La alianza con Garzón pierde más de un millón de votos respecto al 20-D

La suma no siempre suma, puede restar, advertía el número dos de Podemos, Íñigo Errejón, cuando expresaba sus recelos a la coalición con Izquierda Unida. La suma no sumó, como aventuraba Errejón, que acabó aceptando la decisión de Pablo Iglesias pese a sus reticencias. La desconfianza se acabó expresando también en una extraña campaña para una coalición electoral: Unidos Podemos celebró actos conjuntos pero también separados, acordó un nombre sin las siglas de uno de los socios y dejó al líder de uno de los dos partidos, IU, relegado al número cinco por Madrid. El reparto de los puestos en las listas, además, no siguió la lógica de asegurar a los votantes de IU.

La adición de los votos de Podemos y sus alianzas territoriales más los de Izquierda Unida el pasado 20-D resultaban un total de 6.112.596 sufragios. Esa cifra que, de facto, superaba los votos del PSOE, permitió a los socios de la coalición soñar con el sorpasso: contando con que lograrían repetir esos resultados en la nueva cita con las urnas e, incluso, superarlos, se repartieron los puestos en las listas. Su expectativa era, por tanto, de ganar hasta 14 escaños respecto a diciembre y, en consecuencia, adelantar al PSOE.

El escrutinio de las urnas ayer confirmó, en cambio, una pérdida de hasta más de un millón de esos sufragios logrados por separado en diciembre y ni un solo diputado más. La incógnita que quedó pendiente es si esa pérdida corresponde a los votantes de IU a los que no convenció la coalición o, al contrario, la federación de izquierdas ayudó a mitigar el batacazo de Podemos. Lo más probable es una combinación de ambos elementos.

El pasado 20 de diciembre, IU obtuvo un 3,7% de los votos y 923.133 papeletas, con los que solo logró dos escaños en el Congreso, al margen de los tres diputados que, integrados en las alianzas de Cataluña y Galicia, tenían también el carné de esta formación (aunque se integraron en el grupo de Podemos). El partido de Pablo Iglesias, por su parte, alcanzó 5.189.463 votos y 69 diputados.

La coalición no gana diputados en conjunto, pero IU sí resta escaños a Podemos de ese total. El partido de Alberto Garzón obtiene cuatro asientos al margen de las alianzas territoriales (uno por Madrid, uno por Sevilla, uno por Málaga y uno por Guipúzcoa), perdiendo uno de los dos que obtuvo por Madrid. A ellos se les suman otros cuatro de las confluencias: dos por Cataluña, uno por Galicia y uno por la Comunidad Valenciana. No obstante, Garzón afirmó, cuando cerraron el acuerdo, que IU pasaría de dos a 12 o 14 escaños.

¿Por qué no ha funcionado la alianza estrella del 26-J? El líder de Podemos, Pablo Iglesias, eludió analizar las causas de lo ocurrido en su comparecencia de ayer, pero defendió la coalición y descartó romperla. “Consideramos que la confluencia se ha revelado como el camino correcto desde la responsabilidad de Estado, de país, para acumular el mayor número de fuerzas posibles. Estamos muy satisfechos con los encuentros con todas las organizaciones políticas”, aseguró un cariacontecido candidato.

Además del complejo encaje de dos formaciones con importantes diferencias de cultura política y electores, el pacto al que llegaron las dos fuerzas revela errores estratégicos: la coalición no ha logrado ninguno de los cabezas de lista que dejó a IU: ni Teruel, ni Palencia, ni Ciudad Real. Se trata de tres plazas donde ninguno de los dos había obtenido representación el pasado 20-D.

La alianza fue contestada por un sector de IU, que anoche convirtió a Garzón en trending topic, preguntándose si valía la pena el acuerdo para este final. Iglesias reafirmó la validez del pacto, pero hoy comienzan la etapa post 26-J con una valoración por separado.