Andalucía: la primera posición, en disputa
El PP está en disposición de arrebatar la victoria al PSOE, al que perjudica la baja participación
El PP podría desplazar al PSOE de la primera posición en Andalucía el próximo 26-J. La cata demoscópica realizada por Metroscopia en cinco de las ocho provincias andaluzas (Sevilla, Málaga, Cádiz, Granada y Almería) registra un descenso de la participación de tres puntos porcentuales que afectaría sobre todo a los socialistas, lo que podría aupar a los populares hasta la primera plaza y consolidar a Unidos Podemos en el tercer puesto.
El resultado estimado en estas cinco circunscripciones no es desde luego directamente extrapolable al total de la comunidad, pero representa el voto de tres de cada cuatro andaluces (76,5%) y proporciona una imagen actualizada del estado de la situación política en la mayor parte de la región.
En Andalucía, al igual que en el resto de España, la ciudadanía muestra menos disposición para acudir a las urnas que en las anteriores elecciones (votaría un 67%, cuando en diciembre fue un 71%), y eso tiene una incidencia directa en los partidos con electorados más frágiles en términos de movilización y más indecisos respecto a quién votar. De ahí que el PP, que cuenta con un alto número de electores decididos en ambos sentidos, pueda ser la primera fuerza en votos con el 30,3%. Sin embargo, podría no serlo en escaños, pues perdería un diputado por Málaga y disputaría otro en Granada. En el peor de los casos se quedaría con 13 y en el mejor con 14 (tuvo 15) en el conjunto de las cinco provincias.
En cambio, el PSOE parece tener ante sí dos retos: conseguir una mayor movilización de los suyos y convencer a sus indecisos. Hoy por hoy, un 12% de quienes le votaron en diciembre todavía no tienen claro si volverían a darle su confianza o no (es el partido en el que esta cifra es más alta). Esta es una de las razones por las que su resultado más probable el próximo 26-J en estas cinco provincias descendería: el 27,3% de los votos (tres puntos menos que el 20-D). No obstante, podría mantener la condición de primera fuerza en escaños si lograra llevarse los dos que tiene en disputa: uno en Cádiz con Unidos Podemos y otro en Sevilla con Ciudadanos. En el mejor de los casos mantendría los 15 diputados que ahora tiene y en el peor podría bajar hasta los 13. En todo caso, su margen de crecimiento no parece ser muy amplio, dados los antecedentes de los comicios electorales del año pasado: a pesar de una participación siete puntos más alta, el PSOE logró en las generales del 20 de diciembre en Andalucía el mismo número de votos (1,4 millones) que en las autonómicas del 22 de marzo.
La alianza Unidos Podemos en Andalucía se aseguraría la tercera posición con un resultado similar al del 20-D en porcentaje de voto (24,2%), pero más eficiente a la hora de convertirlo en escaños tras la incorporación de IU (pasaría de 8 a 10 o 12). La coalición de izquierdas ganaría un diputado en Sevilla, otro en Málaga, disputaría otro al PSOE en Cádiz y un cuarto al PP en Granada. Sin embargo, ni siquiera en coalición Podemos e Izquierda Unida parecen tener el respaldo suficiente para competir en estos momentos por la segunda plaza.
Ciudadanos mejoraría su resultado en votos, pero su segundo escaño por Sevilla podría peligrar. Con el 15,4% (ocho décimas más que el 20-D) podría quedarse finalmente con 6 diputados en estas cinco provincias. No debe ignorarse tampoco, al igual que en el resto de España, la baja intensidad de los votantes naranjas: son los electores claramente menos motivados para acudir a las urnas (solo el 60% de sus potenciales votantes dice que votaría con toda seguridad).
Por otra parte, en estas cinco provincias andaluzas también se detecta una clara brecha generacional y de género pero, de manera especial, también educativa. Los potenciales electorados de Unidos Podemos y de Ciudadanos son, de media, más jóvenes, mayoritariamente hombres y con un nivel de estudios más alto. Es llamativa la dispersión de los votantes de la coalición de izquierda en términos de edad: más jóvenes en Cádiz (de media tienen 41 años) y mayores en Málaga (de media 46 años), en comparación con la estabilidad de Ciudadanos (se mueven entre los 41 y los 43 años). Los del PP poseen un nivel de estudios más alto que la media andaluza, son más hombres que mujeres y, de media, de más edad (el votante medio popular tiene 53 años, 11 años más que el de Ciudadanos, por ejemplo).
El caso del PSOE es singular, ya que sus futuros votantes reúnen con diferencia el perfil formativo más bajo en relación con el resto de partidos. El electorado socialista casi podría dividirse en dos mitades: el 46% tiene estudios primarios acabados o inacabados y el 54% ha logrado terminar los secundarios (COU, FP, ESO…) o terciarios (diplomatura, licenciatura…). En cambio, para las demás formaciones políticas la relación está claramente decantada hacia un mayor nivel de estudios: PP (29% primarios y 71% secundarios o terciarios); Podemos (21% frente a 79%) y Ciudadanos, el más alto (17% frente a 83%). Por último, la estructura sociodemográfica del voto socialista es también distinta a la del resto de los partidos por su mayor apoyo entre las mujeres: la diferencia respecto a los hombres es de 14 puntos (57% frente a 43%).
En definitiva, esta observación del estado de situación política en Andalucía —aunque incompleta— permite señalar que, hoy por hoy, el PSOE podría dejar de ser la referencia principal en favor del PP en las próximas generales de junio. Este dato es llamativo, teniendo en cuenta que, tras Extremadura, fue en esta región donde los socialistas obtuvieron su mejor resultado el 20-D. Unidos Podemos recortaría distancias pero no parecería poder disputar aún el liderazgo del bipartidismo en Andalucía. Los perfiles de los votantes de cada partido son lo suficientemente diferentes y están repartidos de tal manera que hacen difícil pensar en cambios drásticos como resultado de la campaña electoral.
Francisco Camas García es analista de Metroscopia.
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