El candidato de Vox huérfano de un agricultor degollado, acusado de lucrarse con la inmigración
Aparecen pasquines contra Juan Jose Bonilla, hijo de una las víctimas de los tres asesinatos que desencadenaron los disturbios xenófobos de febrero de 2000 en El Ejido
Francisco Palenzuela no se lo pensó dos veces. En diciembre de 1997, tras haber sufrido ocho robos en su almacén de piensos, se fue con un socio a buscar a quienes él consideraba los culpables: dos jóvenes magrebíes residentes en El Ejido (Almería) con más de 60 antecedentes policiales entre ambos. Los metieron en una furgoneta, los llevaron a un descampado y los molieron a palos con un bate de béisbol, causándoles lesiones de las que tardaron dos meses en curar. Fueron a por un tercer magrebí, pero logró escapar.
Cuando escucha al líder de Vox, Santiago Abascal, que quienes defienden su propiedad a tiros merecen la orden del mérito civil, Palenzuela sonríe. A él no le condecoraron. La Audiencia Provincial de Almería le impuso 15 años y seis meses de cárcel por dos delitos de lesiones y tres de detención ilegal. El Ayuntamiento de El Ejido pidió su indulto, tras una campaña que recogió más de 50.000 firmas. El Gobierno no lo concedió, pero, tras cuatro años en prisión, los dos empresarios obtuvieron el régimen abierto.
Aunque, desde junio del año pasado, Palenzuela está afiliado a Vox, no piensa votar a su candidato a la alcaldía, al que conoce bien. Como en muchas otras localidades, el coordinador local del partido ultranacionalista fue fulminado y los responsables provinciales buscaron un candidato más adecuado para asumir las altas responsabilidades que les auguraban las encuestas. Lo encontraron en Juan José Bonilla, un abogado cuyo vídeo rompiendo el carné del PP y votando por Vox en las pasadas elecciones andaluzas se hizo viral.
Juanjo es el hijo de Tomás Bonilla, una las víctimas de los tres asesinatos que desencadenaron los disturbios xenófobos de febrero de 2000. Un inmigrante lo degolló cuando intentaba auxiliar a otro agricultor, al que acababa de acuchillar por recriminarle que apedreara a un perro. Juanjo, que entonces tenía 23 años y estudiaba Derecho en Almería, estaba ese sábado en la casa familiar y, al acercarse al invernadero alarmado por las sirenas de ambulancias y policía, reconoció las deportivas negras de su padre bajo la manta térmica que cubría el cadáver. Al día siguiente, tuvo que fregar la mancha que la sangre de su padre había dejado en el asfalto para que no la vieran su madre y sus dos hermanas.
Pese a este trauma, sus amigos aseguran que Bonilla no se ha metido en Vox por venganza y tampoco por dinero, ya que comparte con su esposa un próspero bufete. En El Ejido han aparecido en las últimas semanas pasquines que le acusan de haberse lucrado durante estos años legalizando a inmigrantes. Hace 19 años, Palenzuela se lo tropezó durante su juicio, en el que el joven Juanjo hacía de pasante del abogado de oficio que representaba a los magrebíes. “Vete a tu casa, tú no puedes acusarme a mí, le dije”, recuerda el empresario. “Yo estoy haciendo mi trabajo, me contestó. Por eso no puedo votarle”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.