El lento desgaste del PP
Desde el triunfo en las generales de 2011, el partido de Rajoy ha empeorado sus resultados
El pésimo resultado que obtuvo el PP en las elecciones catalanas del 21-D (cuatro diputados) ha encendido todas las alarmas en el partido. Dirigentes de la máxima importancia apuestan por abrir una reflexión interna que trascienda ese registro concreto y busque respuestas para la tendencia negativa que afecta a esta fuerza política en toda España desde que ganó las elecciones generales de 2011 con una mayoría absoluta abrumadora. Ese año, Mariano Rajoy llegó a La Moncloa impulsado por el 44,6% de los votos. Desde entonces, el PP ha empeorado sus resultados en todas las citas electorales, a veces perdiendo millones de apoyos con respecto a la última convocatoria homologable. Una sangría que solo tiene dos excepciones: Alberto Núñez Feijóo mejoró en 2016 sus resultados de las gallegas de 2012 y Rajoy sumó más votos en las generales de aquel año que en las de 2015.
“Los datos reflejan un desgaste político evidente”, fotografía Ángel Valencia, catedrático de ciencia política de la Universidad de Málaga. “Entre 2011 y 2017 la vida política española ha exigido enfrentarse a tres grandes problemas: la crisis económica; la regeneración democrática que diera una salida a la corrupción política y a la crisis de nuestras instituciones; y la crisis de nuestro modelo territorial, que empezó a manifestarse desde Cataluña”, enumera. “El PP ha seguido instalado en su mensaje de resolver la crisis y la economía y ha evitado en lo posible el tema de la corrupción, al igual que el de Cataluña, que solo ha tratado cuando ya era un problema inevitable”, añade. Y remata: “Ha habido falta de iniciativa política para tratar dos problemas importantes hace ya mucho tiempo y una política pragmática centrada, fundamentalmente, en lo económico”.
Entre las elecciones generales de 2011 y las de 2016, Rajoy se dejó casi tres millones de votos. Entre las municipales de 2011 y las de 2015 perdió casi dos millones y medio. Las autonómicas celebradas en esos años tampoco fueron una excepción: más de dos millones de personas dejaron de apoyar a los candidatos del PP, con la consecuente pérdida de gobiernos y poder institucional. Los cambios de candidato no han sido una panacea en este periodo. Entre 2012 y 2016, Alfonso Alonso no mejoró los resultados de Antonio Basagoiti en las elecciones vascas (cedió más de 20.000 votantes). Entre las andaluzas de 2012 y las de 2015, Juan Manuel Moreno Bonilla se dejó medio millón de apoyos con respecto a Javier Arenas. Y entre las europeas de 2009 y las de 2014, Miguel Arias Cañete vio cómo su lista perdía el apoyo de dos millones de personas que sí habían creído en Jaime Mayor Oreja.
La crisis del PP ha coincidido con la expansión de Ciudadanos. No obstante, tanto los dirigentes del partido como los expertos consultados consideran que el éxito de Albert Rivera es en parte una consecuencia de los problemas de la formación de Rajoy. No su causa. El origen del desgaste de los resultados del partido, argumentan, no puede buscarse en la expansión nacional de una formación que hasta 2015 era estrictamente catalana.
“¿Cómo puede presentarse como voto útil un partido que no gobierna en ningún sitio? ¿Cómo nos pueden haber robado tantos escaños?”, se preguntaba tras el 21-D una voz autorizada de Génova, señalando que el PP debía hacer autocrítica para entender que el mensaje electoral de Ciudadanos en las catalanas hubiera calado entre los electores.
“Tenemos que buscar lo que no hemos hecho bien para rectificar”, coincidía un político con las máximas responsabilidades en el PP catalán.
Entonces, ¿qué ha ocurrido?. Los analistas consideran que el progresivo empeoramiento de los resultados del PP se debe a múltiples factores. Coinciden, también, en que será difícil que vuelva a dominar con la autoridad de antaño entre los electores de centro derecha, sin importar que vivan en la ciudad o en el campo, que sean jóvenes o mayores, con estudios o sin ellos, empleados o en el paro, y hombres o mujeres.
“El resultado del PP el 2011 fue artificial: se debió a la combinación de un PSOE en medio de un desastre económico y político colosal y a la falta de competencia en la derecha”, opina el politólogo Roger Senserrich. "Gran parte de la caída posterior del PP, pero no toda, es un retorno a la media tras un resultado inflado”, añade. “Ahora bien, hay otros factores ahora mismo que explican parte de la caída”, sigue. Y enumera: “Parte es Ciudadanos, parte es una recuperación que no ha llegado a todo el mundo, parte es la corrupción, parte es Cataluña”.
“Y la aparición de Ciudadanos tiene el efecto de resituar el espacio de la derecha que no había sufrido competencia desde los tiempos del CDS”, le amplía Gabriel Colomé, exdirector del Centro de Estudios de Opinión de Cataluña (CEO). “Lo más interesante de las elecciones del 20-D (de 2015) es que Ciudadanos obtiene ocho diputados en feudos del PP en teoría inaccesibles”, analiza. “La campaña del PP de las generales de 2016 fue pensada para recuperar esos diputados y expulsar a Ciudadanos de sus feudos”, recuerda. “Pero ya está hecho: Ciudadanos ha demostrado que puede penetrar en esos feudos y por eso Rivera se pasa al campo liberal y endurece su apuesta por el 155. Está acotando el espacio electoral del PP”.
El próximo examen para el partido hegemónico en España llegará en las elecciones autonómicas y municipales de 2019. Los malos resultados obtenidos por el PP en los mismos comicios de 2015 han puesto en guardia a la formación. Fernando Martínez Maillo, coordinador nacional, lleva meses trabajando en las candidaturas, que quiere oficializar cuanto antes para que sus líderes puedan trabajar con tiempo sobre el terreno. Los dirigentes del PP asumen que esas elecciones servirán para medir las fuerzas de las principales formaciones justo un año antes de las generales de 2020. Y por eso ahora en Génova se buscan caras, mensajes y propuestas que permitan recuperar la iniciativa.
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