Lingüistas, biólogos o publicistas, los nuevos expertos en dar instrucciones a ChatGPT
La IA generativa es un terreno fértil para que profesionales sin conocimiento previo de informática se sumen a la revolución tecnológica
Antes de que la inteligencia artificial generativa trastrocara su mundo, Guillermo Prado hizo un doctorado en biología molecular en el departamento de oncología de La Paz, un hospital público de Madrid. Luego empezó a trabajar en una empresa relacionada con el sector sanitario, pero no le gustaba. Eran finales de 2022, y salieron al mercado, al mismo tiempo, las primeras versiones del archiconocido ChatGPT y Midjourney, una aplicación capaz de crear imágenes a partir de texto. “Me empecé a volver loco con eso”, cuenta Prado. Ahora es experto en la nueva habilidad conocida como “ingeniería de prompts”, cuyos salarios pueden alcanzar las seis cifras en Estados Unidos.
“Me pareció que aquello era el futuro, así que todos los días, cuando llegaba del trabajo, me ponía a investigar”. Y emprendió un camino de no retorno que le ha llevado, dos años después, a crear Externia, su propia empresa de eventos impulsada por la inteligencia artificial generativa, esa tecnología capaz de crear texto, imágenes, música o vídeos a partir de instrucciones escritas. Frente a la prudencia y el desconocimiento general que todavía domina la conversación pública, Prado opina que la revolución de esta tecnología será transversal, afectará a todos los trabajos y abrirá la puerta de la innovación a profesiones que históricamente se han quedado apartadas del progreso tecnológico.
“¿Por qué un perfil de humanidades funciona como ingeniero de prompts?”, se pregunta Prado. Las prompts son las instrucciones o peticiones que recibe la máquina. El ingeniero de prompts es el profesional experto, por ejemplo, en ChatGPT, que sabe sacar el mayor provecho posible de la herramienta haciendo uso del lenguaje. “Los perfiles que están entrando ahora suelen ser informáticos, y eso está bien y funciona, van a ser necesarios. Pero la parte más importante de un ingeniero de prompts es ser creativo, y ahí creo que los perfiles de humanidades [como filosofía, marketing o lingüística] pueden tener mucho potencial”.
“A la hora de la verdad, te estás comunicando con un lenguaje natural, y un perfil que haya estudiado eso va a tener una ventaja grandísima”, sentencia Prado al otro lado del teléfono. La conexión entre las humanidades y la IA generativa parece mínima, pero cada vez hay más voces que apuntan en esa dirección. Marco Argenti, el director de Información del Goldman Sachs, hablaba sobre ello en la revista Harvard Business Review: “La calidad del resultado de un Gran Modelo de Lenguaje (como ChatGPT) es muy sensible a la calidad de la instrucción. Por eso uno primero tendría que dominar el razonamiento, la lógica y los principios del pensamiento”.
La inteligencia artificial podría alterar casi el 40% del empleo global, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). En las economías avanzadas, como la española, esa cifra escala hasta el 60%, porque el número de trabajos que realizan tareas reemplazables es mayor que en el resto de economías. Sin embargo, un reciente artículo de la revista The Economist asegura que aquellas personas con carreras de humanidades están bien posicionadas para aprovechar las nuevas oportunidades. “Las agencias de promoción y los cursos en línea que pretenden enseñar esta habilidad están floreciendo. Los graduados con experiencia en idiomas o humanidades son candidatos populares”, recoge el texto.
El impulso en el marketing
Ruth Falquina, CEO de la agencia Estado Latente, estudió marketing en la Universidad Complutense de Madrid antes de entrar al mundo de la inteligencia artificial. Ahora utiliza esa tecnología en todo el proceso productivo y creativo de su empresa de marketing. “Los perfiles de humanidades aportan pensamiento crítico y una creatividad basada en un profundo conocimiento de la cultura. Este bagaje sirve para generar mejores prompts, mejores instrucciones”, explica. Falquna, como otros muchos expertos, asegura que el de “ingeniero de prompts” no va a convertirse un empleo en sí, sino una habilidad que muchos tendrán que desarrollar para su trabajo.
En su empresa de marketing, los empleados utilizan herramientas como ChatGPT a diario. Forma parte del proceso productivo que llevan a cabo cuando tienen un nuevo encargo. Falquina habla mucho de “cocreación” entre el humano y la máquina como algo esencial. “Nosotros integramos la IA como parte de nuestro equipo”, asegura. La han utilizado para cosas más pequeñas, como crear la primera portada basada en IA en España (fue para el primer número de la revista Yorokobu), hasta crear el envoltorio de una bebida gracias al diseño de la máquina. Para los premios Jaume I, por ejemplo, han hecho una IA que ayuda al usuario a perderle el miedo a la propia IA. Y han generado un modelo de ChatGPT para “ayudar a estrategas de todo el mundo a desarrollar su propia marca”.
“Mejora los procesos de trabajo y nos inspira para ser mejores creativos”, asegura Falquina. Otro de los proyectos fue el diseñor del escenario principal del Mobile World Congress. Tenían dos semanas y media para tener el producto final. “En ese caso, la IA nos permitió la rapidez necesaria para entregar todo lo que nos habían pedido”. Hermagoras Abecia, especialista en marketing digital en la empresa Actahotels, también lleva un tiempo trasteando con ChatGPT, tanto que ya se ha puesto la habilidad de “ingeniero de prompts” en su perfil de LinkedIn. Cuenta que lleva desarrollando sus propias herramientas desde octubre del año pasado, y que su IA se ha convertido en una especie de compañera con la que conversa durante casi todo el día.
“Hay que saber dar la instrucción”
“Te ayuda desde a hacer un análisis de contexto para una campaña de marketing hasta una estrategia de posicionamiento en Google. Lo hago con ChatGPT y lo sacamos adelante”, cuenta. Otra fanática, Cristina Aranda Gutiérrez, se doctoró en filología hispánica antes de entrar en el mundo de la IA, y hace una defensa férrea de las humanidades en este sector. “Cualquier persona puede optar a trabajar de esto, porque es algo tan poco técnico como dar una instrucción a la máquina. Pero los lingüistas y los filósofos van a saber hacer eso mejor que otros. Además, hay que saber dar la instrucción, porque el contexto y la precisión de la orden son importantes”, cuenta.
Nico Bour, cofundador de Joppy, una startup española que se encarga de conectar empresa con trabajadores tecnológicos, asegura que todavía no han visto una gran demanda de ingenieros de instrucciones. “No estamos viendo ofertas masivas de ese puesto. Hay alguna, pero es que todavía nadie te puede decir que sea especialista senior en el tema. En muchos casos lo que está pasando es que muchos desarrolladores están practicando en sus tiempos libres”. Bour cree que el perfil ideal para este tipo de trabajo son los ingenieros analistas de datos, porque ellos “entienden mejor cómo funciona una IA por dentro”. Y el resto de ingenieros, “si no aprenden a incorporar la IA en su trabajo, van a ser muy ineficientes de aquí a unos años”.
En las Navidades de 2022, con la intención de anunciar a su familia que dejaba el trabajo sanitario para dedicarse de lleno a la IA generativa, Prado organizó una sorpresa. “Le regalé a mi familia un cuadro generado con IA. Tenía un QR que te llevaba a una web con un vídeo en el que se narra un cuento generado con IA y leído por una voz artificial. Les impresionó bastante”. Luego llegó la discusión. Prado quería volver a la empresa de eventos familiar para implementar todo lo que había aprendido, pero ellos no querían que dejara el trabajo que tanto le había costado conseguir. Al final logró convencerles, estuvo un año más en la empresa familiar y después montó la suya propia. El pequeño proyecto está centrado en ofrecer a los clientes experiencias diferentes basadas en la IA. Y el producto final es mejor, es capaz de llevarlo a cabo más rápido y por un precio menor a la empresa de su familia. “Eso es lo que va a marcar la diferencia”.
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