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De imputado por homicidio a multado con 180 euros

A Jesús López lo acusaron, por un error forense, de matar al padre de un compañero de su hijo

J. J. Gálvez
Jesús López, imputado por homicidio, esta semana en Zaragoza.
Jesús López, imputado por homicidio, esta semana en Zaragoza.David Asensio

La salvación de Jesús López se guardaba en un bote de plástico blanco con cierre negro, protegido por un precinto marrón, etiquetado a mano y depositado en un despacho del Instituto de Medicina Legal de Aragón. Ese tarro, desconocido para la juez instructora durante semanas, conservaba en formol el corazón de Juan Antonio Aranda. Y escondía también la clave que provocaría después el vuelco de una investigación que ya acusaba a López, un vendedor ambulante de Calatayud (Zaragoza), del homicidio del padre de un compañero de su hijo, que había caído muerto en plena calle minutos después de pelearse con él. Una discusión que se declaró como la causa directa del fallecimiento. Por error del informe forense.

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"Cuando me detuvieron, me quedé blanco", se arranca este hombre, de 38 años, que fija el inicio de su particular viacrucis en la tarde del 30 de abril de 2016. Ese día, su niño de 7 años jugaba al fútbol con el hijo de Aranda y otros compañeros en un parque, junto al colegio Salvador Minguijón de la localidad aragonesa. En un momento del improvisado partido, los dos pequeños se pelearon. Y Aranda, de 52 años, que los observaba a pocos metros, se acercó hasta ellos y les chilló. "Vi cómo le gritaba a mi hijo y, al llegar, este me contó que le había dicho que le iba a cortar el cuello", relata López, casi un año después, sentado en el despacho de su abogado.

Esas palabras de amenaza —que la otra parte niega que se pronunciaran— desembocaron en una segunda trifulca. Ahora, entre los padres de los dos chavales. "Jesús se acercó y le dio un puñetazo en la mejilla a Juan Antonio, que cogió a nuestro hijo y se fue del lugar. Entonces, López le persiguió en su furgoneta y [tras alcanzarlo] le dio dos o tres puñetazos en la cara o en la cabeza y en el pecho", declaró la mujer de Aranda a la policía. Esta versión la rechaza de pleno el vendedor ambulante, padre de tres hijos, que combina su trabajo en un mercadillo con peonadas de jornalero en campañas como la de la pera y el melocotón: "Le agarré por la pechera y solo le di algún manotazo".

Un incidente que acabó rápidamente. Y cada uno se marchó por su lado. Pero, a los pocos minutos, Aranda cayó muerto en la cercana plaza de San Juan el Viejo. "Nos encontramos ante una muerte violenta resultado de una agresión", concluyó entonces la Policía, en base a un primer informe de la forense, firmado el 1 de mayo, que concluía que "un traumatismo inicial (golpe) puso en marcha un proceso hemorrágico (hematoma)" que acabó con la vida de la supuesta víctima. "Se trata de una muerte en el límite entre la muerte natural y la muerte violenta", añadía la autopsia.

Jesús López, la pasada semana.
Jesús López, la pasada semana.David Asensio

"¡No decía si había recogido alguna muestra del corazón!", exclama José Cabrejas, penalista y abogado de López. Un detalle que se convirtió en la clave del caso, porque Aranda sufría graves problemas cardiacos. Pero antes había que dar con el órgano para demostrarlo. La forense, a preguntas de la instructora, negó primero que hubiera recogido muestras de este. Pero, después de que un policía dijese que había visto cómo lo extraía y lo guardaba en un bote, lo reconoció, aunque añadió que la muestra "carecía de interés médico".

Una tesis que desbarató completamente un segundo informe forense, ordenado por la magistrada. "Por los antecedentes [de Aranda] y el contexto de la muerte, era necesidad ineludible haber enviado la muestra cardiaca para su estudio, resultando incomprensible cómo inicialmente se negó su recogida", subrayaron otros dos técnicos del Instituto de Medicina Legal de Aragón, que remacharon en su estudio: "[El fallecido] era una persona con antecedentes de cardiopatía isquémica, diabetes tipo 2 mal controlada y tabaquismo severo (dos paquetes diarios)". "No existe hematoma subdural ni traumatismo craneal. Se trata de una muerte natural", concluyeron.

Tras recibir el segundo informe, la juez ordenó el archivo de la causa, que recurrió la fiscalía. El Ministerio Público pidió que los forenses estudiasen si la "situación de estrés" derivada de la discusión y agresión había influido en la muerte de Aranda. Pero la Audiencia Provincial confirmó el fallecimiento natural. Y López acabó acusado, simplemente, de un delito leve por la pelea. La sentencia salió la pasada semana: lo condenaron a una multa de 180 euros por "golpear al [fallecido] varias veces en la cabeza y el pecho, sin causar lesión". "Por fin, descansé", recalca el vendedor ambulante. El corazón que mató a Aranda, salvó a López de enfrentarse a una pena de hasta 15 años de cárcel.

"Al salir a la calle, escuchaba que decían: 'Mira al asesino"

López, al que la juez dejó en libertad provisional tras pasar por los calabozos de la policía, cuenta que ha vivido todo un año con la respiración contenida. Que, durante este tiempo, le ha costado conciliar el sueño y probar bocado. Que perdió mucho peso por la ansiedad. Y que no podía dejar de darle vueltas a la cabeza al mismo asunto: "Tenía mucho miedo de acabar en la cárcel por algo que no había hecho". "Además, me recluí en casa. Porque, al salir a la calle, veía cómo la gente me observaba y les escuchaba decir: ‘Mira al asesino", añade. Según relata, ni siquiera durmió tranquilo cuando se archivó la causa por homicidio. Solo descansó cuando acabó el proceso judicial, el pasado 23 de marzo, con una multa. Aunque este caso aún colea: fuentes judiciales informan de que se ha abierto una investigación a la forense para determinar por qué ocultó a la instructora que había extraído muestras del corazón de Aranda.

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Sobre la firma

J. J. Gálvez
Redactor de Tribunales de la sección de Nacional de EL PAÍS, donde trabaja desde 2014 y donde también ha cubierto información sobre Inmigración y Política. Antes ha escrito en medios como Diario de Sevilla, Europa Sur, Diario de Cádiz o ADN.es.

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