Vox se alinea con la jerarquía más ultramontana frente al papa Francisco
Las declaraciones del Pontífice sobre inmigración obligan a Abascal a romper su calculada ambigüedad
A un dirigente político que se confiesa católico no debería costarle mucho elogiar al Papa. Sin embargo, cuando Fernando Sánchez Dragó le pidió su opinión sobre Bergoglio, Santiago Abascal se negó en redondo: “Yo del Papa no voy a decir nada. [...] En lo concerniente a él, prefiero mantenerme a una prudente distancia”. Al escritor le bastó con esta evasiva: “Ya me has respondido... A buen entendedor”.
Entonces, a mediados de enero, el líder de Vox tenía un exquisito cuidado a la hora de evitar toda crítica al Papa que pudiera espantar a parte del electorado católico. Pero el pasado fin de semana las intervenciones públicas de Francisco irritaron tanto a Abascal que hicieron saltar por los aires su calculada ambigüedad. Primero fue la decisión del Papa de dejarse entrevistar por Jordi Évole, a quien Abascal presumió de que jamás le concedería una entrevista porque se la hizo a Otegi. Luego, las palabras de Francisco sobre la inmigración en el programa de La Sexta, en Marruecos y en el avión de vuelta al Vaticano: “Los constructores de muros acabarán siendo prisioneros de los muros que levantan”, sentenció el pontífice.
El líder de Vox, que quiere sustituir las vallas de Ceuta y Melilla por un muro, se dio por aludido y respondió el lunes por la tarde en esRadio, la emisora de Federico Jiménez Losantos. Tras mostrar su “profundo respeto como católico por el Papa” y asegurar que intenta escucharle cuando habla ex cáthedra (es decir, cuando imparte doctrina en materia de fe), agregó: “Ahora bien, cuando habla el ciudadano Bergoglio y da sus opiniones políticas, las respeto pero no tengo por qué compartirlas y de hecho no las comparto”.
Las opiniones políticas de Bergoglio son sus críticas a la “crueldad” de los europeos que cierran sus puertos a los inmigrantes y les dejan ahogarse en el Mediterráneo. El líder de Vox pretendió incluso rebatir al Papa echando mano del catecismo y aseguró que este no solo manda acoger a los inmigrantes sino que también ordena a estos obedecer sus leyes, contribuir a sus cargas y “adaptarse a la cultura” de la sociedad que los acoge. En realidad, lo que dice el catecismo es que deben, además de pagar sus impuestos y cumplir la ley, “respetar con gratitud el patrimonio material y espiritual" del país de acogida.
La primera reacción de Abascal tras escuchar al Papa no fue criticarlo, sino contraponerlo al cardenal Robert Sarah, natural de Guinea Conakry, de quien tuiteó la frase: “La Iglesia no puede colaborar en esta nueva forma de esclavitud en que se ha convertido la inmigración de masas”. Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, a quien el Papa ha desautorizado públicamente al menos una vez, encabeza el sector más ultramontano del Vaticano. Algunas de sus frases son más contundentes que la tuiteada por Abascal: ha comparado la ideología de género con el Estado Islámico y la ha calificado de "bestia del apocalipsis" y "demoníaca”.
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