Galicia se enfrenta a un infierno en otoño
Hasta 125 focos simultáneos han arrasado miles de hectáreas aún sin cuantificar
Galicia, condenada a lidiar desde hace décadas con graves incendios, ha descubierto en pleno otoño lo que es el infierno. La más peligrosa oleada de fuegos que se recuerda ha acabado con la vida de cuatro personas que huían de las llamas, luchaban contra ellas o intentaban proteger su ganado. Hasta 125 focos simultáneos han arrasado miles de hectáreas aún sin cuantificar, desbordando a las brigadas, provocando el pánico en el área urbana de Vigo y destruyendo casas, naves industriales, coches y parajes naturales. Este lunes la lluvia, el amaine del viento y la caída de temperaturas llevó al sur de Pontevedra una triste calma, pero el descontrol se trasladó a Lugo y Ourense. En Asturias una treintena de incendios obligaron a evacuar a decenas de personas.
Los primeros indicios apuntan a que la gran mayoría de los incendios fueron intencionados y la Xunta, que ha decretado tres días de luto, defiende que “no es una cuestión de medios” de extinción. El presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, sostiene que la comunidad lucha “contra un imposible”, mientras la oposición y los ecologistas esgrimen que la política forestal de los últimos años ha agravado las consecuencias de la delincuencia incendiaria. El lunes por la noche, pese al dispositivo de 5.600 operarios movilizados y a la mejora de las condiciones meteorológicas, permanecían activos medio centenar, ocho de ellos con peligro para núcleos habitados. El intenso humo complicó el uso de medios aéreos por la falta de visibilidad.
La ola de fuegos también afecta a Asturias, donde una treintena de focos han obligado a evacuar a vecinos, cortar carreteras y suspender clases en 23 colegios en la zona de Cangas del Narcea. La humareda ha alcanzado las provincias de León, Salamanca y Zamora en Castilla y León y las costas de Cantabria. “Las mejores zonas de oso pardo del occidente, de Somiedo (Asturias) hacia el oeste, están siendo quemadas. Son incendios intencionados y que buscan hacer daño, mucho daño. Es dramático”, denuncia Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo.
Miles de gallegos amanecieron el lunes en un ambiente irrespirable, exhaustos tras una noche interminable arriesgando su vida frente a las llamas con calderos de agua y mangueras para defender sus casas. En Vigo a media mañana ya solo permanecían vivos dos de los 20 focos que cercaron la ciudad y obligaron a desalojar a 400 personas. Municipios del sur de Pontevedra como As Neves (4.000 habitantes) y Pazos de Borbén (3.000) procedían a cuantificar daños después de que los virulentos fuegos devastaran en algún caso el 90% de su territorio.
En Nigrán lloran a Marcelina Iglesia y Angelina Otero, dos octogenarias que murieron la noche del domingo cuando huían de su casa en coche y quedaron atrapadas en una carretera. Esa misma noche, en Vigo, fallecía un septuagenario tras caer por un terraplén mientras participaba en las labores de extinción. Y en Carballeda de Avia (Ourense) Marcelino Martínez, de 78 años, perdió la vida al intentar salvar a sus animales. Las autoridades apelan a la colaboración ciudadana para localizar a los autores de los fuegos sin que de momento haya habido detenciones.
“Terrorismo incendiario”
Esto no se ha producido por casualidad”, señaló el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, quien recorrió ayer los escenarios del desastre en el sur de Pontevedra acompañado de Feijóo. Ambos, que en la anterior oleada de incendios intencionados que sufrió Galicia durante 15 días en 2006 llegaron a encabezar una manifestación exigiendo responsabilidades políticas a la Xunta bipartita de PSOE y BNG, incidieron en esta ocasión en culpar solo al “terrorismo incendiario”. “Hay intención de hacer daño”, afirmó Feijóo. “Galicia no arde sola, la queman”.
En Marea, PSOE y BNG han decidido posponer la evaluación política hasta que se normalice la situación. Pero el lunes a última hora de la tarde las protestas ciudadanas llegaron a la calle. Convocados por la plataforma Lumes Nunca Máis, miles de personas se manifestaron en diversas localidades gallegas, en Madrid y en Bruselas para protestar contra la política forestal de la Xunta, el abandono a su suerte de las zonas rurales y la gestión política de la catástrofe.
Las lluvias y la bajada de temperaturas tardaron en llegar a la provincia de Ourense y al interior de la de Lugo. En la Galicia interior los incendios han arrasado miles de hectáreas de zonas rurales, parajes de gran valor ambiental como el Parque Natural de Peneda-Xurés (limítrofe con Portugal, punto de origen de los fuegos), zona declarada Reserva de la Biosfera que abarca varios municipios orensanos; O Courel, situada en las montañas orientales de la provincia de Lugo, que alberga grandes praderas pobladas de una extensa variedad arbórea y de fauna; y Os Ancares, comarca de gran riqueza forestal situada entre las montañas de León y Lugo y punto de referencia de la cultura de los castros por los vestigios que guarda de los primitivos pobladores celtas.
Junto a estas reservas naturales y patrimoniales, las llamas han castigado también la Ribeira Sacra, una ruta de impactante belleza dibujada por el cañón que forman los ríos Miño y Sil entre las montañas de Lugo y Ourense y atravesada en la parte orensana por un rosario de monasterios que la convierten en la zona de mayor concentración del románico en Europa. Chandrexa de Queixa, en el Macizo Central orensano, ha sido otro de los municipios devastados por las llamas, como A Gudiña, Baños de Molgas, Xunqueira de Espadañedo, Montederramo y Boborás.
El acoso del fuego a las viviendas obligó a desalojar numerosas aldeas, aunque algunos vecinos, personas de avanzada edad, se resistieron a hacerlo, aferrados a la defensa de sus únicos bienes: sus viviendas y animales.
Los habitantes de los municipios incluidos en el parque del Xurés conviven con las llamas desde hace décadas. La Reserva de la Biosfera arde impunemente cada verano. En lo que va de otoño, los fuegos arrasaron más de 800 hectáreas en el municipio de Lobios. No obstante, el fuego regresó crecido de nuevo desde Portugal penetrando en este caso por Muíños y dejando un nuevo paisaje de desolación.
En Os Ancares, la Xunta había dado por controlado un incendio originado el jueves pasado en el municipio de Cervantes, pero las llamas regresaron también implacables. Arrasaron más de 2.000 hectáreas de la Reserva Natural, en una zona de gran valor medioambiental próxima a Vilarello de Donís, donde se ha constatado la presencia de osos. También rebrotó el incendio de O Courel iniciado el miércoles pasado. La riqueza patrimonial del interior gallego es ahora un paisaje desolado. Los vecinos, aferrados a la tierra, se han quedado sin ella.
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