El secreto del secretario general
Pablo Iglesias no quiere dirigir un partido vulgar, sino uno que intimide y arrastre
El exministro Maravall, que conoce bien al núcleo dirigente de Podemos, de cuyos principales figuras fue profesor y a quienes considera personas inteligentes y hábiles políticos, no cree que Íñigo Errejón sea tan distinto de Pablo Iglesias: “Solo es más callado”.
Cuesta imaginar a Errejón diciendo muchas de las cosas oídas a su secretario general, como relacionar a Felipe González con la “cal viva”, advertir en directo a los informadores que “leía en sus ojos el miedo” (a lo que él pudiera decir). Y rematar anunciando: “El día que dejemos de dar miedo a sinvergüenzas, corruptos, responsables de la desigualdad [...] seremos uno más. Y ese día no tendremos ningún sentido como fuerza política”.
El número dos respondió: “A los poderosos ya les damos miedo, ese no es el reto. Lo es seducir a la parte de nuestro pueblo que [...] aún no confía en nosotros”. Iglesias zanjó recordando/culpando a su jefe de campaña (de) que el 26-J Podemos había dejado de “seducir a un millón” de votantes.
También resulta difícil imaginar a Errejón reclamando para sí la vicepresidencia de un Gobierno de coalición con los socialistas en el que él sería responsable de áreas de poder como los ministerios de Economía, Defensa, Justicia e Interior, además del CNI, la Televisión Publica y el BOE, entre otras. Eso sí que espantó en su día.
Ambos dirigentes parecen ser conscientes de la insuficiencia de sus apoyos electorales para “ganar al PP y gobernar España” (que son los objetivos que encabezan la ponencia política de Iglesias). Saben que no es posible gobernar con el 21% de los votos. Pero divergen sobre la forma de reforzar esos apoyos. Errejón considera prioritario ampliar la base social y electoral de Podemos, extendiéndola en varias direcciones. Lo que se suele resumir como transversalidad y que el propio número dos ha invocado como eje estratégico destinado a evitar “ser arrinconados en la izquierda”. También defiende la necesidad de reformas parciales útiles para la ciudadanía, en lo que coincide, por ejemplo, con la Gestora del PSOE. Mientras que Iglesias deduce de la situación la necesidad de combinar la acción política institucional con la radicalidad intimidatoria de la movilización callejera. Algo que Errejón considera contradictorio.
El secretario general ha dicho a dirigentes de IU que una diferencia con ellos es que Podemos sabe cómo ganar. No ha desvelado la fórmula secreta, pero podría apostarse a que tiene que ver con la idea de un fuerte liderazgo personal capaz de aglutinar a sectores heterogéneos. No parece casual que la discusión con Errejón haya derivado hacia los poderes del líder y en particular su capacidad para convocar consultas plebiscitarias a las bases.
Pedro Sánchez ha dicho al anunciar su vuelta al ring que su objetivo es unir su partido para hacer posible la unidad de la izquierda y derrotar a la derecha. Lo que significa que la política de alianzas volverá a estar en el centro del debate socialista, cruzándose con las querellas internas de Podemos. No será lo mismo intentar pactar con un Podemos liderado por Iglesias, que exigiría medidas rupturistas, que con un hipotético Podemos moderado por el reformismo incipiente de Errejón. Pero sin olvidar que un objetivo tan poco moderado como el referéndum sobre la independencia de Cataluña, que fue hace un año un obstáculo mayor para el acuerdo, sigue siendo reclamado por los dos sectores.
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