El viaje de vuelta de la joven promesa
El sociólogo socialista Ignacio Urquizu dice que no cambiaría el bastón de alcalde de Alcañiz por su antiguo escaño
La política puede resultar tan caprichosa e impredecible como el aleteo de la mariposa que provoca un prodigio atmosférico en el otro extremo del mundo. El sociólogo Ignacio Urquizu lo ha comprobado en sus costillas tras pasar en tres meses de ser vetado por la dirección del PSOE para repetir como diputado en la Carrera de San Jerónimo a ser el nuevo alcalde de Alcañiz (Teruel). De la ciudad donde nació en 1978, con todo lo que conlleva. Profesor en excedencia por la Universidad Complutense de Madrid y autor de autor de varios libros, el último ¿Cómo somos? Un retrato robot de la gente corriente, su victoria en las municipales del 26 de mayo y su capacidad para lograr un acuerdo transversal nada común en estos tiempos con IU y Ciudadanos le ha convertido en el primer regidor socialista de la localidad de 16.000 habitantes en 30 años.
“Unas semanas antes estaba en el ostracismo y ahora soy el alcalde de Alcañiz... Ha sido una oportunidad muy bonita. Soy muy feliz. Yo todo esto no lo cambio por el Congreso”, declara alegre mientras se adapta a su despacho. En el suelo llama la atención la mochila que se compró cuando era estudiante de doctorado en Boston (EE UU). En las palabras de Urquizu no se percibe resquemor por la negativa de Ferraz a reservarle un puesto en las listas a las Cortes. Pese a que contaba con el respaldo del 90% de las agrupaciones de su circunscripción. La explicación no oficial alude a su apoyo a Susana Díaz en el último proceso de primarias del PSOE.
El regidor ha cerrado un acuerdo poco común con IU y Ciudadanos
El mismo hombre que reconoce que meditó dejar la política en marzo, cuando se vio fuera de las listas para las elecciones generales del 28 de abril, y meditó muy seriamente volver a la universidad mantiene una actividad febril desde que el 15 de junio recibió el bastón de mando del Ayuntamiento. Mientras no para de firmar documentos, desde empadronamientos a cremaciones, adelanta que su principal proyecto para los próximos cuatro años será sacar el tráfico del casco histórico y peatonalizar el centro de la ciudad. “Vamos a comprar un autobús de emisiones cero e incentivar que los vecinos pongan placas solares. Un Ayuntamiento puede hacer muchas cosas ante problemas globales como el cambio climático”. Otra prioridad es promover el turismo en una localidad sobrada de patrimonio histórico.
Urquizu encadena proyectos y compromisos mientras Alcañiz se termina de acostumbrar al cambio propiciado en las urnas. Hacía décadas que el PSOE no se veía en una igual. La izquierda solo había gobernado seis años desde la restauración de la democracia. “La política son ciclos. La oferta electoral de Urquizu tenía la gran ventaja de conocer las puertas a las que hay que llamar en Madrid para conseguir mejoras para la ciudad”, piensa Luis Sábado, cocinero de 48 años, mientras espera una consumición en uno de los bares de la plaza de España. “Su perfil no es habitual. ¿A quién le dejarías el coche, a tu cuñado el manitas o al mecánico de un taller?”, plantea Raúl Alcaraz, orientador escolar de 41 años.
En realidad, por muchas alabanzas que haya, casi nadie esperaba que el candidato socialista ganase y menos aún que sacase siete concejales, cuatro más que en 2015. El PP, tras ocho años de gobierno, perdió dos ediles y se quedó en cinco. El PAR mantuvo los tres concejales de la legislatura anterior. Ciudadanos e IU se repartieron los dos restantes. La habilidad que Urquizu demostró en los pactos a su izquierda y derecha hizo el resto. IU llevará las carteras de Participación Ciudadana e Igualdad. “He estado más en esta semana en el despacho del alcalde que en los últimos cuatro años anteriores”, resume María Milián, su única concejal. Ciudadanos también formará parte del equipo de gobierno, donde se encargará de Seguridad Ciudadana y Deportes. “Tenía una buena relación con Ciudadanos en Madrid y me trasladaron que harían una excepción conmigo”, explica Urquizu sobre los vetos generalizados del partido de Albert Rivera al PSOE.
“Le dije que ser alcalde es la política 100%”, recuerda Ximo Puig
El desgaste de los ocho años de gobierno del alcalde anterior, Juan Carlos Gracia, no explica por sí solo el relevo en el Consistorio. “El PSOE en Alcañiz era conocido por estar dividido. Y eso se notaba cuando llegaban las elecciones. La agrupación llegó a la conclusión de que solo yo podía unir al partido, y al final me convencieron”, resume Urquizu. Tras animarse a dar el paso —“el primero al que se lo dije fue a [Alfredo Pérez] Rubalcaba tomando un café de una hora en la Facultad de Químicas. Me dijo que estaba loco pero que adelante”— se dedicó a recorrer los polígonos empresariales por las mañanas y los comercios de Alcañiz por la tarde. Consciente de que sus largos periodos en Madrid podían ser un hándicap frente a otros candidatos concentrados en la arena política local, se afanó en que le percibieran como alguien cercano y accesible. “En política hay que ser sincero. A veces se prometen cosas que no se pueden cumplir. Una autovía no depende de un alcalde”, observa.
“Yo también le animé a presentarse. Le dije que ser alcalde es la política 100%”, recuerda Ximo Puig, que antes de ser presidente de la Comunidad Valenciana fue alcalde de 1995 a 2012 de Morella, su pueblo, a 60 kilómetros de Alcañiz. “El ámbito local aporta una perspectiva única. No hay mejor lugar para aprender a conectar con las personas”, cree el líder territorial del PSOE. Mientras se hace al cargo, Urquizu busca remedio a las familias afectadas por un derrumbe que afectó a varias viviendas hace dos años. De momento les ha recibido. “Me dijeron que iban a quitar las pancartas de protesta. Les pedí que las guardasen y vuelvan a poner si no lo hago bien. Está bien que los ciudadanos nos exijan”, concluye.
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