Rita Bosaho se perfila como la única diputada negra de España
Una española de origen guineano, número uno de Podemos por Alicante, es la excepción en unas listas electorales sin apenas candidatos de origen extranjero
Rita Bosaho nació en 1965 en Guinea Ecuatorial. Es enfermera, española y va de número uno en la lista de Podemos por Alicante, por lo que es casi seguro que el 20-D se convertirá en la primera persona negra en llegar al Congreso de los Diputados. “Ya era hora ¿no?”, bromea en un descanso de esta agitada campaña electoral. A 400 kilómetros de distancia, Consuelo Cruz pega carteles de Pedro Sánchez en una céntrica calle de Madrid. Se felicita por la probable elección de Bosaho. “No puede haber verdadera integración sin representación política, es una asignatura pendiente en España”, señala. Consuelo es de Cali (Colombia), también tiene la piel negra y milita desde hace más de una década en el PSOE, partido con el que concurre a las próximas elecciones en el puesto 18º de la lista de Madrid. “¿Cómo vamos a sentirnos representados si no somos visibles y entramos en las instituciones?”, se pregunta esta combativa activista, que durante años trabajó codo con codo con el fallecido Pedro Zerolo para ampliar los derechos de los inmigrantes.
Pasa un transeúnte por el mercado de San Antón, y Consuelo le entrega una propaganda electoral. El señor se detiene, conversa con ella y pone cara de sorpresa. “¿Al Parlamento? ¿Pero no pueden presentarse solo españoles?”. Cruz le replica dulcemente: “¿Y quién le dijo, mi amor, que yo no soy española? En España ya somos dos millones de inmigrantes con ciudadanía ¿no lo sabía?”.
Pues no. No lo sabía, como tampoco parece tenerlo en cuenta la mayoría de las fuerzas políticas, dada la escasa presencia de candidatos de origen inmigrante en sus listas y también de ofertas electorales destinadas a ese colectivo. “Falta mucho por hacer”, admite Bosaho, y eso que dice sentirse orgullosa de que Podemos lleve en su programa medidas relevantes para la inmigración, como la reducción de plazos para adquirir la ciudadanía (de 10 a 5 años para los extranjeros no comunitarios; de dos a un año, en el caso de los latinoamericanos; y a tres en el de los refugiados), la ampliación del voto en las municipales y autonómicas a todos los extranjeros con residencia estable o la flexibilización del proceso de visados en el caso de la reagrupación familiar.
Más allá de la ideología o de las siglas que defienden, tanto Rita como Consuelo son conscientes del símbolo que representan. “En España, con 46 millones de habitantes, hay 5 millones de extranjeros y somos más de 2 millones de origen inmigrante con derecho a voto[entre un 5% y un 6% del censo electoral]”, señala Cruz.
Efectivamente, los inmigrantes —con y sin nacionalidad— representan un 15% de la población, “pero existe una clara infrarrepresentación tanto en el Parlamento como en los Gobiernos municipales y provinciales”, indica un estudio del CIS dirigido por Santiago Pérez-Nieva, profesor de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid . “Menos del 1% de los candidatos a concejales en las últimas elecciones locales eran de origen inmigrante, cifra que bajaba al 0,5% en el caso de cargos electos. Ello indica que no solo existe un número muy reducido de candidatos, sino que su lugar en las listas, con potencial de convertirse en electos, es mucho menor”, señala Pérez-Nieva. El caso es sangrante en las elecciones municipales, pues en estas solo tienen derecho a votar los extranjeros empadronados de origen comunitario o aquellos nacionales de 12 países que tienen convenio de reciprocidad (la mayoría son países latinoamericanos). “Es increíble, pero colectivos como los chinos o los marroquíes, además de la mayoría de los africanos, no pueden participar”, señala este académico.
En cuanto al ámbito nacional, “la situación de infrarrepresentación es similar, en torno al 1%”, señala la catedrática de Política Comparada de la Universidad de Leicester Laura Morales. En estos momentos Morales realiza un estudio sobre la representación de personas de origen inmigrante en ocho países europeos en el marco del proyecto Pathways, y los resultados son reveladores. “En Reino Unido o los Países Bajos, entre un 8% y un 11% de los diputados nacionales son de origen inmigrante. En Francia o Alemania estos porcentajes oscilan entre el 3% y el 4%, y en Italia, con un patrón migratorio similar al de España —fuertes oleadas de inmigración concentradas en los últimos 20 años— es del 1,5%”.
Paradójicamente, no hay “grandes diferencias entre izquierda y derecha en la proporción de candidatos de origen inmigrante y en su colocación en las listas”, señala una politóloga
Obviamente, los casos de Reino Unido, con aproximadamente el 13% de su población de origen inmigrante, o de Francia, con un 12%, “tienen poco que ver con la realidad española”, explica el politólogo y sociólogo francés Sami Naïr. “No se trata solo de que los inmigrantes lleguen al Parlamento, sino de que lleguen a todas las instituciones. En Francia, por ejemplo, hasta la tercera generación ninguno llegó a ser policía”. “La inmigración es una riqueza, por eso las instituciones y los partidos políticos deberían ser a imagen y semejanza del país, eso sería lo sano”, asegura Naïr, autor del capítulo que tiene que ver con la política migratoria y hacia los inmigrantes en el programa electoral del PSOE. Algunos de los puntos importantes de dicho programa son la flexibilización de las normas sobre inmigración, el restablecimiento de una política “justa” en las fronteras —por poner fin a las devoluciones en caliente— y el concepto de que “la integración, para no ser mera y simple asimilación, ha de ser bilateral, esto es, no ir solo dirigida hacia los inmigrantes sino que debe contemplar acciones que favorezcan en la ciudadanía la sensibilización” hacía esta realidad.
“Está costando mucho, pero poco a poco se empieza a lograr la participación política”, asegura Vladimir Paspuel, de la asociación ecuatoriana Rumiñahui, que tiene 12.000 miembros. “En España hay 262.000 ecuatorianos con doble nacionalidad, y debiera ser también una obligación de los partidos políticos, no solo nuestra, buscar la colaboración e integración para construir entre todos una España mejor”.
De igual modo se expresa Maribel Santos, de la Federación Dominicana de Mujeres Socialdemócratas, que destaca que muchos de sus compatriotas con derecho a voto (89.000) le dicen que no irán a las urnas el 20-D porque no sienten que los partidos nacionales españoles les representen. “¿A ver, dígame usted cómo consigue que una señora que se pasa limpiando casas todo el día salga a votar un domingo, cuando ni siquiera hay un candidato que se parezca a ella o que defienda sus intereses?”, cuestiona. El índice de participación en las elecciones de los españoles de origen inmigrante es 20 puntos inferior al de los autóctonos, según la politóloga Laura Morales.
“¿Cómo vamos a sentirnos representados si no somos visibles y entramos en las instituciones?”
La federación de Santos es una de las muchas asociaciones de inmigrantes de tendencia socialdemócrata que pidieron al PSOE que incluyera a Consuelo Cruz como candidata al Congreso en sus listas, y hoy se declara “muy decepcionada” por el lugar en que la han situado (18º por Madrid), lo que hace imposible su elección. “Los socialistas han hecho más por los derechos de los inmigrantes que cualquier otro partido, pero a la hora de la verdad no dan el salto definitivo”, asegura, advirtiendo que “sin representación política no puede haber verdadera integración”. Según fuentes del PSOE, en estos comicios lleva en sus listas cerca de 20 candidatos de origen inmigrante. Pero todos en lugares intermedios o de cola. El resto de los principales partidos no precisaron cuántos llevan en sus papeletas, aunque expertos calculan que no llegan al centenar en total.
Paradójicamente, no hay “grandes diferencias entre izquierda y derecha en la proporción de candidatos de origen inmigrante y en su colocación en las listas”, ha constatado Morales en sus investigaciones. “Los partidos todavía deben ajustarse a los cambios sociales, todos tienden a ser conservadores y reclutar a sus candidatos entre los grupos sociales habituales, hombres autóctonos de mediana edad”, señala.
En el mercado de San Antón Consuelo Cruz sigue repartiendo propaganda. Para ella, estar en la lista en el lugar que sea ya “es una conquista”. “Vamos dando pasitos importantes, la inmigración es una riqueza y ya es hora de entrar de lleno en la política”, dice, y en eso pasa un admirador: “Consuelo, tú eres mi candidata”, le grita. En Alicante, a Rita Bosaho le dicen lo mismo en la calle.
Los números de la integración
En España el 15 % de la población es de origen inmigrante.
Cerca de 2 millones de personas han adquirido la ciudadanía y tienen derecho a voto.
Su índice de participación en las elecciones es 20 puntos inferior al de los nacidos en España.
La proporción de diputados de origen inmigrante en el Parlamento español es del 1%. El caso más conocido es el de Teófilo de Luis, congresista del PP nacido en La Habana.
En Reino Unido y los Países Bajos la proporción está entre el 8% y el 11%, y en Francia y Alemania entre el 3% y el 4%. En Italia se acerca al 1,5%.
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