Un año del Ciudadanos liberal
Rivera elimina la "socialdemocracia" de su discurso y la sustituye por "progresismo"
Para Albert Rivera, el paso del tiempo se explica así. En 2015, escribía: "Nosotros defendemos, como ocurre en otros países de Europa, que la socialdemocracia y el liberalismo pueden ser defendidos sin entrar en contradicciones". Pero, en 2017, se le caía de su discurso uno de esos términos y sentenciaba: "Soy liberal, progresista, europeísta y español".
Este lunes se ha cumplido justo un año del cierre del congreso más importante de la historia de Ciudadanos. La cuarta fuerza política del país celebró el 4 y 5 de febrero de 2017 su IV Asamblea Nacional. Una cita convocada en Coslada (Madrid), lejos de su Cataluña natal, que acabó con la supresión del término "socialdemocracia" de su ideario y supuso el abrazo, siguiendo las tesis del equipo de Rivera, del "liberalismo progresista". "Es una evolución para hacer más fuerte todavía al partido", justificaba entonces el presidente de la formación, que añadía: "El debate no tiene que ser tanto semántico como de contenido. Hay que decirle a los españoles que nosotros no queremos subir los impuestos, que queremos bajarlos; que nosotros queremos una España autonómica, no una España rota y troceada... En definitiva, el mensaje que hay que darles a los españoles es qué vamos a hacer si gobernamos".
Pero ese giro implicó mucho más. Provocó la salida de más de una decena de cargos públicos y la pérdida de afiliados. Se tradujo en ataques contra el líder: los más cruentos llegaron desde Bruselas, donde la eurodiputada Carolina Punset acusó a Rivera de derechizar Ciudadanos, entregarlo al PP y cometer un "fraude ideológico". E implicó una ruptura con su fórmula originaria. Su definición como defensor del "socialismo democrático y liberalismo progresista informaba bastante más y recogía su herencia igualitaria", criticó Félix Ovejero, uno de los intelectuales que fundó el partido, que recalcó: "Uno no se hace socialista o liberal por rentabilidad electoral".
La IV Asamblea Nacional significó, para los críticos, el abandono del centro-izquierda y la victoria de uno los sectores del partido sobre el resto. Todo ello, en un partido que nació bajo el paraguas de un "dualismo ideológico", según explica Antonio Robles, exdiputado en el Parlament de la formación y su primer secretario general, en su libro La creación de Ciudadanos: un largo camino: "Eso será la fuente de casi todas las vicisitudes de la Asociación de Ciutadans de Cataluña y del partido Ciudadanos que la siguió".
El exparlamentario habla de "un grupo de izquierdas que quería un partido de centro izquierda" —donde ubica a Francesc de Carreras, Félix Ovejero o Félix de Azúa—; frente a un grupo de "transversales", que se definía así porque rechazaba identificarse con un proyecto de derechas y que proponía diseñar una plataforma "fuera de las coordenadas izquierdas/derecha". "A menudo, tras el transversalismo y el liberalismo se escondieron grupos de derecha intransigente", añade Robles, que salió de Ciudadanos tras el pacto con Libertas para las europeas de 2009.
Pero otros fundadores del movimiento han calificado siempre esa supuesta batalla ideológica como un debate estéril. Ferran Toutain ha repetido que su inspiración fueron los partidos liberales europeos, de la que no encontraban referente en España, y que su gran premisa era defender la libertad individual por encima de todo. En esa línea, Albert Rivera ya en su primer discurso como presidente repetía que Ciutadans "no quiere definirse sobre el esquema clásico derecha-izquierda, sino por valores como la libertad, la igualdad, la justicia y el bilingüismo". Una línea que mantiene más de una década después. El líder del partido, en plena batalla con los populares, rechaza actualmente que su partido sea un sustituto del PP en la derecha y reivindica su posición de centro: "En las últimas encuestas de auto-ubicación ideológica, la gente que nos vota se sitúa en el 5,4, el 5,2 o el 5,8... Nuestro voto está básicamente entre el 4,5 y el 6, que es donde está la mayoría de la sociedad", dice.
El éxito electoral
Pero no lo ve igual el conjunto de España. El CIS del pasado lunes destaca que el total de los encuestados sitúa a Ciudadanos en el 6,76 del eje izquierda-derecha (siendo 0 la extrema izquierda y 10, la extrema derecha). Nunca antes había obtenido un valor tan alto, ubicándose a menos de 1,5 puntos del PP (8,13) y por encima del PDeCAT (5,85) y el PNV (6,3). Queda lejos el 5,14 marcado en enero de 2015, cuando todavía no habían desembarcado en el Congreso.
Pese al terremoto que supuso el congreso de febrero de 2017, la actual dirección de Ciudadanos se muestra muy satisfecha por las decisiones tomadas en aquella asamblea nacional. Rivera afirma reiteradamente que su partido es "hermano" de las formaciones "liberales progresistas" de Emmanuel Macron, presidente de Francia, y de Justin Trudeau, primer ministro de Canadá. A su vez, la cúpula considera que el éxito de su estrategia lo confirman la victoria de Inés Arrimadas en las elecciones catalanas del 21-D y que se haya disparado en las encuestas. El último sondeo de Metroscopia los sitúa, de hecho, como primera fuerza política y la última encuesta del CIS los lanza hasta el 20,7% en intención de voto.
La redefinición ideológica de Ciudadanos no llegó sola. La dirección diseñó también una nueva estructura organizativa, basada en una jerarquía escalonada de grupos municipales, comités territoriales, provinciales y autonómicos —supervisados por la cúpula— que acompañó de un plan de expansión territorial para implantarse fuera de las grandes ciudades, retomado en 2018 con la mirada puesta en las elecciones municipales y autonómicas de mediados del próximo año. El equipo de Rivera ha decidido que 2019 es el año para entrar en Gobiernos y, a diferencia de hace un año, ya le juega cuerpo a cuerpo al PP. Y los populares, que observan cómo el CIS afirma que un 15% de sus votantes dice que optaría ahora por Ciudadanos, lo saben. Así que las últimas encuestas han cargado las armas en las filas de ambos partidos y se han lanzado a la batalla al toque de corneta electoral.
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