Las elecciones miden la voluntad de cambio de los andaluces
El PSOE parte como favorito pero debe calibrar la magnitud de su desgaste, mientras que el resto de partidos pugnan por la segunda fuerza y ser determinantes en el futuro gobierno
Las elecciones andaluzas que arrancaron anoche con la pegada de carteles pondrán a prueba la magnitud de la voluntad de cambio de los andaluces. Los partidos de la oposición se presentan como los únicos garantes para impedir la continuidad del PSOE al frente de la Junta una legislatura más, pero todos son conscientes de que alguno acabará siendo determinante para mantener a los socialistas en el poder, salvo que opten por un bloqueo que aboque a nuevos comicios.
La candidata socialista, Susana Díaz, parte como favorita en todos los sondeos, aunque lejos de la mayoría absoluta. El fin del bipartidismo en Andalucía ha terminado también con la clásica transferencia del voto de castigo de la derecha a la izquierda, abriendo otro escenario novedoso en la comunidad que es el del voto útil, que equilibrará aún más la actual representación parlamentaria. El votante desilusionado con la incapacidad del PP en la oposición o se decanta por Ciudadanos o se radicaliza hacia Vox, mientras que el del desgaste del PSOE ya no huye hacia la formación naranja, desalentado por su giro alejamiento de posturas centristas. El trasvase en estos comicios se prevé que sea de derecha a derecha y de izquierda a izquierda, generando una paridad, sobre todo en la lucha por ser la segunda fuerza, que los partidos van a esforzarse por romper a lo largo de la campaña.
El PSOE cuenta con una base sólida que amortigua el desgaste de casi 40 años al mando de la comunidad. Díaz quiere aislar su campaña de cualquier influencia nacional. Insiste en que el debate debe hacerse con “acento andaluz”, pero se enfrenta a la incógnita del coste que deba pagar por el peaje de la corrupción, el segundo tema de preocupación para los andaluces, tras el paro. Todos los partidos, incluido el socialista, cuentan en sus programas con extensos apartados para luchar contra el fraude y el clientelismo en la Administración pública. A esta batalla, que abanderaba el PP, se ha sumado con fuerza Ciudadanos, algo que escuece especialmente a los populares, que ven amenazada su hegemonía también en este ámbito.
Tanto Podemos, integrado en la coalición Adelante Andalucía con IU, como Ciudadanos han conseguido arraigar en el espectro político andaluz en esta legislatura. El partido de Albert Rivera es el que más expectativas tiene de crecer en estas elecciones —aspira, como mínimo, a doblar su actual representación de ocho escaños— y ha cambiado radicalmente de estrategia. No volverá a ser muleta de los socialistas. Conscientes de que su crecimiento llega por la derecha, han afianzado su táctica de ataque frontal hacia los populares por su incapacidad y pasividad política a lo largo de estos últimos 40 años.
La negativa en rotundo de Ciudadanos a reeditar su apoyo al PSOE, deja prácticamente en manos de Adelante Andalucía las opciones de Díaz para volver a ser presidenta de la Junta. La coalición ha sido muy clara a la hora de advertir que no perpetuará al susanismo ni al régimen socialista en el poder, pero, como reconoció el secretario de Organización de los socialistas andaluces, Juan Cornejo, muchas de las medidas de sus respectivos programas coinciden. Rodríguez ganó este verano a la dirección de Podemos el pulso a favor de un modelo más autónomo y descentralizado para la formación en Andalucía. Ella es, junto a Díaz, la única que ha hablado en precampaña de temas andaluces, obviando la política nacional.
Quien llega con más flancos abiertos es el PP. El efecto Casado ha sido nulo en la comunidad donde menos apoyos obtuvo en las primarias. Renqueante aún de sus divisiones internas, asiste, según todos los sondeos, a un desplome evidente en beneficio no solo de Ciudadanos, sino de Vox. La estrategia de arrojar la corrupción contra el PSOE, no le ha terminado de funcionar y los comentarios desacertados de sus dirigentes nacionales tampoco han contribuido a darle estabilidad. Con todo, su penetración rural podría ayudarle a apuntalar su caída.
En este panorama de equilibrios, otra incógnita es si finalmente Vox, como predijo el CIS, acabará obteniendo representación parlamentaria. La formación de ultraderecha quedó novena en los anteriores comicios, por detrás de UPyD, que vuelve a presentarse por todas las provincias, el disuelto Partido Andalucista, y PACMA, que también concurre por todas las circunscripciones. El partido es aún más optimista y espera obtener hasta tres escaños. Sus perspectivas de crecimiento se sitúan en Málaga y Sevilla. En las elecciones de 2015 se medía la fortaleza del bipartidismo ante el auge de las nuevas formaciones. Ahora la principal incógnita reside en calibrar la magnitud del desgaste socialista y si el cambio que quieren los andaluces viene por la derecha o se queda en la izquierda.
La batalla por Málaga
Los naranjas crecen en todas las provincias a costa del PP. Cádiz, Sevilla y Málaga es en donde tienen clavadas sus aspiraciones más firmes. Esta última provincia, con 17 diputados, es una de las más anheladas por todos las formaciones y no es baladí que sea allí donde se presenten como cabezas de lista el candidato popular, Juan Manuel Moreno, criado allí; la aspirante de Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez, que ha abandonado su feudo de Cádiz para consolidar a la coalición de izquierdas en esa circunscripción, o el número uno de Ciudadanos por Málaga, el ex seleccionador nacional de baloncesto Javier Imbroda, debilidad de Albert Rivera y a quien la formación va a exponer en muchos de sus actos.
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