Todo lo que debemos saber sobre el agua mineral natural (y nunca nos han contado)
‘Más claro que el agua’ es un práctico manual sobre todos los aspectos del agua mineral natural que reivindica su condición de alimento y su importancia nutricional en nuestra salud
Nuestro cuerpo es prácticamente agua, sin embargo, no sabemos nada acerca de este alimento. Porque sí, lección número uno, el agua es un nutriente. Está compuesto por calcio, magnesio y sodio, entre otros oligoelementos. Pero no hay dos aguas iguales, los porcentajes varían considerablemente entre unas y otras; por eso, familiarizarnos con términos como ‘residuo seco’ y otras nomenclaturas que aparecen en las botellas de agua o sus etiquetas es fundamental para elegir la opción que mejor se adapta a nuestras necesidades y no dejarnos engañar por modas.
El término residuo seco a menudo genera confusión. «Es un indicador de la calidad nutricional del agua», resuelve la doctor Magda Carlas, autora de Más claro que el agua. “El residuo seco es la cantidad de minerales que quedan después de someter el agua a altas temperaturas. Es un parámetro que indica la mineralización del agua en cuestión. En función de si aporta unos minerales u otros, tendrá unos efectos u otros en el cuerpo». Por eso es tan importante aprender a descifrar la información de las botellas de agua. «Saber leer la etiqueta del agua y conocer el significado de los elementos que la componen, facilitará la elección del agua mineral natural que más se adecúe a las necesidades de cada uno. En la etiqueta se indica qué tipo de agua es, qué origen tiene, qué minerales aporta, etc».
No hay un agua mejor que otra, pero sí distintas características
El mundo del agua no está exento a tendencias. Por ejemplo, elegir aguas de una mineralización muy débil, creyendo que son mejores o purifican el organismo, es otras de las modas que desmonta Más claro que el agua. «El agua de mineralización muy débil es perfectamente válida para hidratar y es adecuada para cuando tenemos algún problema en el que se debe controlar la dosis de algunos minerales. Ahora, por razones obvias, es menos nutritiva que el agua que contiene más minerales», desmiente la profesional, que también pone en cuestión las supuestas bondades del agua alcalina.
Según el estudio llevado a cabo por la agencia The Onion Inside para la editorial Amat el desconocimiento en la materia es absoluto: casi el 80 % de la población española no presta atención a la hidratación y la mitad desconoce las características del agua. En su nuevo libro, la Dra. Carlas realiza un minucioso recorrido por los conceptos y propiedades del agua mineral natural, resolviendo dudas de principiantes y acabando con esa vorágine de falsas creencias y mitos. «El agua sigue siendo la gran desconocida. No solo es el ingrediente olvidado de nuestra dieta, es que olvidamos que es nuestro ingrediente», apunta la experta, dispuesta a darle la vuelta a los datos.
De hecho, la primera cosa que debemos desmitificar son las cifras. Respecto a esos dos litros de agua recomendados, no todas las personas necesitan beber la misma cantidad. «La edad es más que un número en términos de hidratación», advierte la doctora. Nuestro cuerpo, en las distintas etapas de nuestra vida, demanda unas necesidades específicas, tanto hídricas como minerales. «Durante la lactancia, por ejemplo, el consumo de agua debe aumentarse de forma notable. Se pueden llegar a necesitar 500-600 cc. de agua cada día de más. La tercera edad es otro momento delicado porque suele haber un tránsito intestinal lento, una menor sensación de sed y muchas veces se toman diuréticos. Y por supuesto, durante los dos primeros años de vida, un bebé es casi un 70% agua. Esta etapa es súper importante, el peligro de deshidratación es muchísimo más alto que en la edad adulta», detalla.
Entonces, ¿cuánta agua necesitamos beber? La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria recomienda una ingesta total diaria, sumando bebidas y comidas, de 2,5 litros para los hombres y de 2 litros para las mujeres. La respuesta, sin embargo, no es tan sencilla. Está condicionada a determinados factores. «Mantenernos hidratados es sumamente importante cuando hace mucho calor, al practicar deporte, cuando tenemos fiebre o estamos estresados», enumera la doctora Carlas. Según apunta en su libro, en situaciones de estrés se puede pasar de necesitar 1 ml por kilocaloría ingerida a necesitar hasta 1,5 ml, lo que supone un 50% más. Y si algo está claro es que nunca debemos esperar a tener sed, eso solo significa que hemos perdido el 1 % de nuestra agua corporal. A partir de ese momento la falta de concentración o el cansancio empezarán a hacer acto de presencia.
Y respecto a hacer deporte, ¿es mejor beber agua antes o después del ejercicio? «El aporte de agua es importante en cualquier situación, pero cuando incrementamos la actividad física su relevancia se multiplica, y más dependiendo de la intensidad del ejercicio y la duración del mismo. Por esa razón, es importante beber agua antes, durante y después. Especialmente si se trata de un deporte de intensidad moderada o alta de más de 45 minutos de duración. La cantidad de agua dependerá de la duración de la actividad física, las condiciones climatológicas y las características propias de cada individuo», aclara la experta.
El agua ni engorda ni adelgaza
El agua mineral natural es un alimento pero, contra toda creencia, no tiene un efecto directo en nuestro peso. «No puede adelgazar ni engordar porque no aporta energía. Lo que sí es cierto es que el agua puede ser de ayuda en dietas de adelgazamiento ya que, habitualmente, el agua sustituye a una bebida energética, como las bebidas azucaradas o cualquier tipo de bebida con un aporte calórico más elevado. Por lo tanto, al consumir agua se producirá una disminución de la energía total de la dieta y la correspondiente manifestación en el peso pero, de por sí, no adelgaza ni engorda», aclara la doctora.
Lo que nos quedaría resolver entonces es, ¿cuál es el mejor agua mineral natural? La doctora Carlas es clara: «No hay un agua ideal. Lo que tenemos son muchas aguas que pueden tener mucha calidad. La mejor agua es la que nos conviene por nuestro momento fisiológico, la que nos gusta de sabor y, por supuesto, la que su origen nos da confianza».
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