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Crónica
Texto informativo con interpretación

Pablo Casado: una sonrisa en HD

El nuevo y telegénico líder del PP es el último ejemplo de la cantera de los platós televisivos

Pablo Casado, el pasado sábado, en el Congreso del PP celebrado en Madrid.
Pablo Casado, el pasado sábado, en el Congreso del PP celebrado en Madrid.Victor J Blanco (©GTRESONLINE)

Pablo Casado (Palencia, 1981) ha accedido al despacho principal de Génova con la sonrisa intacta. Y no ha sido fácil conservarla después de haberla placeado en los platós más hostiles de la televisión. Una sobreexposición mediática que el nuevo presidente del PP ha convertido en argumento fundamental de su victoria explorando los límites de sus cualidades telegénicas: Casado no ha ganado “por” la televisión, pero no hubiera ganado “sin” la televisión.

Le había sucedido a sus antagonistas de Podemos. Pablo Iglesias supo manejar y trabajarse sus habilidades mediáticas para ir configurando el carisma político. Y lo hizo sin rechazar los espacios televisivos o radiofónicos de mayor hostilidad, aunque también aprovechara el trampolín de La Sexta, Antena 3, Tele5 y las tertulias de Cuatro. Un fajador era Iglesias. Subía la audiencia con sus intervenciones. Crecía su proyección en la opinión pública.

En las antípodas de la ideología respecto a Iglesias e hiperactivo como él en las redes sociales, Casado ha construido una campaña de reputación y divulgación personales, sobre todo desde que el presidente Rajoy, en junio de 2015, le concedió el rango de vicesecretario del PP con atribuciones explícitas en la portavocía y con el papel de apagar incendios.

“Casado siempre ha dado la cara. Estaba siempre ahí para defender al PP”, explica Belén García, directora de Espejo Público (Antena 3). “Impresionaba muchas veces la soledad en la que lo dejaba su partido. Parecía que iba a carbonizarse y que estaba muy solo, pero esa misma experiencia le ha servido para curtirse, darse a conocer y convertirse en alternativa, con un discurso nada impostado, sino genuino en su manera de pensar. El caso de Pablo Casado demuestra otra vez, además, que la cantera de la política es la televisión”.

Pablo Casado, diputado nacional desde 2011, ya se había placeado precozmente en programas de actualidad política y descollaba como tertuliano. Era la novedad mediática y generacional del partido analógico, el yerno perfecto y el rostro de las Nuevas Generaciones, pero sus adversarios en la carrera han subestimado el salto de cachorro a fiera adulta.

“Le empuja la ola de juventud que llega a todo el mundo”, explica Ana Rosa Quintana (Tele5). “Creo que ha sorprendido. Todos lo veíamos como un chaval prudente y obediente, y en esta campaña ha sacado tanto el carácter como la osadía. El partido necesitaba que alguien les hiciera sentir orgullosos de ser conservadores, y que no tuviera contacto con la corrupción. Además, como Macron tiene una bonita sonrisa y no es particularmente alto”.

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La estrategia de Casado tanto le ha permitido confortar a los votantes del PP en los espacios más afines -13TV, El gato al agua....- como ha predispuesto su resiliencia política en los programas mas comprometidos -La Sexta Noche, Las mañanas de Cuatro-, sobre todo cuando los escándalos de la corrupción requirieron un bombero de guardia y emergencia.

No se descomponía el joven vicesecretario, pero la capacidad de amortiguar los golpes la ha utilizado él mismo como argumento propiciatorio en la campaña de las primarias. No ya diciendo que se ha “partido la cara por Rajoy”, textualmente, sino presentándose a los militantes y a los compromisarios como el héroe de la trinchera mediática frente a la indolencia de Soraya Sáenz de Santamaría. La sonrisa de Casado no ha sido de porcelana.

"Casado es la luminosidad frente a la oscuridad", explica el analista Ignacio Varela. "Es más conservador que Rajoy, pero no lo parece. Su imagen moderna, joven, informal, demuestra que el continente es más importante que el contenido. No es una renovación de ideas, sino de formas. Y el cambio de imagen aspira a resolver los grandes problemas del PP: la competencia de Ciudadanos y la brecha generacional, porque el PP es el partido de los jubilados y necesita refrescarse.  Podría decirse que es un híbrido facha-progre, la dureza ideológica con una apariencia simpática que ha sabido proyectar con su carisma y su telegenia. Mitad Le Pen, mitad Macron".

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