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Todos somos Turquía

Compartimos la amenaza del terrorismo surgido del Estado Islámico

Antonio Elorza
Una multitud asiste al funeral por Musher Can, una de las dos víctimas del atentado el Izmir.
Una multitud asiste al funeral por Musher Can, una de las dos víctimas del atentado el Izmir.MERT CAKIR (EFE)
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Algún comentarista ha resaltado con acierto que la respuesta en nuestra opinión al atentado de Estambul no alcanza el grado de implicación solidaria que se manifestó respecto de las masacres de París o Niza. Tal vez porque injustificadamente no se incluye a Turquía en un “nosotros” o, dado que en los últimos tiempos, como sucediera en España durante los años de plomo de ETA, la sucesión de masacres en el país de Atatürk las ha convertido en algo habitual, donde la verdadera noticia se desplaza hacia la captura del terrorista.

Sin embargo, justo por la durísima circunstancia que está atravesando el país, con su cascada de muertes y la interminable represión posgolpe, se hace aun más necesario el ejercicio de la solidaridad en nombre de un Todos somos Turquía que, además, responde a la verdad de la amenaza compartida por todos ante el terrorismo surgido del Estado Islámico (EI).

Ello no implica cerrar los ojos ante los posibles errores cometidos por Erdogan. Para empezar, su escalada de islamización en el propio país, exaltando las victorias del Islam otomano y las denuncias de supuestas actuaciones antimusulmanas en la Europa democrática, hasta que el ISIS le ha golpeado de lleno, dieron lugar a lo que el jefe de la oposición, Kemal Kiliçdaroglu, califica de “vinculación ideológica” con los supuestos del yihadismo.

Si la expansión turca e islámica por las armas en 1071 y 1453 fue algo magnífico, ¿por qué no va a serlo la actual del EI? La sospecha de abastecimiento de armas a cambio de petróleo, la permeabilidad de la frontera con Siria, la falta de control sobre los seguidores del EI en Turquía habrían sentado las bases para cuanto ahora ocurre. Tiempo es de rectificar, y Erdogan lo hará a fondo.

Con una repercusión sin duda menor, los errores de apreciación sobre el yihadismo han llegado a obtener carta de naturaleza entre nosotros, especialmente en el pensamiento progre, del cual hablara ya un viejo musical antifranquista, Castañuela 70, opuesto a “progresista”.

Para nuestro tema, su leitmotiv consiste en negar que detrás del terrorismo islámico esté el islam. Una y otra vez insiste en que los yihadistas atacan a los musulmanes; solo que en el atentado de la sala de fiestas Reina son musulmanes que violan los mandatos coránicos, debiendo ser castigados como los infieles, y lo mismo toca a Erdogan, convertido en “hipócrita” (al-munafiqun), falso creyente que traiciona su fe: “Son los enemigos”. El “no haya coacción” indica solo que la fe es personal, otra cosa es el castigo de que se hace merecedor el no-creyente.

Leamos más de un versículo y sobre todo la biografía del Profeta por Ibn-Ishaq, consultable en Google. Y sepamos discernir entre islam yihadista e islam. No es tan difícil.

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