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S MODA + Revlon Professional
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Autoestima, creatividad e identidad: por qué el trabajo de l@s peluquer@s es esencial (y deberíamos reivindicarlo)

«Soy peluquer@, mi misión es hacerte feliz», es el lema de la ambiciosa campaña que Revlon Professional ha lanzado para reclamar la importancia física y psicológica de las peluquerías.

Navegamos entre la necesidad de seguir produciendo y un profundo cansancio que nos ruega desconectar.

Podríamos decir que la vuelta a la nueva normalidad empezó en la peluquería. En esa primera fase de desescalada que ahora nos parece tan lejana, como si casi no hubiera ocurrido, los salones capilares entraron en la lista de servicios de primera necesidad que podían volver a abrir sus puertas –aunque todo sea dicho, sin los beneficios de serlo: las peluquerías todavía no cuentan con un IVA reducido–. La decisión de incluirlos en esa lista, junto a dentistas, ópticas o fisios, reconocía por fin el papel fundamental que tienen en nuestro día a día. Tanto a nivel físico –resulta un servicio esencial para personas con movilidad reducida–, como emocional. Volver a la peluquería –las citas se colapsaron en las primeras semanas–, era una forma de sacudirse la incertidumbre, de recuperar un poco el control. La mejor prueba es que las citas se colapsaron en las primeras semanas.

«Soy peluquer@: mi misión es hacerte feliz», es el lema de la ambiciosa campaña que Revlon Professional ha lanzado para reivindicar el papel esencial de los peluqueros y cuyo short film en forma de homenaje a la profesión puedes ver aquí. Porque, reconozcámoslo, solo a ellos les confiamos nuestros momentos más importantes: pedimos cita en la peluquería siempre que tenemos un evento especial, nos cortamos el pelo cuando necesitamos cerrar una etapa o cambiar de rumbo, o nos refugiamos en todos esos cuidados y atenciones cuando necesitamos desconectar un rato del mundo. “El valor del peluquero a nivel social es incuestionable. La imagen personal influye enormemente en el estado de ánimo de las personas”, apunta Jordi Trilles, General Manager de Revlon Pro para España y Portugal. Y no es una afirmación a la ligera.

Un pelo sano y bonito es la mejor cura para la autoestima. Según un estudio llevado a cabo por la Universidad de Yale en 2019, capitaneado por la psicóloga Marianne LaFrance, quien ha dedicado parte de su carrera a analizar la influencia del pelo en la psicología, una buena melena tiene un mayor impacto en nuestro bienestar que la ropa o el maquillaje. Según las conclusiones del estudio, en términos de implicaciones sociológicas tiene un papel fundamental: influye en nuestra productividad, nos proporciona energía y nos hace sentir más seguras y fuertes. «El pelo lo es todo», insistía la protagonista de Fleabag en una de las escenas más icónicas de la serie. «Ojalá no lo fuera, para poder pensar en otra cosa de vez en cuando, pero lo es. Es la diferencia entre un día bueno y uno malo. Es un símbolo de poder», zanja.

Sobre la belleza siempre existe una condena de frivolidad, pero el pelo, al igual que la piel, es tan solo un reflejo de todo lo que nos sucede. Nos pasamos años utilizando nuestra cabeza como campo de experimentación, probando tratamientos o productos de moda, hasta que encontramos a esa persona que sabe comprender nuestra melena y nos ofrece esa solución personalizada que tanto llevamos buscando. Pero no solo eso, los peluqueros pueden hacerse una idea de nuestra salud según el estado de nuestro cuero cabelludo o el de nuestras puntas, y actuar en consecuencia. Es esa combinación de arte, color, excelencia, cercanía, creatividad y magia la que reivindica Revlon Professional desde su campaña. Porque, como nos cuentan desde Revlon Professional, «los peluqueros hacen muy feliz a la gente”. Y lo mínimo que podemos hacer nosotros es reconocerlo.

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