“Las primeras militares nos sentíamos cuestionadas de continuo, pero salimos airosas”
La mujer que más alto ha llegado en el Ejército rechaza las cuotas y apuesta por la transparencia
Patricia Ortega (Madrid, 56 años) es la primera general en la historia de las Fuerzas Armadas españolas. Un hito que ella agradece al jefe del Ejército de Tierra, Francisco Javier Varela, quien le impuso personalmente el fajín rojo el pasado 17 de julio, a la ministra de Defensa, Margarita Robles, que propuso su ascenso al Gobierno, y a pioneras como Ana Moreno, la mujer que en los años ochenta luchó para ser piloto militar y a la que el Constitucional acabó dando la razón, demasiado tarde para ella.
Está destinada en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), el principal centro español de investigación militar, y en diciembre se convertirá (según anticipa su director, el teniente general José María Salom) en la subdirectora de sistemas terrestres, con 300 civiles y militares, la mayoría ingenieros, a sus órdenes.
Pregunta. ¿Llevan bien los militares que una mujer les mande?
Respuesta. Desde el primer momento. La jerarquía aquí es muy importante. El mando no es cuestión de sexo. Lo importante es que ilusione y motive.
P. ¿Hay un estilo de mando diferente por ser mujer?
R. Hay teorías que hablan de distinto tipo de liderazgo. Yo creo que depende de la calidad de la persona.
P. Si los ejércitos los mandaran mujeres, ¿no habría guerras? ¿serían menos cruentas?
R. Una mujer puede ser tan dura como un hombre y un hombre, más tierno que una mujer. Hay estereotipos que no nos dejan ver la realidad.
P. Usted ingresó en 1988, el año en que las Fuerzas Armadas abrieron la puerta a las mujeres. ¿Se ha sentido discriminada? ¿Observada como un bicho raro?
R. Tanto yo como el resto de mis compañeras nos hemos sentido cuestionadas de continuo, también retadas. Pero si estás en un entorno que te motiva positivamente sacas lo mejor de ti misma; y, si todo se te pone en contra, también. El Ejército incentiva el esfuerzo, la capacidad de superación. Curiosamente, la propia institución nos daba las armas necesarias para salir siempre airosas.
P. Usted tuvo tres hijos siendo militar, ¿no ha lastrado la maternidad su carrera?
R. Para todas las mujeres es una rémora porque mientras tú cuidas de tus hijos, tus compañeros, con los que compites, hacen cursos, van a misiones... y luego tienes que tomar carrerilla para intentar alcanzarlos. Sé que hay quien dice que al fin y al cabo es una decisión personal y a lo que debemos tender es a que de verdad lo sea. Hasta 2005 no se regularon los permisos de maternidad, lactancia...
P. Una cosa es la normativa y otra la mentalidad. Me pregunto si cuando un militar hombre pide jornada reducida para cuidar a sus hijos lo miran bien.
P. Al final, casi siempre, es un tema económico, porque la mujer gana menos y, si un miembro de la pareja debe reducir jornada, lo hace ella. No creo que a nadie rico le preocupe la conciliación.
P. ¿Es un problema de las Fuerzas Armadas?
R. Es un problema de la sociedad. Desde la década de los noventa el porcentaje de mujeres universitarias supera al de hombres y sus expedientes son mejores pero, si miras cuántas mujeres están en la cúpula de las empresas y de instituciones como la judicatura o la universidad, se produce una inversión. La mujer está subrepresentada en órganos de poder. La causa es la maternidad, que se produce en el periodo de asentamiento profesional, y también el cuidado de los mayores. Con la tasa de reposición [demográfica] que tenemos es algo que hay que empezar a cambiar.
P. Usted rechaza las cuotas y quizá la única forma de romper ese techo de cristal sea la discriminación positiva.
R. Estoy de acuerdo con el objetivo, pero como instrumento pienso que las cuotas tienen efectos perjudiciales para la mujer, al no poner encima de la mesa el mérito y la capacidad. Lo que hacen es oscurecer los éxitos de las mujeres y legitimar a hombres mediocres. Hay otras herramientas que no producirían esas distorsiones, como la transparencia. Bastaría que en determinados puestos se publicitaran cuáles son sus características y los currículos de los aspirantes. Los cupos se nos pueden volver en contra. Estamos cansadas [de escuchar] cuando una mujer ocupa determinado puesto: 'Es porque lleva falda”
P. ¿Se considera feminista?
R. Del feminismo como [cumplimiento de] los derechos humanos, efectivamente. Los derechos humanos no distinguen entre hombres y mujeres. Estamos en un momento en que la sociedad está muy polarizada y hay que ir a los datos objetivos. Si el INE nos dice que la mujer trabaja en el hogar más horas que el hombre, si su tasa de ocupación es inferior, si la mayoría de los contratos a tiempo parcial los asumen las mujeres, si España está en el puesto 29 del índice de desigualdad de género de la ONU... Estos datos nos dicen que tenemos algo que hacer para que esos derechos humanos sean reales.
P. Cuando ascendió a general recibió duras críticas en las redes sociales y algunas procedían de militares. ¿Qué sintió?
R. Fuego amigo... Sobre todo tristeza, porque si algo nos caracteriza a los militares es el compañerismo. Flaco favor hacían a las Reales Ordenanzas, sobre todo porque muchas críticas eran superficiales, ni siquiera habían leído mi currículum.
P. Hoy es la Fiesta Nacional. ¿Qué es España para usted?
R. Cuando me preguntan qué es España me acuerdo de [la novela] Trafalgar de Benito Pérez Galdós. [El almirante] Churruca hace una metáfora preciosa, dice algo así como que, al mirar a los ojos de los españoles antes de la batalla, ve el parque en el que juegan nuestros hijos, el cementerio donde enterramos a nuestros padres y la fuente donde saciamos nuestra sed. Y unas hojas más adelante, tras el combate, dice que al mirar a los ojos de los ingleses ve su patria también.
P. ¿Qué significa la figura de Franco para alguien como usted?
R. Soy militar. No haré comentarios sobre temas políticos.
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