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Resuelto el misterio de los sobres de arena enviados a las embajadas

Un hombre que había abandonado el psiquiátrico es detenido como el autor de más de una decena de paquetes sospechosos que tenían movilizada a la policía hace dos semanas

Patricia Ortega Dolz

Un sobre misterioso fue entregado el jueves de la semana pasada en la Embajada de Canadá. Llevaba adjunto una nota: “Esta tierra contribuirá al hermanamiento de los pueblos del mundo, tierra de Rusia para la bendición de Canadá”. Minutos más tarde se activaba el protocolo NRBQ —Protocolo Nuclear Radioactivo Biológico y Químico—. Es decir, la policía y los agentes especializados en la desactivación de explosivos (Tedax) acudían a la Torre del Espacio del paseo de la Castellana —sede del consulado canadiense— y montaban ese dispositivo casi espacial, con las mascarillas de rigor, los aparatosos trajes de polipropileno, acordonando la zona y evacuando y desinfectando empleados. Al mismo tiempo comenzaban las indagaciones sobre el origen de ese extraño paquete, con la sospecha —acertada— de que el asunto volvería a repetirse, “estos casos casi nunca son aislados”, aseguraba un agente. El análisis del contenido del sobre reveló posteriormente que se trataba de arena, “tierra” como decía la nota. Pero el remitente seguía siendo un misterio que no se resolvió hasta ayer, decenas de sobres de arena después.

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El lunes, un paquetito de las mismas características llegaba a la embajada de Israel: “Algo más voluminoso”. En plena escalada de violencia en la región, se encendieron todas las alarmas en el número 150 de la calle de Velázquez y de nuevo se puso en marcha el protocolo NRBQ, además de los bomberos y el Samur. Nada: tierra. aunque esta vez no había nota.

Horas más tarde, desde una sede de correos de la calle Claudio Coello se alertaba al 091 de que un hombre “extraño” había dejado seis sobres certificados destinados a distintas embajadas: “Japón, Marruecos, Australia…”. Para entonces, el individuo había sido ya identificado por la policía aunque se desconocía su paradero.

Al poco rato, el sospechoso regresó con una nueva remesa de sobres de arena, precisamente cuando los agentes realizaban sus pesquisas en el lugar.

Carlos, un hombre de 62 años procedente de León, llevaba ya varias semanas vagabundeando por Madrid. Se había escapado de la Fundación Tutelar Feclem, en Ávila, donde residía en régimen de semilibertad desde hacía años. Llegó a la capital y hace dos o tres días telefoneó a sus responsables para pedirles dinero. Cuando le detuvieron ayer, con su nueva tanda de paquetitos preparada, tan solo llevaba encima sus pertenencias: “Unas bolsas con algo de pan y fiambre” y ya tenía el aspecto de un indigente. Contó que “no pensaba que fuese a causar tanto follón” y que “solo quería el hermanamiento de los pueblos con Rusia”. Ingresó en la unidad de psiquiatría del hospital Gregorio Marañón a través del Samur Social. Y en la mañana de este martes salió con destino a Ávila. Misterio resuelto.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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