El cantante melódico que surcaba los cielos
La melodía universal popularizada por Domenico Modugno es, desde David Bowie a los Gipsy Kings, una de las más versionadas del siglo XX
Pertenece a la categoría de canciones ubicuas: una melodía universal, con centenares de grabaciones. Y aún transmite euforia, como si tuviera la capacidad de arrebatar a los oyentes. De alguna manera, Nel blu, dipinto di blu (Volare) parece eterna, como si hubiera nacido de las entrañas de Italia, de padres desconocidos y moldeada por los siglos.
Pero no. Volare procede de unos autores laboriosos y de unas circunstancias determinadas. Existe todo un mito sobre su génesis. Que su letrista, Franco Migliacci, tuvo un sueño y que, inspirado por unos cuadros de Marc Chagall, imaginó a un hombre que se pinta de azul y se lanza a recorrer “el cielo infinito”, efecto del éxtasis amoroso.
Lo cierto es que Migliacci (89 años) y su compañero, Domenico Modugno (1928-1994), dedicaron muchas horas a Volare. Corrían los años cincuenta y las canciones debían competir entre sí en festivales, iniciativas de promoción turística que oficialmente estaban al servicio de las canciones. Para que el público se familiarizara con ellas, en el festival de San Remo cada pieza era defendida por dos intérpretes. Volare, cantada alternativamente por Modugno y Johnny Dorelli, arrasó en 1958. Sin embargo, cuando Modugno llevó el tema a Eurovisión, sólo alcanzó el tercer puesto; el ganador fue el vocalista parisino André Claveau con Dors, mon amour (¿mandeeee?).
Arrasó en San Remo en 1958, pero no ganó en Eurovisión
Modugno era un prototipo de lo que los italianos ya denominaban “cantautori”. Un señor con guitarra que, para ser lanzado, se mostraba pragmático y dejaba que sus ocurrencias fueran arropadas por grupos (“complessi”) a los que se podía añadir orquesta y coros. En directo, Domenico ejercía de histrión, con recitados a corazón abierto seguidos por expresivos movimientos de brazos. Un romántico pero muy activo.
Los cantantes italianos se beneficiaban de una respetable infraestructura industrial, con potentes discográficas de larga trayectoria, sobre todo en el norte del país. Volare salió en Fonit Cetra, la unión de un sello turinés (Cetra) y otro milanés (Fonit). Conviene recordar que los disqueros también habían aprendido malas mañas: Matteo Treppiedi, director de la editorial que registró Nel blu, dipinto di blu (Volare) en la SIAE, la SGAE local, se apuntó como coautor, una trapacería que solo se enmendó en 1965, y no de forma definitiva: el nombre de Treppiedi todavía aparece en algunas versiones recientes de Volare.
Se trata de un asunto económicamente relevante: aparte de los millones de copias vendidas por Modugno, Nel blu, dipinto di blu (Volare) es retomada cada año por abundantes artistas. Ahí está la recreación de David Bowie, hecha para la banda sonora de Absolute Beginners (1986), basada en la novela de Colin MacInnes sobre la vida juvenil en el Londres de finales de los cincuenta.
Bowie encarnaba en la película a un mago de la publicidad, capaz de vender cualquier producto. Así que tiene sentido que el lustroso video de Volare sea una evocación del glamur de los viajes en avión en aquellos tiempos, con seductoras azafatas y sólidos pilotos. Estilísticamente, David ignoraba a Modugno y partía de una de las primeras adaptaciones de Nel blu, dipinto di blu, la de Marino Marini, que acentuaba el swing ya sugerido por Modugno.
Más exitosa fue la lectura rumbera de los Gipsy Kings, en 1989. Gitanos franceses de raíces españolas, los Reyes y los Boliardo se hicieron un nombre animando veladas de Brigitte Bardot y otros millonarios de la Costa Azul. Como base, tenían los éxitos de la rumba catalana, filtrados por una sintaxis particular. Habían grabado sin mucha fortuna hasta que coincidieron con Claude Martínez, un productor que apostó por sumar discretos fondos eléctricos y potenciar la dimensión escénica.
Como no eran grandes compositores, Martínez les empujó al repertorio internacional, lo que abarcaba desde Hotel California a nuestro querido Volare. Sabemos que el nombre de los Gipsy Kings no se puede pronunciar en los círculos del flamenco pero las carencias en autenticidad se compensan con la eficacia de su oferta sonora. Y visual: el video para Volare acumula imágenes de fiesta, niños, bailarinas, caballos de la Camarga, personajes de la Commedia dell’Arte.
Bowie la cantó para la versión en cine del libro ‘Absolute Beginners’
El autor tuvo una vida intensa. Casi tanto como los personajes de su propio repertorio: el protagonista de Vecchio frac se suicida por amor; en Il maestro di violino, surge la chispa entre un profesor y su joven alumna; Piange il telefono presenta al padre que conversa con una hija que no sabe de su existencia. Melodramas que muchas veces se transformaban en películas, muy rentables en el mercado italiano.
Pero había mucho más en Modugno que su dominio de la cursilería. Colaboró con Pasolini, que incluso confeccionó la letra para Cosa sono le nuvole, un experimento que partía de frases del Otelo shakespeariano. Un ictus en 1984 le hizo abandonar la música; se reconvirtió en defensor de los derechos de los discapacitados y los enfermos mentales. Causas que apoyó desde su puesto de diputado, y posteriormente senador, bajo las alas del Partido Radical.
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