La huida por amor de Jimena y Shaza
La pareja que escapó de Dubái amenazada por su familia reconstruye su relación. Esta es la historia de su agitado viaje hasta un pueblo de Málaga
Cuando por fin se encontraron, después de conocerse por Internet, Jimena Rico le preguntó a Shaza Ismail por qué estaba enamorada de ella. Shaza le dijo: “Porque puedo ver mi futuro en tus ojos”. Jimena se hizo tatuar esa frase, que ocupa el dorso de su mano izquierda: “I can see my future in your eyes”. Para entonces Jimena, 28 años, le prometía a Shaza que nunca la dejaría atrás. Shaza, de 21 años, era la hija de una familia egipcia adinerada, musulmana, que vivía en Dubái y que intentaba a toda costa pactar el matrimonio de la chica. Ella y Jimena hacían vida de enamoradas en casa de los padres de Shaza; desayunaban, cenaban y se acostaban juntas ante los ojos de dos personas cuya concepción de la homosexualidad es tan marciana que jamás se les pasó por la cabeza que fuesen novias. En una habitación los padres de Shaza planeaban el matrimonio de ella; en el cuarto contiguo Shaza se acostaba con Jimena. Si Shaza vio su futuro en los ojos de Jimena, es raro que no se asustase.
Su relación empezó de casualidad. A principios de 2016, la empresa de Jimena la envió a un local de lujo de Dubái a servir los cócteles con los que asombraba en Londres. Nada más volver a Inglaterra, país al que había emigrado desde Torrox (Málaga), abrió Tinder y las primeras chicas que le salieron por defecto estaban en su anterior destino. Así fue como apareció en su vida Shaza Ismail. Jimena le envió un match, una propuesta para empezar a conversar. Y en Dubái, a más de 7.000 kilómetros, Shaza abrió Tinder para borrar la aplicación. "Estaba cansada de ella", dice. Fue así cómo se encontró por primera vez la cara de Jimena. Empezaron a hablar, lo hicieron durante varias semanas; por fin el 6 de junio de 2016 Jimena compró un billete a Dubái. “Nada más verla en el aeropuerto me enamoré perdidamente”, dice Jimena. Shaza había ido a buscarla con una amiga. Se subieron al coche, y nada más salir del aeropuerto y pasar una rotonda, un camión embistió el vehículo, que dio una vuelta de campana.
El accidente no causó heridas a las chicas. En los días siguientes Shaza empezó a introducir a Jimena en su familia. A la hermana mayor, que sospechaba de su homosexualidad y le dijo que sus padres la matarían si se enterasen, le informó de que Jimena tenía novio y se casaría en España. Jimena congenió con la madre y la hermana pequeña de su novia. El padre fue más frío. Esta semana el hombre dijo en Antena 3 que la vio venir: “Yo soy un hombre bueno y supe que ella no lo era”. Jimena alquiló una habitación en la misma torre que la familia Ismail, piso 18, seis plantas por encima de la de Shaza. Pero siempre dormían juntas en la habitación de Shaza, que tenía prohibido salir a partir de las 22 horas.
En una de las idas y venidas de Jimena, que cada vez pasaba más tiempo en Dubái, la madre de Shaza le anunció a su hija que había negociado su futuro marido. Shaza se negó a conocerlo, pero se impuso la voluntad familiar y concretaron una entrevista. “Fue el peor momento de nuestras vidas”, dicen. Jimena, Shaza y la madre de Shaza se fueron de compras por Dubái para que la chica estuviese lo más guapa posible ese día; “Yo tenía un nudo en la garganta, no paraba de llorar”, cuenta Jimena. Shaza había tenido ya otro encuentro que no prosperó. En esta ocasión no tuvo tanta suerte: al hombre, piloto de Emirates, le gustó Shaza y trasladó a la familia que quería volver a verla al día siguiente. Shaza se negó. La presión de la familia sobre ella crecía.
“Shaza ha vivido como lesbiana con una familia que no acepta la homosexualidad y en un país en el que está castigada con penas superiores a los diez años de cárcel”, dice Jimena, hispano-argentina. Cuando ella volvió a Londres el pasado mes de abril, Shaza ya planeó irse a vivir allí. Lo hizo con una treta que enseña en su móvil: un cartel falso anunciando un viaje a Londres en su universidad (estudiaba Márketing). Lo diseñó ella misma, lo pegó en el cartón de su Facultad y se lo enseñó a su padre diciéndole que quería hacer ese viaje. El hombre aceptó: hizo el visado de la chica y pagó los billetes. Shaza y Jimena fueron libres por primera vez en Europa. Un día antes de la fecha de vuelta de Shaza a Dubái, la egipcia escribió un whatsapp a su madre anunciando que era gay y que estaba enamorada de Jimena. Se quedaba con ella a vivir en Londres.
La bomba estalló en casa de los Ismail. Para ellos la homosexualidad no es natural: si aparece, hay que tratarla. El padre de Shaza envió varios audios de whatsapp a su hija. En ellos llora y gimotea mientras le dice que su madre ha regresado de sus vacaciones en Egipto gravemente enferma y que no se preocupe por su relación: la aceptan. El chantaje funcionó: Shaza viajó a Dubái alarmada por el estado de su madre, pero se llevó con ella a Jimena. En el aeropuerto las recogieron el padre de Shaza y su hermana menor. “Su padre ni me miró. Nos subimos al coche los cuatro y fuimos hacia su casa en silencio, era una situación superviolenta”, dice Jimena. Al llegar, Jimena se fue al cuarto de Shaza y Shaza se encerró en el salón con sus padres. “Fueron tres o cuatro horas interminables. No paraba de escuchar gritos”.
Cuando Shaza llegó a su cuarto le dijo a Jimena que se tenía que marchar, que su padre le había comprado un billete de vuelta y le daría también dinero. Que ella, Shaza, jamás podría tener una relación con una mujer y que, por cierto, su madre estaba perfectamente de salud. “Cogí el billete que me dio su padre y su dinero, y en lugar de irme al aeropuerto me fui a casa de un amigo. Allí empecé a escribirme con Shaza”, dice Jimena. El padre de Shaza, por su parte, metió el pasaporte de su hija en la caja fuerte para evitar su fuga. En esas horas, alrededor de las ocho de la tarde, empieza la mayor de sus aventuras.
La conversación de whatsapp entre las dos chicas sirve para reconstruir la acción hasta su reencuentro: las horas decisivas de la fuga de Jimena y Shaza. Shaza dice a Jimena que se irá con ella como sea, pero para eso tiene que conseguir desbloquear la combinación de la caja fuerte. Le escribe que está buscando vídeos en Youtube sobre cómo abrir una (el historial de Youtube del móvil de Shaza está lleno de tutoriales) y la va informando de sus avances. Da con un vídeo (How to open a 3-dial combin action lock case in 6 minutes or less) subido por el usuario Cannonball Music, que resulta fundamental
Pasadas las once de la noche, sonó el móvil de Jimena; eran tres whatsapps de Shaza que decían lo mismo: “Omg”, “omg”, “omg” (abreviatura de Oh, my God: Oh, Dios mío). Shaza había abierto la caja fuerte. Jimena le anuncia que se pone a mirar rápidamente billetes de avión “a dónde sea”. El primer destino que propone es Thailandia. Encuentra un vuelo más tarde a Tiflis, capital de Georgia, desde donde podrían tratar de llegar a Londres (Shaza no tiene visado para viajar allí, pero sí pasaporte para hacerlo a Georgia). La egipcia bloquea la puerta de su cuarto y sale de su casa; no ha vuelto nunca.
A Georgia también voló el padre de Shaza en su persecución de la pareja. Jimena cree que una de las amigas de Shaza, con la que ellas estaban en contacto, se comunicaba con su familia. También sospechan que el padre de Shaza contrató detectives. Una tercera persona, exnovia de Shaza, mantuvo esos días violentas charlas por whatsapp con Jimena. La hispano-argentina le decía que ya estaban en España para que dejasen de buscarlas; la exnovia de Shaza les comunicaba un supuesto de rastro de horrores que las dos chicas habían dejado en Dubái, incluida la fuga del perro de Shaza, Romeo.
Cuando estaban a punto de partir de Tiflis a Londres, en el aeropuerto las interceptó el padre de Shaza. Ahí tuvo lugar el altercado difundido esta semana: el hombre fingió un infarto, rompió el pasaporte de Jimena, a la que amenazó de muerte, y quiso llevarse a su hija a la fuerza. Fue detenido. Georgia trasladó a la pareja a la frontera turca, desde donde se desplazaron en autobús a la ciudad de Samsun, donde fueron retenidas. Tras salir y llegar a Estambul fueron detenidas e incomunicadas, según Jimena por sospechas de terrorismo. La situación de inestabilidad del país, el periplo errático de las chicas y su documentación reciente conseguida online despertaron las sospechas de las autoridades turcas. Jimena añade otro motivo fundamental: la homofobia. Cuando se pudo poner en contacto con su familia y el caso saltó a la luz pública, España instó a Turquía a agilizar la deportación de la pareja, que voló a Barcelona en el puente del 1 de mayo.
A Shaza le quedan ahora tres días de estancia legal en España. A la pareja, de gira televisiva, le han ofrecido trabajo en Marbella en un resort de lujo, le han llamado para darle servicios jurídicos y formalizar el permiso de Shaza y una escritora les ha propuesto escribir un libro. Han anunciado que se quieren casar. La madre de Shaza le ha escrito diciendo que si eso ocurre, se suicidará tirándose por la ventana y la única responsable será Shaza. “Su madre la quiere, pero no entiende lo que pasa: es la interpretación que hace de su religión, de su mundo”, dice Jimena. Siguen teniendo miedo. “Esto ha llegado a todas partes. Cualquier extremista puede matarnos”. Shaza implora a su familia que le envíe a España a su perro, Romeo. La familia le pide a ella que vuelva para que un médico la trate.
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