Rajoy responde al ultimátum de Rivera con otro para Sánchez
El pulso entre los presidentes del PP y Ciudadanos por liderar la negociación provoca una semana de infarto en ambos partidos
Inmortalizado en las viñetas atrapado entre un sofá y un puro, Mariano Rajoy ha hecho de la espera —un año hasta que dimitió Luis Bárcenas; dos hasta que lo hizo Francisco Camps; 12 meses sin reunirse con Artur Mas en pleno desafío soberanista...— su seña de identidad. “No hay que adelantar acontecimientos”, suele decir en sus comparecencias. Para sus colaboradores esa aparente parsimonia del líder obedece a una estrategia que funciona. Pero la actitud del presidente en funciones esta semana sembró el desconcierto —y la alarma momentánea— también en las filas del PP. Este es el relato de los últimos movimientos de Rajoy en su batalla para volver a ser el administrador de los tiempos políticos; y cómo respondió al ultimátum de Albert Rivera para fijar la fecha de investidura con otro para Pedro Sánchez: o yo o elecciones en Navidad.
Miércoles. En la puerta del número 13 de la calle Génova, sede del PP, los miembros de la ejecutiva comentan, antes de entrar en la reunión, que las seis condiciones impuestas por Rivera para negociar su voto a favor en la investidura de Rajoy son “asumibles” y que lo importante es “desbloquear la situación”. La presidenta madrileña, Cristina Cifuentes, que gobierna con el apoyo de Ciudadanos, había avanzado ya que en esa ejecutiva votaría “sí” a los requisitos marcados. Pero dos horas más tarde la cúpula popular escucha desconcertada a su líder negar que la ejecutiva se hubiese convocado para hablar de las exigencias; decir que puede aceptar muchas cosas “o no”; y subrayar que lo importante ahora es llamar a Sánchez para negociar con él la fecha de investidura.
En Ciudadanos cunde el pánico. El líder popular acaba de anular todos los mensajes positivos que los dirigentes de su propio partido habían lanzado en los últimos días. La formación teme que su última rectificación —empezaron pidiendo la cabeza de Rajoy y ahora valoraban apoyar su investidura— no sirva para nada.
Rajoy encaja mal los ultimátum y no entiende que siendo el más votado, con 14 escaños más que en las elecciones de diciembre, el partido que tiene 32 diputados quiera llevar la voz cantante. Tras la ejecutiva, el líder del PP se lleva a comer a su jefe de gabinete, Jorge Moragas, a la secretaria general, Dolores de Cospedal, y a sus vicesecretarios. Les tranquiliza y les explica que al día siguiente, en la reunión con Rivera, se arreglará todo. Dirigentes del PP trasladan el mismo mensaje de tranquilidad en Ciudadanos. El vicesecretario general del partido, José Manuel Villegas, admite que no “entienden” el movimiento de Rajoy, pero que esperarán al encuentro.
Jueves. Tras su reunión con Rajoy, Rivera anuncia que ha logrado “arrancarle” el compromiso de fijar ya la fecha del debate de investidura y que ha aceptado su pacto anticorrupción. Hasta el día anterior, el PP había asegurado que el encargo del Rey no obligaba a presentarse al debate y que convocarlo sin los apoyos garantizados sería “temerario”, en palabras de su portavoz en el Congreso, Rafael Hernando. Rajoy pasa de puntillas por las seis condiciones que se ha comprometido a aceptar; entre otras, la de suspender a los cargos públicos imputados —la “cláusula Barberá”, la llaman en el PP— y la comisión de investigación por la financiación ilegal de su partido. La comparecencia es más breve que las dos anteriores. Después, Rajoy come con su equipo.
Por la tarde, su amiga Ana Pastor, presidenta del Congreso, anuncia la fecha: 30 de agosto. El 2 de mayo, el líder del PP había confiado en que todo estuviera resuelto a finales de julio. Ahora, si no hay acuerdo, las terceras elecciones podrían ser el 25 de diciembre. En el PP llueven los mensajes culpando a Sánchez de dejar a los españoles sin navidades si no accede a la abstención.
El viernes, Rajoy se va a Galicia tras el Consejo de Ministros. Su equipo negociador celebra la primera reunión con Ciudadanos. Ambas partes insisten en que no hay “líneas rojas”.
En Galicia el presidente consultará el primer documento elaborado por Ciudadanos para negociar, en apenas una semana, su voto a favor. El equipo negociador del PP tratará de ampliar el acuerdo de investidura para convertirlo en un pacto de Gobierno. Miembros de la ejecutiva recuerdan que cuando Rajoy declinó en enero el encargo del Rey pensaron que se había equivocado, que esa vez había arriesgado demasiado y que Sánchez podía lograr ese “Gobierno frankenstein” por otro lado. Esos mismos dirigentes confían ahora en que la estrategia de Rajoy funcione también en esta ocasión y el PSOE se rinda.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.