La batalla del centro
Desde la fulgurante aparición de los partidos emergentes se ha producido un espectacular achique de espacios en nuestro mapa electoral
Desde la fulgurante aparición de los partidos emergentes se ha producido un espectacular achique de espacios en nuestro mapa electoral. El núcleo de la disputa electoral ya no se juega entre partidos de centroderecha y centroizquierda, con una mayor o menor holgura hacia otros caladeros. En una lógica que recuerda a la mecánica de fluidos, la irrupción de Podemos y Ciudadanos empujará a los dos grandes partidos tradicionales en una dirección todavía difícil de prever.
Casi con toda seguridad, Ciudadanos desplazará al PP hacia la derecha, calzándose el ámbito de centro que este ocupaba. Podemos, por su parte, que no puede desprenderse de su imagen de partido de izquierdas, relegará al PSOE más hacia el centro, con el inconveniente de que ahí también le espera Ciudadanos. Los votos que permitirán otorgar la victoria se ubican, hoy como ayer, en el mismo espacio. Los árbitros de las próximas elecciones volverán a ser las clases medias urbanas. Aparte de la interesante batalla que se disputará en la izquierda, la más fascinante será la que se libre en la centralidad del espectro político. Y ahí Ciudadanos es la peor pesadilla de los partidos tradicionales.
Para los más optimistas dentro del PP, Ciudadanos podría obtener los 23 escaños que tuvo el CDS de Suárez en 1982, algo que aminoraría el desastre. Pero solo en apariencia, porque su inmenso debilitamiento en muchas regiones le puede dejar donde estuvo Alianza Popular en sus mejores tiempos. Además, bajo las nuevas condiciones de mayor competencia interpartidista, ya no funcionará el anterior automatismo favorable a los dos grandes partidos en las circunscripciones pequeñas y medianas. El PSOE, por su parte, haciendo una proyección similar con Podemos, puede descontar a su izquierda los otros 23 escaños que tuviera el PC en 1979. No sería dramático si no fuera porque su expansión por el centro se verá muy mermada por Ciudadanos. Si emprende un giro a la izquierda para atajar la sangría podemista se juega la pérdida de la centralidad y se lo pone aún más fácil al partido de Albert Rivera. Difícil dilema.
Menos mal que la política no es solo aritmética, sino discurso y estrategia. Todo está todavía bastante abierto. Salvo quizá para el PP, con visibles muestras de agotamiento, falta de cohesión y liderazgo. El PSOE ha mostrado al menos capacidad de renovación. A Ciudadanos le basta con no cometer errores. Y Podemos deberá darlo todo para recuperar el esplendor perdido. Ahora es cuando esto comienza a ponerse interesante.
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