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En libertad uno de los tres detenidos al caer la última cúpula de ETA

Las autoridades francesas han puesto en libertad a Ramón Sagarzazu, detenido junto a Iratxe Sorzábal y David Pla el pasado mes de septimbre

Momento de la detención de Ramón Sagarzazu, alias Ramontxo, el pasado mes de septiembre en Francia.
Momento de la detención de Ramón Sagarzazu, alias Ramontxo, el pasado mes de septiembre en Francia.GettyImages

Las autoridades francesas han puesto en libertad a Ramón Sagarzazu, el tercer detenido el pasado octubre en el país galo en la denominada operación Pardines de la Guardia Civil en la que fueron arrestados también los últimos jefes de ETA, Iratxe Sorzábal y David Pla.

Según ha informado la plataforma de apoyo a los presos de ETA Exterat, Sagarzazu ha sido puesto en libertad condicional por lo que ha abandonado la cárcel francesa de Fleury Merògis en la que se encontraba recluido. El diario Gara precisa que fue excarcelado el pasado jueves y que el juez le ha impuesto la condición de no abandonar el Departamento galo de Pirineos Atlánticos.

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Sagarzazu fue jefe del aparato internacional de ETA y es hijo del veterano etarra Ramón Sagarzazu Olazaguirre, uno de los ex responsables de las finanzas de ETA. Alias Xempe, fue absuelto en el juicio por el caso Faisán, en el marco del cual reconoció haber formado parte de la organización terrorista hasta 1986. Definió a su hijo Ramontxo como "un patriota vasco".

El excarcelado ya estuvo preso en Francia en el pasado. Desde las prisiones francesas ideó un plan que le dio resultados durante un tiempo hasta que fue descubierto por Instituciones Penitenciarias.

Cartas clandestinas

Fuentes de la lucha antiterrorista informaron que los hechos sucedieron cuando Sagarzazu, alias Ramontxo, estaba preso en Francia, donde cumplió una pena de siete años entre 2005 y 2012. El etarra pasó buena parte del tiempo en la cárcel de Bordeaux-Gradignan, aunque a finales de 2011 fue trasladado a la prisión de Arles, cuando apenas le quedaban unos meses para salir en libertad.

Durante su reclusión en el país galo estableció una relación de confianza con un preso sin vinculación alguna con la banda terrorista a través del cual sacaba sus cartas evitando así el control de las autoridades. Este preso, de nacionalidad francesa, se las entregaba a su abogada y luego esa letrada las enviaba por correo a los etarras presos en España. De este modo mantuvo contacto al menos con dos reclusos de ETA internos en cárceles españolas.

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