El asesino de Pioz: “Recuerdo que aquí maté a Janaina y los niños, pero no sé cómo”
Patrick Nogueira regresa a la escena del crimen para reconstruir su cuádruple asesinato
Patrick Nogueira Gouveia regresó este miércoles al lugar donde perpetró su crimen. Solo había estado una vez en esa casa de Pioz (Guadalajara). Fue el pasado 17 de agosto, el día que mató —según su confesión— a golpe de cuchillo a sus tíos y a sus primos pequeños. La madrugada del 18 descuartizó a los adultos y los metió a todos en bolsas de plástico, como un sicario cualquiera.
Al cruzar el umbral de la puerta de entrada, acompañado del juez, la fiscal, el secretario judicial, los abogados y miembros de la Guardia Civil, Patrick se dirigió directamente a la cocina de la vivienda, situada nada más entrar, al principio del pasillo, a la izquierda y cuya ventana da al jardín con piscina del chalé.
Se acordó entonces de que estuvo un rato fuera con la mujer de su tío Marcos Campos, Janaina, y con los dos niños de cuatro y un año. Había comprado unas pizzas para comer antes de salir de Alcalá de Henares, donde compartía un piso de estudiantes desde que hacía unas semanas sus tíos le “dejaran tirado” en Torrejón para irse a esa nueva casa.
Como quien recuerda una receta de cocina, dijo en castellano: “Janaina metió los restos de las pizzas en el horno y aquí la maté, porque luego estaba tumbada en el suelo, llena de sangre”, relató. Preguntado insistentemente por el juez y la fiscal, dijo no recordar cómo lo hizo: “Creo que con la navaja”, respondió. “Recuerdo que luego estaban los cuerpos ensangrentados de los niños encima del de su madre, en la cocina”. Así. Sin más detalles.
“Escuché la cancela”
Después esperó “mucho rato” a que llegase su tío Marcos del trabajo. “Escuché la cancela, supe que venía, abrí la puerta y lo maté al entrar”. Dijo no estar seguro de si había visto a su mujer e hijos muertos.
Después reconoció una bolsa de plástico que había quedado en el salón, justo enfrente de la cocina. Allí presuntamente —según los restos de sangre hallados—, troceó los cuerpos de los adultos y los metió a todos en seis de las bolsas que había comprado. Limpió la sangre, aunque tampoco recordó cómo. Se duchó en el baño, la siguiente puerta del pasillo a la izquierda, contiguo a la cocina. Y se fue a dormir a la habitación de enfrente, con dos camas. “Pero no dormí en toda la noche”, aseguró. Se levantó para tomar el primer bus de regreso a Alcalá y les dejó allí, hasta que el fuerte olor provocó el hallazgo de los cadáveres el 18 de septiembre pasado.
Patrick Nogueira Gouveia, tan frío como en su declaración ante los investigadores y ante el juez después, logró salir de la casa sin dar más explicaciones de las ya declaradas: "Sentí un odio irrefrenable; algo me decía que tenía que matarlos”. Regresó a Alcalá Meco, donde permanecerá hasta que se decida, tras las preceptivas pruebas forenses, si ingresa en un módulo psiquiátrico o no y recibe el tratamiento correspondiente a "un comportamiento psicopático, absolutamente falto de empatía, pero perfectamente consciente del bien y el mal, como demuestra su intento de ocultar sus huellas y su más que selectiva memoria", han señalado los investigadores.
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