Medio centenar de familiares y amigos entierran las cenizas de Blesa en Linares
Los allegados aseguran que los últimos días se mostró preocupado, pero fuerte
Con total ausencia de autoridades, rodeado de medio centenar de familiares y amigos y protegidos por cuatro agentes uniformados del Cuerpo Nacional de Policía, las cenizas del expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, han sido depositadas en el panteón familiar del cementerio de Linares (Jaén), de donde era natural el exbanquero. Los allegados aún se resisten a creer que el financiero se suicidara, aunque ya no queden dudas tras la autopsia practicada el jueves.
Los coches de familiares han comenzado a llegar al cementerio de Linares a partir de las once de la mañana. Un grupo de una treintena de cámaras aguardaban en la cuesta que da acceso al panteón de la familia Blesa de la Parra, una tumba en granito gris con símbolos religiosos donde fueron enterrados la madre del exbanquero, María Dolores (2000), y el padre, Miguel (1985).
El expresidente de la Caja, que era el segundo de cinco hermanos, ha estado acompañado por sus familiares residentes en Madrid y sus hermanas, que aún viven en la casa de Linares. Los que ya no viven en su pueblo natal llegaron el jueves para poder enterrar este viernes las cenizas y celebrar por la tarde el funeral en la intimidad.
Su madre era hija de un propietario de grandes fincas de olivar, y su padre estaba vinculado siempre al sector político y económico más conservador. El entierro ha sido un acto minoritario para los más allegados.
Estos mantenían su asombro por el suceso, mientras esperaban la llegada del coche fúnebre con los restos y la esposa e hija de Blesa, Gema Gámez y Cus Blesa. “La última vez que hablé con él, me dijo que estaba preocupado, pero fuerte”, comentaba una familiar a las puertas del camposanto.
Aún le cuesta trabajo creer que Blesa se suicidara con su escopeta de caza el pasado miércoles en la finca Puerto del Toro, en Villanueva del Rey (Córdoba). “Creo que lo ha hecho porque creía que así hacía un favor”, afirma la misma familiar, que pide no ser identificada. “Yo no puedo aventurar nada. Pero lo peor lo debe estar pasando su mujer, que se estará preguntando por qué no se dio cuenta de que Miguel no estaba bien”, añade su esposo.
Linares ha asistido con distancia al entierro de uno de sus vecinos que pocas veces alardeó de su procedencia. Miguel dejó la localidad con 18 años y se fue a estudiar a Córdoba y a Madrid. Solo un centro social (de la Asociación Integradora de Personas con Discapacidad Psíquica) llevaba su nombre, hasta que empezaron sus problemas judiciales y la placa fue retirada.
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