El buscavidas
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Pedro Sánchez le ganó el debate del estado de la nación a Mariano Rajoy en febrero de 2015 por la mínima. Era su primer combate tras llegar nueve meses antes a la secretaría general del PSOE y le venció. Y le volvió a derrotar por la mínima en el cara a cara de las elecciones del 20-D. Hoy, mira por dónde, Rajoy no termina de créerselo, Sánchez aspira a la investidura y llega no con sus 90 escaños sino con 130, siete más que los del Grupo Popular.
Sánchez llegó a los contactos de la primera ronda de la investidura como un llanero solitario.
La cúpula de su Comité Federal, el máximo órgano del partido entre congresos, desconfiaba de él de manera abierta desde la noche electoral del 20 de diciembre. La idea que fue arraigando en las semanas siguientes es que el buscavidas Sánchez (encabeza esta entrada fotograma de Paul Newman en la película El buscavidas, Robert Rossen, 1959) estaría dispuesto a formar una alianza con el partido Podemos si tal era el precio para salvar su liderazgo dentro del PSOE.
La cúpula, pues, le prohibió esa alianza. Sin embargo, Podemos creyó que Sánchez podría ser atraído por esa alianza como forma de asegurarse, desde la presidencia del Gobierno, su continuidad como máximo líder del PSOE.
En la primera ronda de contactos con el rey Felipe, Pablo Iglesias reveló, mientras Sánchez se encontraba despachando en La Zarzuela, que había informado al Rey su disposición a apoyar a Sánchez como presidente de Gobierno. Es decir: ponía en las manos del líder socialista una carta de la que no disponía. Al tiempo, el Rey ofreció a Rajoy formar gobierno en su calidad de líder del partido más votado.
Pero Rajoy declinó la oferta porque sus posibilidades pasaban por el apoyo del PSOE que Sánchez y el partido habían rechazado.
La oferta de Podemos ratificó las sospechas de la cúpula del Comité Federal y de una de las personalidades con mayor poder, a la sazón la que ayudó a Sánchez a ganar la secretaría general, Susana Díaz.
Pero el buscavidas había captado el mensaje y las formas de Pablo Iglesias, sus exigencias de gobierno de coalición y vicepresidencia, también le disuadieron, por si faltaba, de sus instintos primeros tras el 20-D.
Pero Podemos había anunciado su disposición a pactar con el PSOE, Sánchez obtuvo la credibilidad de que podía intentar formar gobierno con ciertas garantías de éxito. Había verosimilitud en esta historia. Era teóricamente posible.
A horcajadas de Podemos, el buscavidas mostró su disposición en la segunda ronda de contactos con el Rey a intentarlo. Insistimos, era verosímil.
Pero el juego de prestidigitación consistió en esto: sin siquiera cabalgar sobre la montura de Podemos, o haciéndolo sobre la montura virtual, saltó y se colocó en otra, esta vez a horcajadas de Ciudadanos.
Solo quería una cosa. Firmar un pacto con Albert Rivera. Y finalmente lo consiguió. Los contactos entre el PSOE y Podemos posteriores fueron un simple trámite para demostrar ante los votantes que al menos lo había intentado. Pero esas negociaciones fueron una mera foto. En la reunión, Jordi Sevilla explicó a sus interlocutores el principio de realidad en economía, algo que evocaba aquellas dos tardes con las cuales dijo despachar conocimientos básicos a José Luis Rodríguez Zapatero.
Sánchez ha jugado con la idea de que al final, en el último minuto, Iglesias se encontrará en la situación de Artur Mas. Y con el viejo axioma: ante el terror de coincidir en el no a su investidura con el PP terminará optando por la abstención.
No es que el buscavidas se lo crea. Tiene que jugar a esto. Porque esto es lo que hay.
La breva deseada no caerá. Podemos considera superado, cosa del pasado, elegir entre la peste y el cólera, o entre el PSOE y el PP. No hay ninguna posibilidad de que entre la primera votación de hoy y la del viernes próximo, haya algún acuerdo.
La gota que ha colmado el vaso, si cabía, ha sido el envío de la propuesta "valiente", Sánchez dixit, a Podemos, que no es otra cosa que el mismo perro con distinto collar. El mismo programa firmado por Sánchez y Rivera...con otro lenguaje.
Las grandes maniobras comenzarán después del sábado próximo, el día después del fracaso de la investidura.
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