Condenados los narcos que dejaron morir a un ‘mulero’ y lo abrieron para recuperar la droga
La Audiencia Nacional impone a los cuatro acusados penas de más de 20 años de cárcel
El juego y el consumo de drogas perdían a Fernando Bernardo, un gijonés de 38 años que acabó atrapado por una red internacional de narcotráfico dirigida desde España por el dominicano Heriberto Reyes, alias Yoni. Empujado por sus adicciones, el treintañero había contraído una deuda de más de 12.000 euros con el jefe de la organización, que le obligó a trabajar como mulero para él. Debía tragarse cápsulas de cocaína para moverlas de un país a otro. Y así lo hizo durante años, hasta que después de la ingesta de 67 capsulas en julio de 2014, una se rompió y comenzó a vomitar y convulsionar delante de dos miembros de la banda. Ocurrió todo en un palacete de Villadiego (Burgos), desde donde operaban los delincuentes y donde lo dejaron morir. Después, lo abrieron para recuperar la mercancía, según considera probado la Audiencia Nacional, que acaba de condenar a los cuatro acusados a penas de 20 a 23 años y medio de cárcel.
Los procesados no solo sabían "perfectamente" que la víctima se tragó la droga el 7 de julio y el "riesgo" que suponía, según la resolución de los magistrados de la Sección Tercera de la Sala de lo Penal. Sino que, también, evitaron pedir asistencia médica o llamar a una ambulancia durante las horas que tardó en morir —los forenses fijaron su fallecimiento al día siguiente—, pese a que Bernardo les pidió ayuda. Es más, antes de que perdiera la vida, Reyes les dijo a dos de sus secuaces, Alba Leidy Cabrera y Alexander Méndez, que se marcharan. A continuación, llamó al cuarto acusado, Benjamín Guzmán, para que comprara "agua destilada, guantes y bolsas de basura". Y se pararon a esperar.
Según consta en la sentencia, una vez muerto, el jefe de la organización le practicó al cadáver una "laparotomía" —intervención quirúrgica que consiste en abrir las paredes abdominales—. Después, junto con Méndez, lo decapitaron y desmembraron el cuerpo para repartirlo en varias bolsas de plástico que metieron en la maleta roja que llevaba la víctima para moverse como mula. Reyes emprendió entonces viaje en coche hasta Suiza, adonde había trasladado su residencia y adonde enviaban las partidas de droga. Durante el trayecto, abandonó la maleta en una zona boscosa de Tarnes (Francia). Fue detenido a la entrada del país helvético con cilindros con 800 gramos de cocaína, que contenían restos del ADN de Bernardo.
El tribunal condena a los cuatro acusados por un delito de homicidio y otro de tráfico de drogas, según consta en la sentencia, que describe cómo la banda coaccionaba a la víctima. "Reyes le había manifestado que habían matado a quien les había traicionado", escriben los jueces.
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