que lo entienda”, asegura. 

En una escena del mismo episodio de la serie The Resident, uno de los médicos le comenta a otro que la paciente que ahora se debate entre la vida y la muerte se hizo su brazilian butt lift en una clínica que lleva un dermatólogo. El otro médico se sorprende y se indigna, y acto seguido pregunta si eso no es algo ilegal. “Desgraciadamente, en este Estado cualquiera con una licencia médica puede hacer cirugía estética”, responde el primer doctor. Se podría pensar que pasa solo en Estados Unidos, pero sería un error.

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