PNV y EH Bildu se alejan aún más pero dejan vías abiertas
La izquierda abertzale descalifica el pacto porque "es un freno" hacia la independencia
El PNV no quiere una Euskadi que desafía al Estado. Pese a tener en su mano la mayoría absoluta en el Parlamento —de haber sumado a sus 28 escaños los 18 de la izquierda abertzale—, el PNV y su líder, Íñigo Urkullu, han preferido mantenerse en el carril central con los nueve parlamentarios del PSE, que le dejan a uno de la mayoría absoluta pero le garantizan estabilidad. El portavoz de EH Bildu, Iker Casanova, descalificó ayer el pacto porque “va a ser un freno para avanzar en el derecho a decidir”, pero no rompió con el PNV: “Hay vías de acuerdo”, dijo.
PNV y EH Bildu necesitan todavía más tiempo para normalizar sus relaciones. Cinco años después del “cese definitivo” de las acciones de ETA y pese a las tres reuniones que han mantenido delegaciones oficiales de ambas formaciones desde las elecciones del 25 de septiembre, la desconfianza entre sus dirigentes sigue viva. Lejos de desaparecer o al menos diluirse, ha seguido creciendo con los últimos enfrentamientos entre Arnaldo Otegi y el lehendakari Íñigo Urkullu.
El pasado día 11, en pleno proceso de intercambio de papeles y propuestas, el líder de los independentistas, Arnaldo Otegi rompió la baraja: “Cuando se dice que en este país ETA ha matado, nadie lo va a discutir. Pero en este país también han matado grupos parapoliciales como el GAL o el Batallón Vasco Español, la Guardia Civil, la Policía Nacional, los Servicios de Inteligencia, y también ha matado la Ertzaintza”, dijo. El proceso se acabó. Tres días después, el 14, las delegaciones de PNV y EH Bildu volvieron a verse y al término de la cita el PNV informó en un comunicado de que las propuestas de la coalición abertzale “no obedecen a criterios de realismo y son inviables presupuestariamente”.
“Pasos atrás”
Era el paso lógico a la reacción del lehendakari Íñigo Urkullu a las críticas de Otegi: “En el plano de la ética y la convivencia normalizada, cada vez que parece que la izquierda abertzale da un paso adelante viene acompañado de dos pasos hacia atrás”, había dicho Urkullu. La desconfianza venía de lejos: “Tenemos que estar seguros de que van a llamar a las cosas por su nombre”, advirtió el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, pocos días después de la victoria electoral, poniendo en duda que el discurso de los dirigentes de Sortu esté en línea el del resto de formaciones políticas. En ese contexto, el parlamentario de EH Bildu Iker Casanova descalificó ayer el acuerdo entre el PNV y el PSE porque no va a avanzar hacia la independencia en un proceso rupturista como el catalán.
EH Bildu había solicitado formalmente al PNV la creación de un frente nacionalista para sumarse a Cataluña y desafiar al Estado con una fecha de desconexión. “No es el acuerdo de gobierno que necesita este país”, reflexionó Casanova. En su opinión, los socialistas van a ser “un freno para avanzar hacia un nuevo estatus basado en el derecho a decidir [el derecho de autodeterminación]”. Pese a todo, las delegaciones encabezadas por Ortuzar y Otegi no han cerrado todas las puertas como sucedió en la época de Juan José Ibarretxe. El PNV no olvida cómo acabó en 1999 el acuerdo firmado en marzo de ese año entre el PNV y Euskal Herritarrok para apoyar al Gobierno de Ibarretxe.
Ocho meses después, ETA rompió el alto el fuego en el marco del fracaso del Pacto de Lizarra y lanzó una ofensiva brutal de asesinatos, secuestros y extorsiones. Más de tres lustros después, unos y otros han dejado “canales abiertos” sobre materias “de país”, como paz y convivencia y autogobierno, para “avanzar en acuerdos de amplio respaldo parlamentario, buscando la complicidad de otras formaciones a dichos pactos”. De hecho, Casanova lo repitió ayer cuando descalificó el acuerdo, al asegurar que no van a practicar una oposición de “tierra quemada”, porque “hay aspectos en diversas materias que pueden acabar generando espacios de entendimiento”.
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