Los héroes que no tienen súper poderes
Un mosso d’esquadra, un auxiliar sanitario, un bloguero y un pediatra son condecorados como 'superhombres'
No todos los héroes llevan capas, pueden volar o tienen súper poderes. Los hay que llevan uniforme y placa encima o simples batas blancas. Para algunos, un ordenador es todo lo que necesitan para perseguir a los villanos y hacer bien sobre el mal. Iván y Christian Fernández García, Jorge Muñoz y Ángel Pablo Avilés son algunos de los superhombres que han ayudado a salvar vidas.
Y aún que algunos de ellos hayan protagonizado escenas dignas de una película de acción, ninguno se reconoce como héroe. “Hemos hecho cosas normales y corrientes. Cosas que cualquier ser humano tiene la capacidad de hacer”, afirma el mosso d’esquadra Iván Fernández García. Él y los demás han recibido sendos reconocimientos en la segunda edición de los Premios One de Seguridad Nacional.
Rescate en la riera
El 15 de agosto de 2015, Fernández García y su hermano Christian, auxiliar del Servicio de Emergencias, sintieron la adrenalina a flor de piel. Ellos cenaban en su casa de veraneo, ubicada entre los municipios de Cunit y Cubelles, cuando vieron desde el balcón cómo un automóvil que intentaba cruzar el torrente acabó arrastrado violentamente por la corriente hacia el mar. Los dos no dudaron en bajar corriendo para ayudar y lograron rescatar a seis niños, de entre dos y ocho años, y al conductor del vehículo.
El coche se quedó anclado a unos metros de la desembocadura de la riera, una zona que a pesar de su peligrosidad, los dos consiguieron atravesar hasta llegar al vehículo, donde empezaron por tranquilizar a los ocupantes. Las puertas del coche anclado no se podían abrir por la fuerte corriente, por lo que el agente y su hermano sacaron a los menores por una de las ventanas, mientras intentaban sujetarse en una acera.
Cuando evacuaban al tercer niño, el coche se movió y comenzó a entrar agua en el vehículo. En ese momento ya no podían sujetarse en la acera. Uno de los niños saltó por la ventana y la corriente de agua lo arrastró. Iván y Christian saltaron al agua y consiguieron rescatarlo. En el vehículo todavía quedaban una niña y un niño de dos años. El auxiliar sanitario subió al automóvil, sacó a los dos menores y se los entregó al mosso, que ya estaba en la acera. Con los niños a salvo, se encargaron de socorrer al conductor, aún dentro del vehículo. Finalmente, el agente y su hermano consiguieron rescatar sanos y salvos a todos los ocupantes del vehículo.
"No tenía a mis compañeros ni a mi material de trabajo, pero me fie de mi hermano y al final lo logramos. El miedo vino después, cuando logramos procesar todo lo que había ocurrido en aquellos minutos", cuenta Iván. "Aunque estuviéramos librando, es nuestro trabajo ayudar a la gente. Hubiera sido mucho peor si al día siguiente nos despertáramos con el remordimiento de no haber hecho nada", afirma Christian.
El infierno más bonito
Jorge Muñoz, jefe de pediatría del Hospital Quirón de Palma, arriesga su vida cada verano, desde 2010, para luchar contra la desnutrición infantil en el Chad, país al que el Ministerio de Asuntos Exteriores desaconseja viajar “salvo por razones de extrema necesidad”. En su último viaje, en 2014, Muñoz fue detenido por un grupo de rebeldes que lo mantuvieron secuestrado durante seis horas. Lo liberaron después de que les entregara medicinas y dinero. El pediatra no ha podido volver desde entonces, porque la carretera que lleva a Babedijia, ciudad en la que está la unidad de nutrición infantil, está cortada por el ISIS.
Además de trabajar en el hospital, Muñoz y su equipo (entre dos y tres personas) enseñan a las madres y padres a controlar el peso de los niños. “Es muy duro. Perdemos tres o cuatro niños cada día”, lamenta el pediatra. Para desahogarse de la penuria y de las “caras agotadas” de la gente, él escribe en un diario todo lo que ve y siente en el Chad. Antes de cada viaje, intento prepararme emocionalmente, pero es difícil hacerse inmune al dolor”, afirma. Aún así, insiste en volver. "Quiero visitar a mis niños el año que viene y ver sus caritas. Aquello es el infierno más bonito que conozco", dice el fundador de la asociación Ayuda al Chad.
Un héroe en la sombra
Ángel Pablo Avilés, guardia civil de profesión, es responsable en sus horas libres del blog de Angelucho¸ una plataforma de información sobre la protección de menores en la red y la prevención del ciberacoso en España. Todo empezó cuando escribió un libro sobre ciberprotección para regalarlo a su padre. La Guardia Civil se enteró, imprimió y distribuyó tres mil copias y, desde entonces, Avilés ofrece charlas de formación para policías y educadores sobre el tema “Cuando me llamaron hacker, lloré de emoción, porque ojalá lo fuera”, cuenta. “Para mí, los premios reales son cuando los padres de los niños me agradecen por haberse dado cuenta de que sus hijos estaban sufriendo acoso y por haber actuado para protegerlos", afirma.
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