La sonrisa del verdugo
Al aproximarse las consultas electorales, Podemos acentúa su táctica de encubrir el verdadero sentido de su política, fingiendo proponer justamente lo contrario.
Al aproximarse las consultas electorales, Podemos acentúa su táctica de encubrir el verdadero sentido de su política, fingiendo proponer justamente lo contrario. Es una buena estrategia de márquetin, que también tuvo momentos históricos tan poco gloriosos como el "Arbeit macht frei" de Auschwitz. Ahora tras el odio social y los monstruos renacidos bajo el amparo de Anguita con la convergencia entre Podemos y ex-IU, ha de disfrazarse de buenas maneras. "La sonrisa de un país", será lema de la campaña.
Sin embargo, el artículo recién publicado por Pablo Iglesias, al afirmarse como "la alternativa", ofrece poco espacio para la sonrisa, a no ser que se trate de la sonrisa del verdugo al llegar la hora de la ejecución del PSOE. Desde el comienzo de su andadura, y en relación con las demás formaciones de izquierda, Podemos viene jugando el papel de la alimaña devoralotodo en la travesía del mar de los monstruos, que emprendieran los Beatles en El submarino amarillo. En vez de seguir por su cuenta, se detenía para tragarse uno tras otro a los monstruos que podían hacerle competencia, hasta acabar tragándose a sí mismo. Así lo hizo Iglesias en dos etapas con Izquierda Unida, un monstruo complaciente, y ahora le toca al bocado definitivo, el PSOE. En el reciente documental militante de López de Aranoa, Política, manual de instrucciones, Iglesias lo explica: "mano tendida al PSOE", pero para "torcerle el brazo", sometiéndole a su propia hegemonía. Por si no hubiera dudas al correr de los acontecimientos, resulta ya probado que después del 20-D Podemos nunca pensó en colaborar seriamente con el PSOE para ese "reformismo de mierda" (palabras P.I:) que ahora hace suyo, y que sin duda se convertirá en oro populista para "la gente" en cuanto conquisten el poder, perdón, logren el asalto a los cielos. No importaba que España tuviera un reformismo racionalizador tras el 20-D, sino ganar, ganar y ganar, como subrayan los personajes filmados por López de Aranoa. Subordinación radical o destrucción, tal era y es la propuesta seductora de Iglesias a Sánchez, con fondo musical de Burbujas de amor en ritmo rapero.
Conviene advertir que el PSOE, después del bienintencionado fracaso del pacto con Ciudadanos, abierto a Podemos, es también responsable de su situación, ante todo por pasividad. Está bien ir de la mano con Susana Díaz, pero lo esencial es que ha renunciado a demostrar que una política socialdemócrata —de esa "vieja socialdemocracia", denigrada por Iglesias— nada tiene que ver con otro disfraz, hoy asumido por Podemos, de "nueva socialdemocracia", en realidad una mezcla en dosis indeterminadas de radicalismo leninista y populismo. Con la designación de un "gobierno en la sombra", integrado en su mayoría por personalidades de bien ganado prestigio, Pedro Sánchez hubiese podido de inmediato adelantarse a ocupar el espacio preelectoral, proponiendo sus grandes líneas de reforma de ganar las elecciones. Y nada ha hecho, salvo para Cataluña.
También está en condiciones de golpear con dureza los avances de propuestas de la autodesignada "alternativa", la cual, forzada a encubrir la propia ideología y contar únicamente con el Gran Rechazo de raíz indignada frente a los partidos turnantes, practica ocultaciones patentes para cualquier lector de "Somos la alternativa". Pensemos la mención de la plurinacionalidad de España, con olvido hoy del "derecho a decidir", y de paso olvido de todo lo no rentable en votos. Además, puestos a realzar un objeto de márquetin sin contenido, incurre en auténticas memeces, tales como las referencias a los cambios que introduciría las instituciones y políticas europeas. Al parecer, les dará un contenido « social» y progresista, sin duda ayudado por Tsipras (o mejor, por Varuflakis). Palabras al viento ¿Y porqué esconder todo lo referente a "la nueva transición" con que amenaza? Aquí el silencio del verdugo es un fraude. Tocaría a Pedro Sánchez romper la camisa de fuerza en que quiere encerrarle el dilema de Iglesias: colaborar o desaparecer. Porque "la nueva política" solo es un eslogan de buen vendedor, en todo caso cargado de riesgo para los españoles. A no ser que a los españoles nos vaya la marcha de las movilizaciones entusiastas en seguimiento de un jefe carismático, cuyos antecedentes son bien conocidos. Si es así, marchamos por el buen camino, por el camino del cambio.
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