Podemos queda al margen de la escena bloqueado por el trauma electoral
El partido está en un segundo plano en la negociación y en la actividad parlamentaria
Podemos afronta su propio bloqueo en medio del impasse institucional. La formación que lidera Pablo Iglesias, quien desapareció de los focos después de la consulta con el Rey, ha quedado marginada en las negociaciones para intentar formar Gobierno. Dirigentes del partido admiten que se ha perdido no solo la iniciativa política que tuvo, por ejemplo, al principio de la pasada legislatura, sino algo vital para su éxito en dos años frenéticos: el factor sorpresa que marcó sus pasos desde su nacimiento, en 2014. La organización aún no ha superado los resultados del 26-J y se ha replegado en un debate interno sobre su renovación, confiando en las posibilidades de ser determinante a medio plazo.
La declaración de intenciones de Pablo Iglesias ha logrado mantenerse intacta desde su irrupción en el panorama político, pero se tambalea ahora en un contexto que condena a Podemos a la irrelevancia en las conversaciones entre el PP, el PSOE y Ciudadanos. Una tarde de julio de 2014, tras escuchar el discurso de investidura de Jean-Claude Juncker como presidente de la Comisión, el líder de la formación reflexionaba sobre el futuro en el patio del Parlamento Europeo de Estrasburgo. “Podemos no puede ser un partido más ni perder el factor sorpresa”, concluyó en una conversación con EL PAÍS. Ese fantasma es precisamente el que sobrevoló la noche del pasado 26 de junio y que, en estos momentos, ha sacado de la escena a un dirigente acostumbrado al protagonismo y que siempre ha tenido la ambición de marcar el ritmo a las demás fuerzas.
Esa noche, en menos de dos horas, las que mediaron entre la comparecencia de Alberto Garzón, con los datos de los sondeos a pie de urna, y la de Íñigo Errejón, con el 70% de los votos escrutados, Iglesias y la dirección de Podemos se enfrentaron a su mayor decepción. No porque el resultado —71 escaños— fuera en sí malo, sino por las expectativas, que durante dos meses habían apuntado al sorpasso al PSOE, y porque la posibilidad de convertirse en un partido más y de perder el efecto sorpresa se hicieron de repente palpables.
Lo admitieron Iglesias y Errejón días después en un curso de El Escorial. “Entramos en una fase en la que nos tenemos que convertir en un partido normal y eso tiene enormes riesgos”, afirmó el secretario general de Podemos. Un partido “más predecible, menos sexi, y que genere menos miedo, menos incertidumbre”, apostilló el secretario político. Los dos dirigentes marcaron las pautas del debate en el seno del partido: una reflexión interna que incluye, de momento, una campaña de reactivación de los círculos pero que margina la actividad política en el Parlamento, donde Podemos no ha presentado todavía iniciativas. El último golpe de efecto de Iglesias fue el intento de promover a Xavier Domènech, portavoz de En Comú Podem, como presidente del Congreso. Le salió mal. Después, acudió a la consulta con Felipe VI consciente de que su partido no tiene la llave del desbloqueo.
¿Qué pasaría en el partido si Rajoy no logra la investidura?
Podemos tiene una baza para recobrar peso en las negociaciones. Si el presidente en funciones, Mariano Rajoy, fracasara o no se presentara al debate de investidura, la formación redoblaría la presión sobre el PSOE para que su líder, Pedro Sánchez, tomara la iniciativa a fin de buscar una mayoría alternativa con la ayuda de las fuerzas nacionalistas. Aunque los socialistas lo rechazaran, como ya han manifestado públicamente en múltiples ocasiones, ese escenario sería más propicio para Podemos porque le permitiría de alguna manera reactivar su pulso con el PSOE. En cualquier caso, el propio Pablo Iglesias se ha mostrado muy pesimista con respecto a la posibilidad de alcanzar un acuerdo con Sánchez. “Es prácticamente imposible”, señaló tras su última consulta con el Rey.
En las filas de su formación, no obstante, hay dirigentes que sí insisten en la viabilidad de esa hipótesis. Por ejemplo, lo han hecho en los últimos días su número dos, Íñigo Errejón; su jefa de gabinete, Irene Montero, y el portavoz en el Senado, Ramón Espinar. La dirección de Podemos se limita de momento a dejar claro que esa posibilidad existe y anima al secretario general de los socialistas a que no cambie de idea y que se mantenga firme en su no a Rajoy. En cualquier caso, todos han rebajado su optimismo sobre el éxito de ese plan b, ya que las relaciones entre Podemos y el PSOE en la pasada legislatura evidenciaron su incompatibilidad.
Tras esa reunión su tono sorprendió a los asistentes a la rueda de prensa -en la que explicó que la iniciativa política en torno a una alternativa al PP debería corresponderle ahora al líder del PSOE, Pedro Sánchez- por la contención y lo lejos que quedaba la puesta en escena del pasado 22 de enero, cuando, rodeado de su equipo de confianza, anunció por sorpresa su oferta de Gobierno de coalición con el PSOE, del que se postuló como vicepresidente. El escenario no es el mismo. Ha cambiado para Podemos, que concurrió a las elecciones con IU sin conseguir la hegemonía de la izquierda. Y ha cambiado para Iglesias, que, según confirman sus colaboradores, sigue trabajando lejos de los focos, en Madrid, aprovechando el tiempo para leer y pendiente de la evolución de las negociaciones de las otras fuerzas.
“Ventana de oportunidad”
Errejón reconoció que el partido no se enfrenta a un debate fácil y que debe “ser capaz de adaptarse al tiempo más frío de las instituciones”. Eso ocurre además en un momento en el que la famosa “ventana de oportunidad” que abrió el 15-M corre el riesgo de cerrarse tras dos años de vértigo. Esta semana el dirigente lanzó una advertencia pública a través de las redes sociales: “El problema de este tiempo de impasse, más que el llamado bloqueo institucional, es el clima social de apatía y cansancio de la política”. Ese, en su opinión, “es el terreno cultural propicio para los intentos de restauración, el retorno de la resignación que el 15-M rasgó, y lo malo conocido”. Cree, por tanto, que es importante “saber leerlo para no caer en la melancolía ni en la espera”.
Iglesias, recuerdan en Podemos, ya pasó por otros baches parecidos, aunque de menor alcance. Ocurrió tras dos resultados electorales por debajo de las expectativas, en Andalucía y en Cataluña. Aun así, la proximidad de otros comicios obligó tanto al líder como a los suyos a reaccionar rápido. Un dirigente que anima al partido a reponerse lo resumió así: “Es como cuando las andaluzas. Sin organización, alcanzas un 15% y como no hemos superado al PSOE ni somos decisivos para el Gobierno andaluz nosotros mismos nos autoderrotamos”.
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