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ELECCIONES GENERALES
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El bajón de Bildu y el cambio vasco

La formación nacionalista ha perdido este domingo el 36% de su electorado y ha bajado de seis a dos escaños, aunque ninguna encuesta lo había previsto

Luis R. Aizpeolea

Hace ya tiempo que el líder de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegi, advirtió a Bildu, desde la cárcel, del riesgo de que su gestión municipal autoritaria, sobre todo en Gipuzkoa con la recogida de basuras, donde había arrollado hace cuatro años, le pasara factura. Así ha sido. Pero a un nivel que Otegi no habría imaginado ni en sus peores sueños. Bildu, tras un aviso en las municipales de mayo, perdió el domingo el 36% de su electorado y bajó de seis a dos escaños. Ninguna encuesta lo previó como tampoco lo había hecho del ascenso espectacular de Podemos, que ha engullido los 100.000 votos perdidos por Bildu, doblando de 148.000 a 316.000 su resultado de las municipales, lo que le ha hecho el partido más votado de Euskadi y segundo en escaños, 5 contra 6 del PNV. Algo sorprendente.

Los datos del domingo reflejan el cumplimiento del temor de Otegi porque en numerosos municipios dónde gobernó Bildu ha sido derrotado por Podemos. Pero este cambio tiene más calado. Quienes eligieron a Podemos y abandonaron a Bildu vieron en este un partido viejo. Además de su problema de liderazgo —su líder está en prisión—, Bildu no ha presentando un proyecto social de renovación, acorde con los tiempos. Le perjudica su pasada vinculación con ETA. No se sale de ese mundo y ha sido incapaz de apostar por un final unilateral de ETA, a la vista de los obstáculos del Gobierno del PP. Y si Bildu ha sido víctima de su pasado, el PP vasco, con otro resultado desastroso, lo ha sido de su incapacidad de adaptarse a los tiempos sin ETA. Mientras, Ciudadanos no ha conseguido ni un escaño por su rechazo al Concierto.

El domingo mostró que Euskadi está cambiando. Lo advertía una reciente encuesta del Sociómetro del Gobierno vasco al destacar que el independentismo ha caído al 21% en plena efervescencia soberanista catalana y el predominio de las preocupaciones sociales y económicas. Ha ganado en escaños el nacionalismo del PNV, alejado del independentismo, y ha superado las expectativas demoscópi-cas el PSE, que ha pactado con él la política social y económica. Pero ha ganado en votos Podemos, que ha sabido encarnar lo nuevo, el recambio generacional y, por tanto, capitalizar mejor que Bildu el malestar social contra el Gobierno de Rajoy. Un partido que ni es independentista ni se sitúa en el abertzalismo, pero que defiende el “derecho a decidir” como fórmula para resolver el conflicto territorial. Intenta superar la división entre nacionalistas y no nacionalistas con un proyecto transversal de renovación, que recuerda al fallido intento de la Euskadiko Ezkerra de Bandrés y Onaindia.

Antes de un año habrá elecciones autonómicas en Euskadi, que favorecen a los partidos nacionalistas, y se planteará la reforma del Estatuto vasco. Entonces se comprobará si Podemos —con una evolución ideológica tremenda en tiempo récord, sin caras conocidas y con una reciente crisis en Euskadi— es flor de un día o es capaz de desarrollar un proyecto político propio; si consigue lo que Euskadiko Ezkerra no logró o se limita a ser el aliado de Bildu en el Parlamento vasco.

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