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Por qué usar protector solar con nieve es tan importante como durante el verano

Las bajas temperaturas y las nevadas engañan a los sentidos. La radiación ultravioleta afecta tanto o más que durante los meses de verano debido al reflejo.

Dos mujeres toman el sol en el resort Cranmore Mountain de New Hampshire en 1955.
Dos mujeres toman el sol en el resort Cranmore Mountain de New Hampshire en 1955.SLIM AARONS / GETTY IMAGES
Javier Caballero

Se espera que la acumulación de la nieve y hielo en buena parte de la península que ha seguido al temporal Filomena perdure unos días debido a las bajas temperaturas que marca el mercurio. Estos elementos dificultan la movilidad y ponen en peligro a los ciudadanos. Caen bloques de los tejados y se producen resbalones. Pero ahí no quedan sus consecuencias. Esa concentración de bloques helados supone un peligro añadido a nuestra piel. La doctora Cristina García Millán, dermatóloga en Grupo Pedro Jaén, nos lo explica. «Podemos dividir la radiación en tres tipos. Por un lado, está la directa, que es la que recibimos del sol. Por otro, la difusa, es decir, la dispersión que se produce debido al paso por la atmósfera. Y por último tenemos la reflejada, cuando algunos elementos, como la nieve y el hielo, actúan como espejo».

La doctora Ana Molina, dermatóloga en la Fundación Jiménez Díaz, explica su funcionamiento. «Todas las superficies reflejan una cantidad de radiación, pero la nieve alcanza los datos más altos: hasta un 80%. Sobre todo cuando está impecable, blanca. Lo hemos podido comprobar estos días. Si salíamos de casa sin gafas de sol, la luz nos molestaba». La doctora añade la altitud a la que nos encontramos como otro factor a tener en cuenta. «Se ha demostrado que cada 300 metros sobre el nivel del mar, aumenta un 4% la incidencia de los rayos solares. Es decir, si nos vamos a pasar el fin de semana a Navacerrada, el riesgo es mayor». Y aconseja no hacer caso a los indicadores de los teléfonos móviles o los relojes inteligentes. «Ahora, por las fechas, marcan índices de radiación bajas. El mío tiene un 1, que se considera poco peligroso, siendo el 14 el de riesgo extremo. Pero estos aparatos no tienen en cuenta el reflejo. Ni la contaminación, que en ciudades como Madrid incrementan sus efectos».

Inciden, pues, en la importancia y la necesidad de aplicarse protector solar. Una recomendación constante a lo largo del año, pero que conminan debido a la situación. «Estamos más expuestos, puesto que se suman la radiación directa y la reflejada», dice la doctora García Millán. La doctora Paloma Borregón, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología y responsable de la unidad de dermatología y medicina estética de Iván Malagón Clinic, va más allá: «Los rayos reflejados dañan incluso más porque no solo incidiría desde arriba sino que, al rebotar en la nieve, nos llegaría desde abajo y los lados, no solo arriba». Un factor 50 o superior sería lo idóneo. «Tiene un efecto multiplicador. Primero, dura más y su reposición puede darse cada dos horas. Segundo, suelen ser más densas, por lo que también protegen al cutis del frío», continua la profesional de Grupo Pedro Jaén. El frío, precisamente, pide otro elemento a estos productos: que sean hidratantes. «Las bajas temperaturas tienden a deshidratar la piel, por lo que si usamos una base muy ligera, perderemos antes la protección».

Para la doctora Molina, debemos fijarnos en que cubra además todo el espectro. «Deben proteger contra los rayos UVA, los UVB, los infrarrojos (aunque son menos importantes en invierno) y la luz visible». En cuanto a los filtros, recomienda siempre una mezcla de físicos, químicos y biológicos. «La mayoría de farmacia o gama alta ya los incorporan. Los últimos hacen referencia a antioxidantes como la vitamina C o el ácido ferúlico, que contrarrestan los efectos de estos rayos». La doctora García Millán opina que la inclusión de los físicos es fundamental. «Resisten mejor la humedad y el roce de las mascarillas».

Sobre el uso de estas últimas, además, avisa: «No escudan contra la radiación. Si usamos una de tela gruesa y colores oscuros absorberá más y no nos llegará, pero no están diseñadas para ello. Por tanto, debemos aplicar primera protector solar y luego colocarnos la mascarilla».

Si no usáramos ninguna protección, la doctora Paloma Borregón detalla los efectos negativos que conllevaría. «La ausencia de esta barrera implicaría el aumento de manchas por la estimulación de la melanina. También estimularía el envejecimiento. Y perderíamos mucha hidratación, puesto que la crema evita que pierda humedad».

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